Hasta hace poco, muchos chilenos no eran capaces de ubicar a La Haya en un mapa. Pero en diciembre pasado la ciudad costera holandesa fue el centro de atención de la cobertura de todos los medios de comunicación en momentos en que se desarrollaban las audiencias relacionadas con la disputa marítima de Perú con Chile en la Corte Internacional de Justicia.
Abogados de ambas partes –vestidos con las tradicionales pelucas y togas rojas– concluyeron sus alegatos finales justo antes de Navidad y el fallo de la Corte se espera para agosto. Sin embargo, ahora Chile enfrenta otra batalla judicial en La Haya. En abril, Bolivia anunció su decisión de llevar a Chile al tribunal por su frontera terrestre.
Ambas disputas se remontan al siglo XIX cuando Chile derrotó a Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico, y se quedó con territorio que incluía lucrativos yacimientos de nitratos que ayudaron a impulsar el crecimiento económico de Chile.
Perú afirma que su frontera marítima con Chile nunca se formalizó y que una enorme franja del Océano Pacífico, lleno de anchoas y otros peces utilizados para producir harina de pescado, debería devolvérsele. Perú sostiene que el límite debería extenderse en dirección suroeste desde la frontera terrestre en un ángulo equidistante de ambas costas, pero Chile argumenta que los acuerdos de pesca suscritos en la década de los 50 establecieron el límite en paralelo a la línea del Ecuador.
Esta no es la primera vez que Chile tiene discrepancias con sus vecinos. Chile casi fue a la guerra con Argentina en el año 1978 por un grupo de islas costa afuera del extremo sur de Tierra del Fuego. No obstante, esta vez -al menos en el caso de Perú- el riesgo de una guerra parece remoto. Chile ha prometido no ceder nada de sus aguas territoriales, pero ambas partes han señalado que aceptarán el fallo de la corte.
En tanto, todo sigue como de costumbre. “El tema de la disputa marítima [en La Haya] no ha afectado para nada los negocios”, sostiene Pedro Reus, director ejecutivo del Consejo Empresarial Chileno-Peruano, que fue formado por los ex presidentes Ricardo Lagos y Alejandro Toledo en el 2004 con el fin de promover los negocios entre ambos países.
“Por el contrario, las cifras muestran lo opuesto, ha habido más comercio e inversión, tanto de compañías chilenas en Perú como de compañías peruanas en Chile”, señala Reus.
Por la Paz, no la Guerra
Ayuda que ambas naciones compartan un panorama similar. Perú se ubica detrás de Chile en materia de desarrollo económico, pero como su vecino tiene una economía de exportación basada en los recursos naturales con sectores minero y agrícola de gran envergadura.
Además ofrece un entorno regulador y político estable, y una red de tratados de libre comercio, que incluye acuerdos con Chile y Estados Unidos ambos cuales entraron en vigencia en el 2009. Esta similitud de enfoque ha ayudado a acelerar la integración económica, asevera Reus.
“No hay dos países en América Latina que estén más integrados que Chile y Perú”, dijo Camilo Navarro, director de la oficina comercial en Perú de ProChile, la agencia de promoción del comercio del Gobierno chileno.
Las cifras lo respaldan. El comercio total alcanzó los US$4.070 millones en el 2012, cifra que es apenas inferior al máximo alcanzado en el 2011 y que es 10 veces superior a la de hace una década. Más de 2.000 compañías chilenas exportan bienes y servicios a Perú y, de manera importante, estas exportaciones están altamente diversificadas. Después de Estados Unidos, Perú importa la segunda mayor cantidad de productos chilenos en el mundo (2.827 el año pasado).
El comercio bilateral declinó levemente en el 2012 debido principalmente a los menores precios de los combustibles, que Chile -refinador de productos de petróleo- exporta a Perú y otros países de la región. Aún así, “Perú es el mercado más importante para Chile en la región en términos de productos no cupríferos”, señala Navarro.
Y está creciendo rápido. En los 10 años transcurridos entre el 2002 y el 2012, la economía peruana casi duplicó su tamaño mientras que el PIB real se expandió a una tasa promedio anual del 6,3%, el crecimiento promedio de 10 años más alto en la historia de Perú y una de las tasas más altas de América del Sur.
Esta expansión se debe al menos en parte a la inversión chilena. La inversión chilena total en Perú alcanzó los US$11.630 millones en el 2012, la cuarta mayor en la región, mientras que la inversión peruana en Chile sumó un total de US$7.000 millones. Ello corresponde a un alza respecto de la inversión combinada de US$3.000 millones de hace 10 años.
