Daniel Nadborny, CEO de Mercer Chile, en sus dos años y medio en el país a cargo de la compañía, ha sido un observador privilegiado de una de las épocas más movidas del país y de la transformación que han vivido las empresas, la sociedad y el Estado.
El ejecutivo se entusiasma cuando proyecta lo que viene para el mundo empresarial, en especial cuando el tema son las compañías locales, y ve con optimismo el devenir de las empresas chilenas, aunque eso no quita que tenga una mirada crítica sobre ciertos temas.
La mirada de 360 grados es fundamental para gestionar una empresa hoy. Es una gran diferencia de lo que sucedía antes, donde se miraba solamente los intereses de los accionistas. El cambio se comenzó a dar hace varios años, donde aparecieron otros stakeholders muy relevantes, que hoy, a la hora de evaluar una empresa, deben ser considerados.
La mirada y evaluación actual hacia una empresa se realiza con las famosas 3P (people, profit, planet). Esto está muy asociado a las prácticas de ESG, que mide los impactos en los diferentes stakeholders.
Para hacerlo de una manera estratégica hay que comenzar por definir el propósito que tiene la empresa y cuáles son los valores que defiende y promueve. Básicamente el qué y el cómo, y en función a eso se debe definir aspectos asociados a la sostenibilidad y a la innovación, que hoy, se transforman en algo mucho más urgente y mucho más importante, por el escenario que se está viviendo.
El gobierno corporativo siempre ha sido algo primordial, pero con todos los cambios que mencionamos, esto se ha hecho aún más evidente, no solo dentro del mundo empresarial, sino en general en la sociedad, cuando ve lo que es el rol de las empresas. Por lo tanto, que sean fuertes y objetivos es fundamental.
Para darle contexto, la OCDE define al gobierno corporativo como las relaciones entre el management, el directorio, los accionistas y el resto de los stakeholders, y eso permite dar una estructura para definir cuáles son los objetivos de la empresa, cómo monitorearlos, cómo medirlos. Las buenas prácticas siempre van a tener que ver con fortalecer los principios fundamentales del gobierno corporativo, que son el darle integridad, transparencia y accountability a la empresa.
Directorios muy bien constituidos, muy conectados con su responsabilidad, donde haya directores profesionales, que sean independientes y, sobre todo, con un rol del presidente que realmente maneje el directorio en beneficio de la empresa y no en beneficio de una parte interesada.
En ese sentido, Chile ha avanzado muchísimo en los últimos años, pero todavía quedan muchos temas de prácticas y regulaciones que tienen que seguir evolucionando para continuar acercándose a las mejores prácticas globales, lo que a su vez permitirá un continuo flujo de inversores institucionales.
Las empresas a nivel global, y a nivel local desde la crisis social, han trabajado de una forma muy responsable, cuidando el negocio y a su gente. Creo que lo han hecho con muchísima visión de largo plazo.
Lo cierto es que no todas las empresas tienen las espaldas suficientes para poder hacerlo, por lo tanto, los programas que el gobierno fue implementando para complementar el esfuerzo de las empresas han sido clave y también lo que ha sucedido con los retiros de los fondos de pensiones como un elemento adicional para darle ingresos a gente que los había tenido interrumpidos. El problema con esto último es que pudo haber sido una herramienta de corto plazo, pero en el punto en que estamos ahora, se ha hecho un daño de largo plazo a todos los cotizantes del sistema, que las próximas generaciones van a sufrir.
La transformación del mundo laboral ya empezó. Había empezado antes de la pandemia y ésta lo que ha hecho es acelerar tendencias que todos conocíamos. Cambió el qué, el para quién y el cómo se hace el trabajo; en el primero hablamos del trabajo a distancia, de la digitalización, de la automatización, que han hecho que las tareas hayan cambiado radicalmente y que hoy, las capacidades que tiene que tener una persona para poder conseguir trabajo sean completamente distintas.
El para quién, tiene que ver con que el modelo tradicional de trabajar para una empresa, ir a una oficina todos los días, lo que cambió. Hoy, uno puede trabajar por proyectos, puede trabajar para una empresa un tiempo y luego pedir un sabático. Lo otro que cambió fue el cómo se hace la tarea, ya que hoy se pueden hacer en cualquier lugar, a cualquier hora, de forma individual o en equipos.
Nada es igual en el mundo del trabajo y el gran desafío para las empresas es cómo conectar con una fuerza laboral distinta, que tiene intereses distintos, que tiene formaciones distintas. Para los trabajadores, es cómo mantenerse atractivos, empleables, desarrollar las habilidades no solo técnicas sino blandas, asociadas con la empatía, el trabajo en equipo, el liderazgo, que normalmente en las universidades no se aprenden.
Las instituciones del mundo del trabajo van muchísimo más lento que la realidad, entonces el entorno en el cual tiene que operar la oferta y la demanda laboral, las empresas y trabajadores, es bastante confuso, las leyes laborales, los temas de pensiones, van mucho más lento que la realidad y ese es un gran desafío.
Por un lado, la política y los gobiernos tienen que acelerar la adaptación de los sistemas de las instituciones del mundo del trabajo a esta nueva realidad que llegó para quedarse, por otro, las empresas tienen que adaptar su organización, su propuesta de valor al empleado, cómo gestionan el día a día de ese trabajador, como lo retienen, como lo desarrollan, sobre eso todavía hay mucho por hacer.
Sobre las personas también. Desarrollar nuevas capacidades, nuevas redes, nuevos modelos de negocios individuales. Son todos aspectos que hace falta desarrollar para adaptarse a esta nueva realidad.
La inclusión se va a transformar, y ya está muy avanzado el camino, en parte de las prácticas de las empresas para tener una licencia social para funcionar. Cuando hablamos de inclusión no hablamos solo de los temas de diversidad o de género, también hablamos de la igualdad de oportunidades, la que en el mundo corporativo se debe conectar con la sociedad, para lo cual, tanto la política y los gobiernos como las empresas, tienen que fomentar que la educación se transforme en la herramienta para la inclusión y la igualdad de oportunidades.
En Chile tenemos un gran camino para mejorar y recorrer.