[:es]En mercados competitivos y globalizados como los actuales, que están en constante evolución, es fundamental que las empresas sean organizaciones ágiles, es decir, que sean lo suficientemente hábiles y receptivas para adelantarse a estos cambios. Lo anterior, trae consigo nuevos enfoques para abordar desafíos, nuevas formas de colaboración y maneras más rápidas e ingeniosas de delegar y compartir responsabilidades al interior de las compañías.
La tendencia a la agilidad es un reflejo del avance de las nuevas tecnologías en el trabajo. De hecho, desde los años ochenta, ha transformado a las organizaciones, que dejaron de ser silos aislados para desarrollar redes de colaboración con socios y proveedores. Esto exigía que los colaboradores aceptaran la necesidad de flexibilidad, adaptabilidad y auténtico compromiso con el trabajo en equipo. El siguiente paso -las organizaciones transversales- comprimió los ciclos de vida de los proyectos y actividades de la empresa, de forma que eran capaces de poner en el mercado y mejorar sus productos y servicios con más rapidez. En esta etapa cobró protagonismo el trabajo en equipo, con todas las áreas de la empresa colaborando en grupos multidisciplinarios trabajando con una visión común.
A medida que las organizaciones se vuelven cada vez más ágiles también lo deben hacer las personas. Esto puede resultar exigente, requiere práctica y, además, es fundamental que las estructuras de las compañías sean lo suficientemente flexibles para moverse en este escenario tan cambiante.
Para ser realmente ágiles, las empresas necesitamos innovar, orientarnos hacia objetivos organizacionales, darle un real énfasis al trabajo en equipo y trabajar bajo el principio de rendimiento adaptativo. Básicamente, hay cuatro aspectos que definen si una organización es de este tipo: colabora a través de culturas, fronteras y entornos de trabajo; se mueve con prisa hacia el mercado; es rápida al adoptar nuevas tecnologías; y se muestra rápida en sus procesos y receptiva.
Ahora bien, la agilidad es tan fortalecedora como exigente: junto con requerir a los colaboradores tomar la responsabilidad de actuar en línea con los objetivos de la compañía, les permite experimentar la libertad, estimula y recompensa la proactividad y creatividad. Las organizaciones que reconocen el desafío para sus trabajadores, creado por la necesidad de adaptarse rápidamente, se esfuerzan por ayudarlos a adoptar la agilidad, introduciéndolos a prácticas que les permitan sobreponerse a la sobrecarga de información y mantener el equilibrio en sus labores diarias.
Sin duda, ayudar los equipos a abrazar el cambio contribuirá a desarrollar ese potencial y a convertir a las empresas en las organizaciones ágiles que desean ser.
Por Santiago Machado
Director de Sodexo Servicios de Beneficios e Incentivos[:]