“Ha habido un incremento muy significativo en la inversión desde el 2004, incluso con el caso en La Haya, lo que no tiene precedentes”, afirma Juan Eduardo Errázuriz, presidente del Consejo Empresarial Chileno-Peruano y de la firma chilena de ingeniería Sigdo Koppers.
La inversión chilena en Perú ha estado concentrada en el comercio minorista y los servicios. Las firmas minoristas Ripley, Falabella, Cencosud y Casa & Ideas se han expandido a Perú en la última década. En el 2007, Cencosud compró la cadena peruana de supermercados Wong por US$500 millones y la firma de telecomunicaciones Entel recientemente acordó adquirir Nextel Perú por US$400 millones. La aerolínea chilena LAN también cuenta con un centro regional en Lima.
Hoy en día más de 250 empresas chilenas están presentes en Perú, cerca de la mitad de las cuales han arribado en los últimos tres años. La mayor parte de los nuevos arribos desde el 2010 han correspondido a pequeñas y medianas empresas, principalmente que proveen servicios en los sectores de minería, construcción y agricultura de Perú.
“Hay una importante oportunidad para las compañías chilenas en Perú”, asevera Reus.
Asociarse
Para las compañías chilenas limitadas por el tamaño del mercado interno, invertir en el extranjero es una manera de generar valor para los accionistas. No obstante, ingresar a un nuevo mercado requiere economías de escala. “Si las empresas quieren seguir creciendo y lograr economías de escala, necesitan internacionalizarse”, dice Reus.
Los acuerdos comerciales son importantes en esto. Tanto Chile como Perú son miembros del Acuerdo de Asociación Transpacífico, un propuesto tratado de libre comercio que incluye a Estados Unidos, así como también de la Alianza del Pacífico, una iniciativa comercial suscrita el año pasado que incluye a Colombia y México. Esta iniciativa, que se encuentra en una etapa inicial, aspira a facilitar la integración económica y el libre tránsito de las personas.
Se han hecho algunos avances. Los mercados bursátiles de los cuatro países se integraron recientemente para formar el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), lo que permite a los inversionistas negociar acciones en cualquiera de las bolsas. “Este es un enorme paso hacia adelante”, comenta Errázuriz.
La Alianza además aspira a implementar reglas de origen acumulativas, pero algunas compañías chilenas ya están aprovechando sinergias con Perú para exportar a otros países, explica Navarro de ProChile.
Un ejemplo es The Foodlinks, firma chilena fundada en el 2009 por el grupo local Invertec como una plataforma para que los exportadores vendan productos en China. La compañía inicialmente recibió el apoyo de la Corporación de Fomento de la Producción de Chile (CORFO). En el 2012, el grupo Credicorp de Perú compró una participación del 30% en la empresa y The Foodlinks abrió una oficina en Lima.
China, con su creciente clase media, importa anualmente más de US$70.000 millones en alimentos y -según el gerente general de The Foodlinks, Gonzalo Mena- asociarse con Perú para satisfacer esta demanda tiene sentido comercial para los exportadores chilenos.
“China es un enorme consumidor de modo que tiene sentido incrementar la integración en América Latina para satisfacer esta demanda”, señala.
Una compañía chilena por sí sola nunca podría satisfacer la demanda de China, y formar un grupo dentro de Chile es complicado debido a la competencia local, pero asociarse con compañías en Perú puede generar las economías de escala necesarias para penetrar el mercado chino, explica Mena.
La industria alimenticia de Perú es de casi la mitad del tamaño de la de Chile, pero en ciertas áreas los dos países se complementan, indica Mena. Por ejemplo, dado que las uvas maduran antes en Perú que en Chile, estas se pueden exportar a China primero, lo que permite a los importadores chinos recibir un suministro permanente de fruta fresca casi todo el año desde América Latina.
Perú también es un mercado atractivo para que las empresas agrícolas chilenas inviertan dado que ofrece menores salarios, menores costos de la energía, un clima más cálido, terrenos agrícolas más baratos y un acceso más fácil a agua para riego, indica Mena.
“Chile tiene un muy buen modelo de exportación y el nivel de desarrollo tecnológico es de clase mundial, pero Perú se está poniendo al día”, comenta Mena. “Perú es como Chile hace 10 o 15 años”.
