[:es]AmCham impulsa debate sobre los desafíos de la relación empresas y comunidad[:en]AmCham Chile fosters debate on the challenges of community relations and business[:]

08 Diciembre 2016
[:es]Junto con la entrega del Premio Buen Ciudadano Empresarial AmCham Chile 2016, que distinguió a Telefónica, se realizó un encuentro que reunió a representantes de los sectores público, privado y comunidades.

Por Catalina Jofré

La Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, AmCham Chile, premió en su décimo cuarta versión del premio a Buen Ciudadano Empresarial AmCham 2016 a Telefónica por su iniciativa Un Nuevo Técnico de Telecomunicaciones para la Industria. Con este  programa la firma se conecta con la educación técnico profesional, involucrándose en los procesos formativos de las carreras técnicas, impulsando la productividad, empleabilidad e integración laboral de jóvenes.

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En la oportunidad, también fueron premiadas otras cuatro iniciativas exitosas en el ámbito de Responsabilidad Social Empresarial (RSE).

En la mención Medio Ambiente el ganador fue Arauco, por el Programa de vinculación territorial parque Oncol, en la Mención Innovación se premió a AES Gener por Programa Mi Suelo es Tu suelo, y la Mención Asociatividad recayó en el Programa Parque Angostura de Colbún. Asimismo, hubo una mención Honrosa para el Programa Volver a Tejer de Paris.

Kathleen Barclay, presidenta de AmCham Chile, sostuvo que en esta versión del premio pudo apreciar avances en relación al compromiso de los líderes empresariales con esta temática. Un punto clave, porque “son las personas de más alto rango de una compañía quienes finalmente contribuyen al relacionamiento comunitario como parte de la organización y de la estrategia de negocio, teniendo influencia en la sustentabilidad de la empresa en el tiempo”, precisó.

Como integrante del jurado, recalca que los programas postulantes a este premio crecen en la aplicación de métricas y criterios que buscan evaluar la gestión y aplicación en las iniciativas sociales. Algo que, a su juicio,  indicaría que las medidas y acciones que se buscan promover en torno al relacionamiento comunitario se han profesionalizado en el tiempo. 

Retos: métrica e institucionalidad

Junto con la premiación, se desarrolló un encuentro de relacionamiento comunitario que contó con la participación de expositores nacionales y extranjeros, además de representantes de empresas y del sector público.

En la oportunidad, se comentaron las prácticas de relacionamiento actuales y se debatió en torno a los desafíos que representa esta relación, donde temas como la necesidad de una institucionalidad ad hoc y el establecimiento de métricas, fueron los más destacados para obtener resultados de largo plazo.

Desde una mirada internacional, Milton Funes,  Director de Global Communities, organización sin fines de lucro que trabaja como mediador entre compañías y comunidades en más de 40 países, se centró en los desafíos futuros que supone la interacción empresa-comunidad. Para el experto, las compañías deben enfocarse en las necesidades de las comunidades donde quieren impactar, pero con límites para lograr metas concretas. Lo más relevante, afirma, es evolucionar hacia un modelo de valor compartido.

Otro elemento importante que destaca Álvaro García, presidente ejecutivo de Alianza Valor Minero, es contar con una institucionalidad que entrega garantías a la relación de convivencia entre las compañías y las personas.

“Para convivir bien hay que conocer al otro y hoy tenemos un déficit de representación social que le dificulta a la empresas adquirir compromisos fungibles. Lo segundo es de qué conversa la empresa. Actualmente, la ley nos obliga a hacer una consulta indígena o ambiental, pero esas no son las principales inquietudes de la ciudadanía, sino temas sociales y económicos. Creo que no basta con la buena intención, si los países quieren articular una mejor convivencia deben darse las instituciones para que eso ocurra”, afirma García.

Desde la vereda de las comunidades, Zoila Bustamante, presidenta de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile, Conapach, argumenta que le parece relevante que las empresas se inserten y entiendan que hay muchos tipos de ciudades distintas con población diversa.

“Muchos somos invisibles para las empresas y un buen ciudadano empresarial debe reconocer esa realidad y poner esfuerzo para generar bien común, para lograrlo, requiere participación de su entorno”, afirma Bustamante.

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Javier Zulueta, jefe de la División de Participación y Diálogo Social del Ministerio de Energía, sostiene que lo básico es no impactar en forma negativa el entorno, pero propone que las empresas den un paso más.

“También debemos pensar en cómo promover el desarrollo local y cómo garantizamos que una comunidad está mejor una vez que la empresa se va. Si no somos capaces de demostrar eso, la verdad es que no tiene mucho sentido para el territorio recibirlas”.

