[:es]Asia-Pacífico: Brújula del comercio internacional[:]

30 Mayo 2019
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En un escenario de cambios globales y guerras arancelarias, el comercio internacional se reacomoda y en Asia-Pacífico hay una oportunidad. Chile busca aprovecharla, apostando por alternativas para diversificar sus envíos hacia esa zona que hoy tiene la mayor proyección global respecto a población, dinamismo y crecimiento económico.

Por Airam Fernández

Dicen que es el centro de gravitación geográfica del comercio en el siglo XXI, la nueva brújula internacional, el futuro nuevo polo de influencia, el bloque que está desafiando el orden mundial tradicional. Así definen analistas, académicos y autoridades al Asia-Pacífico, una región que representa el 42,6% del PIB mundial según el Banco Asiático de Desarrollo (BAD). Mientras China y Estados Unidos siguen enredados en una guerra de aranceles que no parece resolverse pronto y que no sólo afecta a estas dos potencias mundiales, sino que amenaza con golpear a todas las economías, el mapa del comercio global se va modificando y las reglas se van redefiniendo, precisamente para tratar de construir una suerte de escudo protector.

En ese contexto Asia-Pacífico, una zona que se proyecta albergará alrededor del 60% de la clase media mundial al año 2040, puede favorecer a terceros proveedores, observa la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, detallando que más del 43% del comercio exterior chileno en 2018 se dio con Japón, Corea e India.

En primer lugar, argumenta, la región ha acrecentado su atractivo porque varios productos estadounidenses se han vuelto “menos competitivos” en el mercado chino y viceversa. En un segundo plano, por el impacto de las barreras arancelarias en el desempeño de las compañías y, por ende, en las cadenas globales de valor.

“Eso, probablemente, llevará a más empresas a cambiar sus decisiones de producción, trasladando, por ejemplo, sus operaciones a terceros países”, estima Bárcena.

Son mercados que podrían recaer en naciones de esta región: el Banco Mundial (BM) estima un crecimiento económico de 6% en los países en desarrollo de la zona Asia Oriental y el Pacífico para 2019 y 2020, perspectivas un poco más moderadas respecto a 2018 (cuando el alza fue de 6,3%), debido al retroceso global y la gradual desaceleración de China. El BAD, en tanto, prevé un crecimiento de 5,7% en la región, con Bangladesh e India a la cabeza, cuyos mercados se expandirán 8% y 7,2%, respectivamente, mientras que el BM prevé que economías más pequeñas, como Laos y Mongolia, crecerán principalmente por sus inversiones en proyectos de infraestructura.

Los acuerdos

En ese escenario, buena parte del mundo ha mostrado su resolución por continuar con la integración comercial a través de dos grandes acuerdos, uno en plena negociación y otro que entró en vigor a finales del año pasado, observa el economista y consultor internacional, Osvaldo Rosales, quien encabezó las negociaciones de libre comercio de Chile con Estados Unidos, con la Unión Europea (pilar comercial) y con Corea del Sur durante el gobierno de Ricardo Lagos. Rosales pone la lupa sobre el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP), cuyas negociaciones no llegaron a puerto en 2018, como estaba previsto, pero siguen avanzando, previendo un buen desenlace para este año.

A juicio del también exdirector de la División de Comercio Internacional e Integración de la CEPAL, la firma cambiaría las reglas del juego para sus participantes, los diez países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático -Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania, Singapur, Tailandia y Filipinas- más China, Japón, Australia, India, Corea del Sur y Nueva Zelanda.

Y de paso, se convertiría en el mayor tratado de libre comercio sellado hasta la fecha, en términos de población y porcentaje de la economía mundial. “Si este bloque llega a conformarse con opción a un acuerdo de última generación, no cabe duda de que será otro factor crucial que moverá la brújula de la economía global hacia Asia-Pacífico”, asegura. Lo que potenciaría las proyecciones globales que indican que será la zona de mayor crecimiento de aquí al año 2040.

En este reordenamiento global de los flujos del comercio, el otro acuerdo clave es el Tratado Integral y Progresista para la Asociación Transpacífico, mejor conocido como TPP11, que involucra a 11 países y que tras una década de negociaciones, entró en vigencia a fines de 2018 como Australia, México y Japón.

Bárcena recuerda que el inicio de estas conversaciones fue, en gran medida, un intento de EE.UU. -que luego se bajó de la discusión- por “establecer las reglas del comercio” y de la inversión extranjera en Asia-Pacífico de cara a las próximas décadas.