Otra área de integración es el turismo. Perú es el principal destino para los turistas chilenos quienes no solo visitan atracciones como Machu Picchu, sino que también disfrutan la cocina peruana, afamada a nivel mundial. “Perú ha combinado bien turismo y gastronomía, lo que ha contribuido a su imagen en el exterior y podemos aprender mucho de esto”, asevera Reus.
Los servicios mineros también se están volviendo más integrados. Sigdo Koppers ha formado una empresa de riesgo compartido con el grupo Brescia de Perú para construir una planta petroquímica en la provincia de Pisco de Perú. Asimismo se están expandiendo en Brasil; el año pasado, a través de sus respectivas filiales Enaex y Exsa, las compañías acordaron la adquisición del fabricante brasileño de explosivos IBQ Industrias Químicas por US$120 millones.
El acuerdo para evitar la doble tributación entre Chile y Perú facilita que las firmas formen empresas de riesgo compartido, destaca Errázuriz. Y, para compañías chilenas como Sigdo Koppers, la capacidad de crear clusters de proveedores mineros en Chile, Perú y Brasil es una “enorme ventaja competitiva”, afirma.
Pero aparte de armonizar regulaciones tributarias, una integración más profunda exige reformas para permitir el libre desplazamiento de las personas entre los dos países, señala Errázuriz.
Problema Fronterizo
Pese al rápido crecimiento de Perú, el país lucha con una gran economía informal y millones de personas que aún viven en la pobreza. Esa es la principal razón por la que miles de peruanos todavía vienen a Chile en busca de una mejor vida. Ahora hay un estimado de 200.000 de ellos residentes en Chile, muchos de los cuales trabajan ilegalmente en trabajos que no requieren calificación.
“Cuando trabajadores [peruanos] vienen aquí ilegalmente, las compañías se aprovechan porque no existen según la ley”, dice Mena.
Eso está comenzado a cambiar debido a que recientes reformas de inmigración chilenas han permitido a los peruanos normalizar su situación de visa, pero se podría hacer más para mejorar sus condiciones de trabajo, asevera Mena.
Permitir que más peruanos trabajen legalmente en Chile también ayudaría a hacer frente a la grave escasez de mano de obra de Chile, pero tanto Perú como Chile necesitan invertir más en capacitar trabajadores para conseguir cargos mejor pagados, en especial en los sectores de construcción y minería que están en auge, sostiene Mena.
La ley chilena actualmente restringe la cantidad de trabajadores extranjeros a un 15% de la nómina de una compañía, lo que es un problema especialmente para algunas empresas mineras en el norte. Aumentar este límite, aún si se hace solo en ciertos sectores, beneficiaría tanto a los trabajadores peruanos como a sus empleadores chilenos, indica Reus.
“Este es un buen ejemplo de lo que podría lograrse a través de una integración más profunda”, comenta Reus.
No obstante, la reforma a la inmigración importa poco si el principal paso fronterizo sigue siendo ineficiente. Más de 5 millones de personas al año pasan entre la ciudad peruana de Tacna y la ciudad chilena de Arica, pero las colas pueden ser interminables. Parte del problema es que la gente debe pasar por aduanas tanto al dejar Perú como al ingresare a Chile o viceversa. Una ventana de aduanas integrada facilitaría el tránsito de personas, porque solo tendrían que llenar una serie de formularios, dice Reus.
A juicio de Errázuriz, permitir que los trabajadores se muevan más libremente a través de la frontera ayudaría a ambos países a resolver su problema de escasez de mano de obra. “Un mayor flujo de profesionales nos ayudaría a ser más eficientes y a generar economía de escala”, asevera.
Adaptación Cultural
Por supuesto, el tránsito no es unidireccional. Más chilenos también se están trasladando a Lima, particularmente emprendedores que consideran que sus talentos están en demanda en Perú, donde hay menos competencia que en Chile.
Según Mena, los agrónomos y consultores minoristas chilenos, en especial, son altamente demandados en Lima y otras ciudades peruanas, porque traen consigo conocimiento técnico que se ha desarrollado durante décadas en Chile. “Chile tuvo que aprender esto desde cero, pero Perú se está desarrollando más rápidamente gracias a la experticia chilena”, señala.
No obstante, ajustarse a la manera peruana de hacer negocios puede ser difícil, sostiene Navarro de ProChile, que alienta a las compañías chilenas que planean ingresar al mercado peruano a prepararse para un clima de negocios diferente. “Pensamos que solo porque hablamos el mismo idioma tenemos la misma forma de hacer negocios, pero eso no es cierto”, asevera.