Finalmente, con miras al largo plazo, Funes postula que luego de realizar acciones de intervención en las comunidades, se requiere medir su resultado.

“Los programas implementados por las compañías deben transformarse hacia medir el impacto, invitando a actores externos a evaluar y ver cómo influye lo que se hace como empresas”, explica Funes.[:en]In conjunction with the ceremony for the 2016 Good Corporate Citizenship Award, in which Telefónica received notable recognition, a meeting was held between representatives from the public, private and community relations sectors.

By Catalina Jofré

The Chilean-American Chamber of Commerce, AmCham Chile, has awarded top prize in its 14th edition of the Good Corporate Citizenship Award to Telefónica, for the company’s initiative, ‘Un Nuevo Técnico de Telecomunicaciones para la Industria’ (A New Telecommunications Technician for the Industry). By means of this scheme, Telefónica builds links with the sphere of technical-professional education, playing an active role in the educational process of technical courses while simultaneously driving the productivity, employability and job integration of young men and women.

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During the award ceremony, a further four initiatives were recognized for their achievements in the field of corporate social responsibility. In the Special Mention in Environment category, the winner was Arauco for its ‘Programa de Vinculación Territorial Parque Oncol’ (Oncol Park Territorial Connection Program); the Special Mention in Innovation went to AES Gener for its ‘Programa Mi Suelo es Tu Suelo’ (My Soil is Your Soul Program); and the Special Mention in Community Development was awarded to Colbún for its ‘Programa Parque Angostura’ (Angostura Park Program). In addition, there was an honorable mention for Paris and its ‘Programa Volver a Tejer’ (Back to Sewing Program).

Kathleen Barclay, President of AmCham Chile, stated that during the 2016 version of the award she was able to see the progress made in terms of the commitment of business leaders towards the issue of community relations. This is important because, as she explained, “it is the most senior ranked individuals in a company who ultimately commit to community relations as part of the organizational outlook and business strategy, which impacts directly on the sustainability of the company overtime”.

As a member of the judging panel, Barclay also pointed out that the programs applying to this award scheme continue to advance in terms of metrics and criteria which seek to evaluate the management and implementation of social initiatives. This, she believes, illustrates that the measures and actions being promoted by these community-focused programs are becoming more professional over time.

Challenges: metrics and institutions

In conjunction with the award ceremony, a community relations meeting was held for Chilean and foreign participants as well as representatives from the public and business sectors.

During the meeting, those in attendance discussed current practices pertaining to community relations and debated the most relevant challenges associated with this domain. The most noteworthy of the topics to arise in regard to the long-term success of the field included the need to create ad hoc institutions and the importance of establishing appropriate metrics.

From the international perspective, Milton Funes, Director of Program Impact and Learning at Global Communities, a non-profit that works as a mediator between businesses and communities in more than 40 countries, outlined the future challenges of community relations and business. He believes that companies should focus on the needs of communities in which they wish to operate, but with limits, in order to design concrete goals. The most important thing, he contends, is to evolve towards a shared value model.

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Another key element raised by Álvaro García, Executive President of Alianza Valor Minero, is to create institutions that guarantee a relationship of coexistence between companies and people.

“To coexist in harmony”, says García, “it is important to understand the ‘other’ and today there is a social representation deficit which hinders businesses from making mutually interchangeable commitments. An additional point is what the business itself is talking about. Current law obliges us to perform a consultation with indigenous people or an environmental assessment, but these aspects are not the main concerns of the general public, but rather social and economic issues. I don’t believe good intentions are enough; if countries want to build greater coexistence, they should create the necessary institutions to make it happen”.

From the community perspective, Zoila Bustamante, President of the Chilean National Confederation of Artisanal Fishermen (CONAPACH), argues that it is necessary for businesses to spend time in the communities in question in order to understand the wide range of places and distinct types of people.

“Many (communities) are invisible to businesses and a good corporate citizen must acknowledge this reality and make the effort to create a common good (.) Achieving this requires them to involve the environment around them”, states Bustamente.

Javier Zulueta, Head of the Participation and Social Dialogue Division of the Ministry of Energy, says that while the starting point is not to have a negative impact on the surrounding environment, companies need to go one step further.

“We also need to think about promoting local development and how to guarantee that a community is better off once the company leaves. If we can’t demonstrate that, in all honesty there is little sense in the community in question receiving the business in the first place”.

Finally, in regard to the long-term approach, Funes claims that once the intervention of a company in a given community has concluded, it is then necessary to measure the outcome.

He concludes by noting that, “the programs implemented by businesses must be transformed to measure their overall impact, (in which) external parties are invited to evaluate the process, and to subsequently assess how this influences companies in their actions”.[:]
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