Es que su importancia, desde un punto de vista estratégico, radica en que es el principal acuerdo plurilateral sobre comercio e inversión existente en la región, reuniendo a economías de tres continentes que conjuntamente representan el 13% del PIB mundial, explica. Un peso que “podría aumentar en la medida en que otros países se sumen, o que EE.UU. reingrese”, dice.

Pero en Chile, el TPP11 no ha podido alejarse del ojo del huracán desde que está en tramitación legislativa, con un debate local que gira en torno a “falsas interpretaciones y sentimientos anti-globalización” por parte de algunos sectores, sostiene Jorge Sahd, director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica y representante de Chile en el Grupo de Visión de APEC.

Lo mismo plantea Cristián Echeverría, director del Centro de Estudios en Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo, acotando que existe un “temor” de que China y su “espíritu hegemónico” lleguen a adueñarse de todo dentro de la carretera tecnológica, o que el país quede “en subordinación al interés chino”.

“Todos mitos”, afirma, pues, en su opinión, se trata de establecer una política de puertas abiertas a la inversión asiática, “así como lo hemos hecho con la norteamericana o la europea”. Jorge Sahd va un poco más allá y dice que más que mitos, todo responde a un gran escenario de fake news.

“Es una noticia falsa con mayúsculas pensar que la soberanía nacional está en juego y que el TPP11 obligará a consultar a las empresas multinacionales sobre cualquier cambio de nuestras leyes. Eso no está contemplado en ninguna parte”, resalta.

A su juicio, tampoco es válido el argumento de los detractores de que “no vale la pena” suscribir un tratado con países con los que Chile ya tiene acuerdos pues la realidad del mundo no es estática y sería un error suponer que todo lo que sirvió en el pasado sigue funcionando bien hoy. “Hablamos de normas que hace diez años eran funcionales y que no necesariamente lo son hoy”, dice el académico, en un contexto donde la economía digital, el flujo de datos entre países y la integridad de los mercados “se hacen cada vez más necesarios”.

En ese contexto, el director general de la Direcon, Rodrigo Yáñez, explica que el objetivo de este acuerdo de integración con la región “más dinámica del siglo XXI” es contribuir al crecimiento económico y crear nuevas oportunidades para empresas, trabajadores, agricultores y consumidores, donde los países signatarios “envían una señal política al mundo de compromiso con el libre comercio y posición contra el proteccionismo”.

Y pese a que Chile posee 26 acuerdos con 64 economías, que representan el 63% de la población mundial y alrededor del 86% del PIB global, según cifras oficiales, juicio de Yáñez el país “debe estar presente para aprovechar las oportunidades que le brinda el intercambio comercial con esa región”.

Con todo, Osvaldo Rosales advierte la necesidad de encontrar una fórmula para sacarle un mejor provecho, sobre todo en materia tecnológica, de educación, innovación y desarrollo, sin conformarse con los altos números que desde hace muchos años traen el cobre, el litio y otros minerales, junto a las frutas y el vino.



Impacto local

La importancia de Asia-Pacífico para América Latina, pero en especial para Chile, fue uno de los tantos puntos abordados durante la Segunda Reunión de Altos Representantes (SOM 2) del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), realizada hace un par de semanas en Viña del Mar. Lo plantean también los expertos, en razón de que las oportunidades que tienen las economías locales son mayores con el fortalecimiento del bloque. “En especial para los exportadores de materias primas de América del Sur”, dice Alicia Bárcena.

El hecho de que Asia concentre el 60% de la población mundial, represente el 21% de las exportaciones de América Latina y el Caribe al mundo y el 32% de sus importaciones, no sólo es un reflejo de su peso demográfico, subraya la secretaria ejecutiva de la Cepal, sino también del dinamismo económico de países como China -a donde fue el 34% de nuestras exportaciones en 2018-, India y varias economías del sudeste asiático. En esa línea, Bárcena resalta la importancia de que todos los países de la región se integren a este bloque comercial con acuerdos como el TPP11.

A su juicio, para países como el nuestro, o como Perú y México, adherirse a este tratado es relevante desde el punto de vista de insertarse de mejor modo en las cadenas de valor transpacíficas. Para Chile, específicamente, ofrece una ventaja importante en relación a los acuerdos bilaterales y respecto a la acumulación de origen, permitiéndole acogerse a las preferencias arancelarias establecidas en el acuerdo, añade Rodrigo Yáñez, “siempre que los productos sean manufacurados en nuestro país, independientemente del origen de las materias primas”.

