Columna Ricardo García, publicada por Diario Financiero, 4 de Noviembre, 2010

05 Noviembre 2010
El año de la RSE
Por Ricardo García, Presidente, AmCham

Este 2010 será recordado como el año de la Responsabilidad Social Empresarial, pues conocimos su mejor cara: la movilización de la energía corporativa para ayudar en el devastador terremoto y tsunami del 27 de Febrero, sacando a relucir, como  nunca antes, el espíritu solidario de los empresarios, poniendo no sólo recursos, sino creatividad y mucho talento en la gestión. Confiamos que alguien cuantifique -y especialmente valore- el tremendo aporte solidario que se hizo, de forma que quede registro de las bondades de contar con una clase empresarial comprometida con el país.
Es interesante ver cómo surgió tempranamente la coordinación y trabajo conjunto del sector privado con el público, en un ambiente menos aprehensivo hacia la iniciativa privada. Esto puede dar espacio a un enriquecimiento enorme de la efectividad de políticas públicas para superar la pobreza y para sacar adelante muchos otros objetivos sociales. Comienza a demostrarse -sin resentimientos- que la iniciativa privada y el rol empresarial pueden ser muy efectivos para solucionar problemas sociales, difíciles de superar con el enfoque estatista clásico.
¡Cuán grande podría ser la capacidad de resolver problemas sociales, si se desarrollara la asociatividad público-privada, ya no causada por una emergencia, sino como una política de Estado estructurada y sistemática! Imagínese –a modo de ejemplo- que el Estado define objetivos sociales específicos y metodología de medición de resultados y luego licita al sector privado la ingeniería del detalle y la ejecución, de forma que la empresa ganadora lo haga con la combinación de mayor impacto prometido/menores recursos usados. ¡Hay tanto proyecto social que está deficientemente definido, pobremente ejecutado y nulamente evaluado! La máquina del Estado tiene un ratio de gasto sobre resultado enorme, que podría bajar significativamente con gestión privada.

Curiosamente, el año 2010 también ha mostrado la cara fea de la falta de RSE, en el caso de la Mina San José, en la que las circunstancias parecen mostrar una falta de preocupación por la seguridad de los trabajadores y una trasgresión de las normas establecidas en esta materia. Afortunadamente, esta dramática situación tuvo un final feliz, gracias al profesionalismo mostrado por la autoridad y por la cuantiosa colaboración del sector privado. De hecho, la correcta interpretación es que a los 33 mineros los salvó el Capitalismo. ¿Cómo así?  Es que detrás de la tecnología y toda la maquinaria de última generación utilizada en el rescate, están muchas empresas. Gracias a su propia iniciativa privada, éstas pudieron desarrollar productos y técnicas nuevas, las que pusieron al servicio del exitoso rescate. Sin estos emprendimientos privados no se habría contado con los equipos y tecnologías para rescatar a los mineros. Evidentemente hubo otros factores gravitantes, como el profesionalismo chileno, pero poco habría hecho éste sin las herramientas que el sector privado inventó y puso a trabajar.

La importancia de RSE tiene que ver con que hoy día la "propiedad privada" ha dejado, en un sentido, de ser privada. Sus procesos, acciones y normas internas son cada vez más "públicas", pues afectan a la sociedad, a través de sus productos, empleados, de las comunidades donde funcionan, o a través del impacto sobre el medioambiente de sus procesos. El equilibrio entre lo privado (la toma de decisiones o los resultados) de una empresa, por un lado, y los efectos que la empresa tiene sobre lo que la rodea, por otro, es parte central de la empresa moderna. La sustentabilidad es justamente ese equilibrio, que permite ser exitoso en el tiempo.

Con este último espíritu en mente, AmCham organiza todos los años un proceso que busca identificar empresas que tienen programas de RSE, evaluarlos con una metodología y premiar a los que más se destacan. De paso, usar esta instancia para capacitar y enseñar mejores prácticas en gestión de programas de RSE, pues el éxito de éstos es, no sólo voluntad y recursos, sino especialmente, el fruto de una buena gestión.  Felicito a las empresas que están detrás de estos programas que se presentaron este año por la calidad de éstos, por la valentía de hacérselos examinar por terceros y abrirse a sugerencias y capacitación para mejorarlos.
El futuro viene con desafíos cada vez más importantes en este campo, pues vemos que los ciudadanos y consumidores del mundo están cada vez más sensibles para comprar productos de empresas que actúan responsablemente con la sociedad y eso afecta y afectará decisivamente a toda la cadena de proveedores y de distribución. Estamos confiados que un empresariado que ha demostrado tener las capacidades, determinación y cualidades que observamos este año, estará bien preparada para enfrentar también con éxito estos nuevos desafíos en el campo de la sustentabilidad.