Compañías chilenas, como The Foodlinks, tienden a contratar peruanos para dirigir sus operaciones locales dado que ellos conocen las costumbres, pero para los chilenos que trabajan en Perú hay una pronunciada curva de aprendizaje, dice Reus. Es por ello que el Consejo Empresarial Chileno-Peruano ofrece cursos para ejecutivos a fin de ayudarlos a adaptarse.
En general, el enfoque chileno ante los negocios es directo y pragmático, lo que es similar a Estados Unidos. Sin embargo, según Navarro, los peruanos son más parecidos a los asiáticos en su énfasis en construir las relaciones primero.
“Ellos quieren hacerse amigos primero y posteriormente hacer negocios, mientras que en Chile es al revés”, explica.
La buena noticia es que la integración está acercando gradualmente a los dos países, tanto cultural como económicamente. “La única forma de superar el trauma del pasado es avanzar juntos”, señala Reus.
La cooperación futura podría llevar a la integración en otras áreas como la energía. Chile tiene algunos de los precios más altos de la energía en la región y casi no tiene petróleo o gas propio, mientras que Perú tiene enormes reservas de gas natural. Si se pudiera construir un ducto que sirviera al sur de Perú y al norte de Chile, este podría generar enormes beneficios, dice Navarro.
Irónicamente, la disputa fronteriza de Perú con Chile ha atraído la atención sobre el alto nivel de integración económica. Pese a la retórica belicosa de algunos políticos peruanos, la disputa ha servido para generar valiosas discusiones a nivel político, académico y empresarial.
Fuera de estas positivas consecuencias, la batalla judicial ha tenido poco impacto en las decisiones de inversión de las empresas chilenas. “En negocios la cuestión es simple, ¿voy a ganar dinero o no?”, dice Mena.
Las compañías chilenas se dan cuenta que para ofrecer las economías de escala que exigen los mercados globales, deben formar alianzas al interior de la región y Perú es el trampolín perfecto. Lo mismo, por supuesto, se aplica a las empresas peruanas en Chile. Para ambos países, el futuro parece brillante y el pasado, como dicen, es historia.
Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE
Until recently, many Chileans would not have been able to point to The Hague on a map. But last December the coastal Dutch city, known as La Haya in Spanish, was the focus of blanket media coverage as hearings related to Peru’s maritime dispute with Chile got underway at the International Court of Justice.
Lawyers for both sides – dressed in traditional wigs and red robes – wrapped up their closing arguments just before Christmas and the Court’s decision is expected by August. But now Chile faces another legal battle in The Hague. In April, Bolivia announced its decision to take Chile to court over its land border.
Both disputes date from the 19th Century when Chile defeated Peru and Bolivia in the War of the Pacific, and seized territory including lucrative nitrate deposits that helped to fuel Chile’s economic growth.
Peru claims that its maritime border with Chile was never formalized and that a huge swath of Pacific Ocean, teeming with anchovies and other fish used to make fishmeal, should be returned. Peru says the boundary should run in a southwestern direction from their land border at an equidistant angle from both coastlines, but Chile argues that fishing agreements signed in the 1950s established the boundary in parallel to the equator.
This is not the first time Chile has quarreled with its neighbors. Chile nearly went to war with Argentina in 1978 over a group of islands off the southern edge of Tierra del Fuego. But this time, at least in the case of Peru, the risk of war seems remote. Chile has vowed not to cede any of its territorial waters, but both sides have said they will accept the court ruling.
Meanwhile, it is business as usual. “The issue of the maritime dispute (in The Hague) has not affected business at all,” said Pedro Reus, executive director of the Chile-Peru Business Council, which was formed by former Presidents Ricardo Lagos and Alejandro Toledo in 2004 to promote business between the two countries.
“On the contrary, the figures show the opposite, there has been more trade and investment, both by Chilean companies in Peru and Peruvian companies in Chile,” said Reus.
Make peace-co, not war
It helps that the two countries share a similar outlook. Peru lags behind Chile in economic development, but like its neighbor it has a natural resource-based export economy with large mining and agriculture sectors.
It also offers a stable regulatory and political environment and a network of free trade agreements, including agreements with Chile and the United States that both came into force in 2009. This similarity in approach has helped to accelerate economic integration, said Reus.
“There are no two countries in Latin America that are more integrated than Chile and Peru,” said Camilo Navarro, director of the Peru office of ProChile, the Chilean government’s trade promotion agency.