“Por ejemplo, una empresa agroindustrial chilena podría importar mangos peruanos para producir jugo de mango en Chile y exportarlo a Japón libre de aranceles. Esta posibilidad de integrar producción entre varios países no existe hoy, pese a que Chile tiene acuerdos tanto con Perú como con Japón”, explica Bárcena.

Sobre la importancia de sellar un acuerdo que servirá como una de las plataformas para la integración local con Asia-Pacífico, Jorge Sahd destaca a Chile como un actor que podría ejercer un rol prioritario en este nuevo puzzle comercial. “Por nuestra estabilidad política, desarrollo institucional y capacidad de ofrecer reglas claras, predecibles y transparentes para la protección, podemos ser una plataforma para países del extranjero en su inserción en Latinoamérica”, dice.

Y en palabras de Cristián Echeverría, de la UDD, una pieza importante para ayudar a “consolidar una región mirando hacia un futuro económico que está en este bloque”.

Economía digital: foco clave en la integración económica con Asia-Pacífico

APEC 2019 será uno de los hitos para Chile, particularmente en el proceso de integración comercial con la zona del Asia-Pacífico. En este contexto, AmCham está liderando diversas acciones y actividades, cuya finalidad es potenciar el diálogo en torno a aquellas temáticas que todavía son un desafío en el mundo de los negocios, teniendo presente nuevos espacios de colaboración entre el sector público, privado y la academia. Como parte del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico realizado en mayo en Viña del Mar, se realizó el encuentro

“Un enfoque público-privado hacia la integración económica regional”. Esta actividad contó con la participación de la presidenta de AmCham Chile, Sandra Guazzotti, quien señaló que “la disrupción que trae consigo la economía digital es un driver de la productividad y favorece la inclusión de los emprendimientos. Las nuevas tecnologías pueden cambiar la forma en que trabajamos. Por ello, tenemos que asegurarnos de proteger la fuerza de trabajo y ayudar a dirigir dicha transformación”. También destacó que APEC acercará a Chile a nuevos estándares y espacios para la integración de género y el desarrollo de emprendedores, a la vez que es necesario que el sector privado siga avanzando en gobernanza corporativa, crecimiento sostenible, trabajo con comunidades y en nuevos procesos de colaboración con el sector público, teniendo como ejemplo iniciativas como Compromiso País.

Las otras ganancias del TPP

Hay consenso en que el TPP11 se presenta como una oportunidad para fortalecer la integración comercial con economías consolidadas y emergentes y como una alternativa para diversificar los envíos de Chile al Asia-Pacífico y “disminuir la dependencia de China o Estados Unidos”, sostiene Rodrigo Yáñez, director general de la Direcon.

En esa línea, detalla varios puntos que explican la importancia de participar de una instancia que será “el referente de las normas del comercio internacional en los próximos años”, junto a los beneficios de sellar uno de los tres mayores acuerdos a nivel mundial, y el más grande para Chile:

  • El ítem “acumulación de origen” tendrá especial impacto para pymes, facilitando su ingreso a las cadenas globales de valor y fortaleciendo su actuación en el comercio internacional, en un contexto donde “debido a su tamaño, debilidad productiva y elevados costos, no han podido participar a su máximo potencial”. Esto, además de facilitar la adjudicación de licitaciones públicas y otorgar facilidades para el comercio electrónico, sostiene Yáñez.

  • La incorporación de nuevas temáticas en materia de género, anticorrupción, competitividad, empresas del Estado, desarrollo y coherencia regulatoria. “Es el acuerdo más inclusivo que Chile ha firmado (...) lo que sitúa estos temas en la agenda internacional de forma prioritaria para los 11 países”.

  • Se abrirán más de tres mil oportunidades a productos chilenos en los sectores agrícola, forestal y pesquero y en las industrias de lácteos y carnes, al ingresar con arancel cero a mercados tan importantes como Japón, Vietnam o Canadá. “Esto beneficiará especialmente a las pymes de las regiones agrícolas, pesqueras y forestales de nuestro país”, dice el director de la Direcon.

  • Se prevé un gran impacto en materia de empleo, específicamente en torno a las actividades exportadoras. Y al mismo tiempo, permitirá que proveedores locales tengan acceso a un mercado público de bienes y servicios que representan entre 610 mil millones de dólares y 1.8 billones de dólares. “Es decir, entre 2,4 veces y 7,5 veces el PIB de Chile”, puntualiza.

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