El año de la RSE
Por Ricardo García, Presidente, AmCham


Este 2010 será recordado como el año de la Responsabilidad Social Empresarial, pues conocimos su mejor cara: la movilización de la energía corporativa para ayudar en el devastador terremoto y tsunami del 27 de Febrero, sacando a relucir, como  nunca antes, el espíritu solidario de los empresarios, poniendo no sólo recursos, sino creatividad y mucho talento en la gestión. Confiamos que alguien cuantifique -y especialmente valore- el tremendo aporte solidario que se hizo, de forma que quede registro de las bondades de contar con una clase empresarial comprometida con el país.
Es interesante ver cómo surgió tempranamente la coordinación y trabajo conjunto del sector privado con el público, en un ambiente menos aprehensivo hacia la iniciativa privada. Esto puede dar espacio a un enriquecimiento enorme de la efectividad de políticas públicas para superar la pobreza y para sacar adelante muchos otros objetivos sociales. Comienza a demostrarse -sin resentimientos- que la iniciativa privada y el rol empresarial pueden ser muy efectivos para solucionar problemas sociales, difíciles de superar con el enfoque estatista clásico.
¡Cuán grande podría ser la capacidad de resolver problemas sociales, si se desarrollara la asociatividad público-privada, ya no causada por una emergencia, sino como una política de Estado estructurada y sistemática! Imagínese –a modo de ejemplo- que el Estado define objetivos sociales específicos y metodología de medición de resultados y luego licita al sector privado la ingeniería del detalle y la ejecución, de forma que la empresa ganadora lo haga con la combinación de mayor impacto prometido/menores recursos usados. ¡Hay tanto proyecto social que está deficientemente definido, pobremente ejecutado y nulamente evaluado! La máquina del Estado tiene un ratio de gasto sobre resultado enorme, que podría bajar significativamente con gestión privada.
 
Curiosamente, el año 2010 también ha mostrado la cara fea de la falta de RSE, en el caso de la Mina San José, en la que las circunstancias parecen mostrar una falta de preocupación por la seguridad de los trabajadores y una trasgresión de las normas establecidas en esta materia. Afortunadamente, esta dramática situación tuvo un final feliz, gracias al profesionalismo mostrado por la autoridad y por la cuantiosa colaboración del sector privado. De hecho, la correcta interpretación es que a los 33 mineros los salvó el Capitalismo. ¿Cómo así?  Es que detrás de la tecnología y toda la maquinaria de última generación utilizada en el rescate, están muchas empresas. Gracias a su propia iniciativa privada, éstas pudieron desarrollar productos y técnicas nuevas, las que pusieron al servicio del exitoso rescate. Sin estos emprendimientos privados no se habría contado con los equipos y tecnologías para rescatar a los mineros. Evidentemente hubo otros factores gravitantes, como el profesionalismo chileno, pero poco habría hecho éste sin las herramientas que el sector privado inventó y puso a trabajar.
 
La importancia de RSE tiene que ver con que hoy día la "propiedad privada" ha dejado, en un sentido, de ser privada. Sus procesos, acciones y normas internas son cada vez más "públicas", pues afectan a la sociedad, a través de sus productos, empleados, de las comunidades donde funcionan, o a través del impacto sobre el medioambiente de sus procesos. El equilibrio entre lo privado (la toma de decisiones o los resultados) de una empresa, por un lado, y los efectos que la empresa tiene sobre lo que la rodea, por otro, es parte central de la empresa moderna. La sustentabilidad es justamente ese equilibrio, que permite ser exitoso en el tiempo.
 
Con este último espíritu en mente, AmCham organiza todos los años un proceso que busca identificar empresas que tienen programas de RSE, evaluarlos con una metodología y premiar a los que más se destacan. De paso, usar esta instancia para capacitar y enseñar mejores prácticas en gestión de programas de RSE, pues el éxito de éstos es, no sólo voluntad y recursos, sino especialmente, el fruto de una buena gestión.  Felicito a las empresas que están detrás de estos programas que se presentaron este año por la calidad de éstos, por la valentía de hacérselos examinar por terceros y abrirse a sugerencias y capacitación para mejorarlos. 
El futuro viene con desafíos cada vez más importantes en este campo, pues vemos que los ciudadanos y consumidores del mundo están cada vez más sensibles para comprar productos de empresas que actúan responsablemente con la sociedad y eso afecta y afectará decisivamente a toda la cadena de proveedores y de distribución. Estamos confiados que un empresariado que ha demostrado tener las capacidades, determinación y cualidades que observamos este año, estará bien preparada para enfrentar también con éxito estos nuevos desafíos en el campo de la sustentabilidad.
 
 
 
 



 

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