The figures back this up. Total trade reached US$4.07 billion in 2012, which is just off the peak reached in 2011, and ten times higher than a decade ago. Over 2,000 Chilean companies export goods and services to Peru and, importantly, these exports are highly diversified. After the United States, Peru imports the second highest number of Chilean products of any country in the world (2,827 last year).
Bilateral trade slipped slightly in 2012 due mainly to lower prices for fuel, which Chile – a refiner of petroleum products
– exports to Peru and other countries in the region. Even so, “Peru is the most important market for Chile in the region in terms of non-copper products,” said Navarro.
And it is growing fast. In the decade 2002-2012, the Peruvian economy almost doubled in size while real GDP grew at an average annual rate of 6.3%, the highest 10-year average growth in Peru’s history and one of the highest rates in South America.
This growth is at least partly due to Chilean investment. Total Chilean investment in Peru reached US$11.63 billion in 2012, the fourth highest in the region, while Peruvian investment in Chile totaled US$7 billion. That’s up from combined investment of US$3 billion ten years ago.
“There has been a very significant increase in investment since 2004, even with the case in The Hague, which is unprecedented,” said Juan Eduardo Errázuriz, president of the Chile-Peru Business Council and of Chilean engineering firm Sigdo Koppers.
Chilean investment in Peru has been concentrated in retail and services. Retailers Ripley, Falabella, Cencosud and Casa & Ideas have all expanded into Peru in the last decade. In 2007, Cencosud bought the Peruvian supermarket chain Wong for US$500 million and Entel recently agreed to acquire Nextel Peru for US$400 million. Chile’s national airline LAN also has a regional hub in Lima.
Today over 250 Chilean companies are present in Peru, around half of which have arrived in the last three years. Most of the new arrivals since 2010 have been small and medium-sized enterprises, mainly providing services in Peru’s mining, construction and agriculture industries.
“There is an important opportunity for Chilean companies in Peru,” said Reus.
Linking up
For Chilean companies constrained by the size of the domestic market, investing abroad is a way to generate value for shareholders. But entering a new market requires economies of scale. “If companies want to keep growing and achieve economies of scale they need to internationalize,” said Reus.
Trade agreements are important in this. Chile and Peru are both members of the Trans-Pacific Partnership, a proposed free trade agreement that includes the United States, as well as the Pacific Alliance, a trade initiative signed last year that includes Colombia and Mexico. This initiative, which is in an early stage, aims to facilitate economic integration and the free movement of people.
Some progress has been made. The stock markets of all four countries were recently integrated to form the Latin American Integrated Market (MILA), which allows investors to trade shares in any stock exchange. “This is a huge step forward,” said Errázuriz.
The Alliance also aims to implement cumulative rules of origin, but some Chilean companies are already taking advantage of synergies with Peru to export to third-party countries, explains ProChile’s Navarro.
One example is The Foodlinks, a Chilean firm founded in 2009 by the local Invertec group, as a platform for exporters to sell products in China. The company initially received support from Chile’s economic development agency, CORFO. In 2012, Peru’s Credicorp group bought a 30% stake in the company and The Foodlinks opened an office in Lima.
China, with its growing middle class, imports more than US$70 billion in food annually and, according to The Foodlinks CEO Gonzalo Mena, partnering with Peru to meet this demand makes good business sense for Chilean exporters.
“China is a huge consumer so it makes sense to increase integration in Latin America to meet this demand,” he said.
One Chilean company on its own could never meet China’s demand, and forming a group within Chile is tricky because of domestic competition, but partnering with companies in Peru can generate the economies of scale needed to penetrate the Chinese market, Mena explained.
Peru’s food industry is around half the size of Chile’s, but in certain areas the two countries complement each other, said Mena. For example, since grapes ripen earlier in Peru than in Chile, these can be exported to China first, which allows Chinese importers to receive a permanent supply of fresh fruit nearly year round from Latin America.
Peru is also an attractive market for Chilean agriculture companies to invest since it offers lower wages, lower energy costs, a warmer climate, cheaper agricultural land and easier access to water for irrigation, said Mena.
“Chile has a very good export model and the level of technological development is world-class, but Peru is catching up,” said Mena. “Peru is like Chile around 10 or 15 years ago.”
Another area of integration is tourism. Peru is the top destination for Chilean tourists who go not only to visit attractions like Machu Picchu, but also to enjoy Peru’s world famous cuisine. “Peru has combined tourism and gastronomy well, which has contributed to its image abroad and we can learn a lot from this,” said Reus.
