Al Ritmo del DragónRiding the Dragon

02 Enero 2012

Pese a los esfuerzos por diversificar su economía, Chile sigue dependiendo en gran medida de los bienes básicos y está cada vez más expuesto a China. Esto en definitiva podría ser positivo en medio de la actual agitación geopolítica, en especial en momentos en que China parece dirigirse a un aterrizaje suave en el 2012.

El proceso de diversificación en Chile ha sido lento y la sólida demanda por los bienes básicos que produce no le ha ayudado. Cerca del 40% del PIB corresponde a exportaciones, la cifra más alta de la región, y los bienes básicos son responsables del 75% de esas exportaciones. La región de Asia recibe el 45% de las exportaciones de Chile y junto con la Unión Europea (14%) y Estados Unidos (11%) comprende el 70% de las ventas al extranjero. Si bien la exposición general de Chile a estos grandes mercados no ha cambiado en los últimos cuatro años, la composición ha cambiado y ahora el 25% de las exportaciones (principalmente bienes básicos) se dirige a China (las que alcanzaron un peak del 29% en octubre), lo que se compara con el 14% del 2007, ayudada por la menor demanda del mundo desarrollado tras la crisis financiera global del 2008-2009.

Producto de ello, la correlación económica de Chile con China sigue aumentando, en especial en relación al efecto indirecto de los precios de los bienes básicos sobre la demanda interna. Esto se volvió más evidente en el 2009, cuando el PIB real de Chile se contrajo un 1,7% (alcanzando un mínimo del -4,8% en el segundo trimestre del 2009). Si bien las exportaciones netas mejoraron en la comparación interanual debido a volúmenes relativamente resistentes y una fuerte caída en las importaciones, la demanda interna cayó en un 10,1% en el segundo trimestre del 2009, encabezada por una pronunciada baja de la inversión (-20%).

El hecho de que esto siguiera a un descenso en la producción manufacturera de China en el segundo semestre del 2008 no fue una coincidencia. Una caída en la demanda de bienes básicos de parte de China (como se refleja en las cifras del índice de gerentes de compras) no necesariamente trae como resultado un descenso en los volúmenes de exportación de Chile, sino más bien una disminución en el precio, lo que afecta a la economía interna a través de la inversión y hasta cierto punto a la confianza tanto empresarial como del consumidor. El menor crecimiento en Chile también se vio afectado por variaciones cambiarias, donde la depreciación ayudó a los exportadores pero redujo el poder adquisitivo de los consumidores locales.

Si bien el panorama global sigue siendo incierto, el consenso apunta a que el episodio 2011-2012 no producirá shocks tan severos como la crisis financiera y económica del 2008-2009. Además, parece que China se dirige a un aterrizaje suave (según la estimación de consenso, el crecimiento del PIB rondaría el 8%). Esto se debe en parte a la aparente voluntad de las autoridades chinas de activar respuestas políticas con el fin de estimular la actividad económica, lo que quedó reflejado en la rebaja de 50 puntos base a los requisitos de reservas, medida anunciada recientemente.

En tanto, la economía interna de Chile aún se beneficia de los efectos de la reconstrucción tras el terremoto y la agenda pro crecimiento del presidente Piñera que tiene mucha flexibilidad política. Esto ha sido ayudado por la caída de la inflación principalmente a raíz de los menores precios de los alimentos y los combustibles (los alimentos y combustibles correspondieron al 67% de la inflación en el peak del 2008). Además, la demanda de cobre impulsada por China ha mantenido los precios relativamente altos y los inventarios contracicíclicos, junto con restricciones de la oferta propios de la industria podrían ayudar a que esta tendencia continúe. Eso también debería mantener bajo control el coeficiente de cobre al precio del petróleo, con el que el peso chileno está altamente correlacionado.

Siempre y cuando las expectativas para Europa no se deterioren más respecto del actual consenso de un panorama de “moderada recesión” y lleven a un amplio contagio, Chile debería estar bien posicionado para un crecimiento superior al promedio de la región y del mundo en el 2012.

Brian P. Chase es gerente de cartera y titular de acciones andinas de Itaú Asset Management


Despite efforts to diversify its economy, Chile remains highly dependent on commodities with increasing exposure to China. This may ultimately be a positive amidst the current geopolitical turbulence, especially as China appears to be heading for a soft landing in 2012.

The process of diversification in Chile has been slow and not helped by strong demand for the commodities it produces. Some 40% of GDP is represented by exports, the highest figure in the region, with commodities making up 75% of those exports. The Asia region receives 45% of Chile’s exports and, together with the EU (14%) and US (11%), accounts for 70% of exports. Although Chile’s overall exposure to these large markets hasn’t changed in the past four years, the mix has changed with 25% of exports (primarily commodities) now going to China (peaking at 29% in October), up from 14% in 2007, helped by slower demand in the developed world following the global financial crisis of 2008/9.

As a result, Chile’s economic correlation to China continues to increase, especially in relation to the indirect effect of commodities prices on internal demand. This was most noticeable in 2009, when Chile’s real GDP contracted 1.7% (reaching a low of -4.8% in 2Q09). Although net exports improved year-on-year due to relatively resilient volumes and a sharp decline in imports, internal demand was down by 10.1% in the second quarter of 2009, led by a sharp decline in investment (-20%).

The fact that this followed a drop in China manufacturing output in the second half of 2008 was no coincidence. A decline in China demand for commodities (as reflected in PMI data) does not necessarily result in a drop in Chile’s export volumes, but rather a drop in the price, affecting the domestic economy via investment and, to a certain extent, business/consumer confidence. Lower growth in Chile was also impacted by currency shifts, with depreciation helping exporters but taking its toll on domestic consumer purchasing power.

Although the global outlook remains uncertain, the consensus is that this 2011/12 episode will not produce shocks as severe as the 2008/9 economic and financial crisis. In addition, it appears that China is headed for a soft landing (consensus GDP growth hovering at 8%). This is due in part to an apparent willingness on the part of Chinese authorities to activate policy responses in order to stimulate economic activity, as reflected in the recently announced 50 basis points cut in reserve requirements.

Meanwhile, Chile’s domestic economy is still benefitting from earthquake reconstruction tailwinds and President Piñera’s pro-growth agenda with plenty of policy flexibility. This has been helped by falling inflation mainly due to lower food and fuel prices (food/fuel represented 67% of inflation in the 2008 spike). In addition, China-driven demand for copper has kept prices relatively high and counter-cyclical stocking of inventories, coupled with industry-specific supply constraints, could help continue this trend. This should also keep the ratio of the copper to oil price, to which the Chilean peso is highly correlated, in check.

As long as expectations for Europe do not deteriorate further from the current consensus “mild recession” outlook and lead to widespread contagion, Chile should be well positioned for above-average growth relative to the region and the world in 2012.

Brian P. Chase is Portfolio Manager, Head of Andean Equities, at Itau Asset Management

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