Mining services are also becoming more integrated. Sigdo Koppers has formed a joint venture with Peru’s Brescia group to build a petrochemicals plant in Peru’s Pisco Province. They are also expanding in Brazil - last year, through their respective subsidiaries Enaex and Exsa, the companies agreed the acquisition of Brazilian explosives manufacturer IBQ Industrias Químicas for US$120 million.
The double taxation agreement between Chile and Peru makes it easier for companies to form joint ventures, points out Errázuriz. And, for Chilean companies like Sigdo Koppers, the ability to create clusters of mining suppliers in Chile, Peru and Brazil is a “huge competitive advantage”, he said.
But apart from harmonizing tax regulations, deeper integration requires reforms to allow the free movement of people between the two countries, said Errázuriz.
Border trouble
Despite Peru’s rapid growth, it struggles with a large informal economy and millions still living in poverty. That is the main reason why thousands of Peruvians still come to Chile seeking a better life. There are now an estimated 200,000 of them resident in Chile, many of them working illegally in unskilled jobs.
“When (Peruvian) workers come here illegally, companies take advantage because they don’t exist under the law,” said Mena.
This is starting to change as recent Chilean immigration reforms have allowed Peruvians to normalize their visa situation, but more could be done to improve their working conditions, said Mena.
Enabling more Peruvians to work legally in Chile would also help to address Chile’s severe labor shortage, but both Peru and Chile need to invest more in training workers to obtain higher paying positions, especially in the booming construction and mining sectors, said Mena.
Chilean law currently restricts the number of foreign workers to 15% of a company’s payroll, which is a problem especially for some mining companies in the north. Increasing this limit, if only in certain sectors, would benefit both Peruvian workers and their Chilean employers, said Reus.
“This is a good example of what could be achieved through deeper integration,” said Reus.
But immigration reform matters little if the main border crossing remains inefficient. Over 5 million people a year pass between the Peruvian city of Tacna and the Chilean city of Arica but the line-ups can be endless. Part of the problem is that people must pass through customs both leaving Peru and entering Chile or vice versa. An integrated customs window would facilitate the movement of people because they would only have to fill out one set of forms, said Reus.
According to Errázuriz, allowing workers to move more freely across the border would help both countries solve their labor shortage problem. “A greater flow of professionals would help us to be more efficient and generate economies of scale,” he said.
Cultural adaptation
Of course, the traffic is not all one way. More Chileans are also moving to Lima, particularly entrepreneurs who find their talents are in demand in Peru where there is less competition than in Chile.
According to Mena, Chilean agronomists and retail consultants, especially, are highly sought-after in Lima and other Peruvian cities because they bring with them know-how that has been developed over decades in Chile. “Chile had to learn all this from scratch, but Peru is developing quicker thanks to Chilean expertise,” he said.
But adjusting to the Peruvian way of doing business can be difficult, says ProChile’s Navarro, who encourages Chilean companies planning on entering the Peruvian market to prepare for a different business climate. “We think that just because we speak the same language we have the same way of doing business, but that’s not true,” he said.
Chilean companies, like The Foodlinks, tend to hire Peruvians to run their local operations since they know the customs, but for Chileans who work in Peru there is a steep learning curve, said Reus. That’s why the Chile-Peru Business Council offers courses for executives to help them adapt.
In general, the Chilean approach to business is direct and pragmatic, which is similar to the US. But, according to Navarro, Peruvians are more like Asians in their emphasis on building relationships first.
“They want to become friends first and then later do business, whereas in Chile it’s the opposite,” he said.
The good news is that integration is gradually bringing the two countries closer together, both culturally and economically. “The only way to get over the trauma of the past is to move forward together,” said Reus.
Future cooperation could lead to integration in other areas like energy. Chile has some of the highest energy prices in the region and virtually no oil or gas of its own, while Peru has huge reserves of natural gas. If a pipeline could be built to serve both southern Peru and northern Chile it could bring huge benefits, said Navarro.
Peru’s border dispute with Chile has, ironically, drawn attention to the high level of economic integration. Despite the bellicose rhetoric from some Peruvian politicians, the dispute has served to generate valuable discussions at the political, academic and business levels.
Aside from these positive outcomes, the court battle has had little impact on the investment decisions of Chilean businesses. “In business the question is simple, will I make money or not?” said Mena.
Chilean companies realize that to offer the economies of scale that global markets demand, they must form alliances within the region and Peru is the perfect stepping stone. The same, of course, goes for Peruvian companies in Chile. For both countries, the future seems bright and the past, as they say, is history.
Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE