Chile ha tejido una red de acuerdos de libre comercio con más de 50 países. Estos incluyen tratados con Estados Unidos, China y la Unión Europea, además de con muchos de los vecinos de Chile en América Latina y actores clave de la región del Asia-Pacífico tales como Japón y Australia. Los beneficios mutuos son claros: el liderazgo de Chile en forjar fuertes lazos comerciales ha generado crecimiento económico y un mayor bienestar para su pueblo y sus socios.
Pero Chile no se ha detenido ahí. Como se analiza en la sección Enfoque de la edición de este mes de bUSiness Chile, ha participado en las 16 rondas de negociaciones en miras al propuesto Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés). Este reuniría al menos a 11 naciones de la región del Asia-Pacífico, incluidos Chile y Estados Unidos, las que están comprometidas con dar un revolucionario salto en materia de comercio.
Chile ya tiene tratados de libre comercio con todos los países que participan en las negociaciones, incluso con Japón que podría unirse a las negociaciones en los próximos meses. Entonces, ¿por qué Chile debería participar en este acuerdo?
En primer lugar, el comercio no es un asunto estático. La mayoría de los actuales acuerdos de Chile se concentran en el movimiento de bienes más que en servicios. A menudo no hay ninguna referencia a la protección de la propiedad intelectual. A medida que Chile innova y desarrolla sus exportaciones de valor agregado, que incluyen las de áreas de tecnología y servicios de asesoría para industrias como la minería, los antiguos tratados simplemente son insuficientes. Se requieren nuevos pactos para desarrollar más áreas que se están volviendo cada vez más importantes para el entorno emprendedor y más orientado al servicio de Chile.
En segundo término, las barreras al comercio se están volviendo más sutiles, vinculadas a normas de importación que pueden hacerse cada vez más burocráticas y, a veces, arbitrarias y costosas. Las empresas estatales no siempre compiten con el sector privado en un campo de juego parejo. Estos problemas son desafíos reales para el futuro del intercambio comercial en la región y es necesario abordarlos para garantizar el libre flujo de bienes y servicios.
Tercero, las empresas están cada vez más especializadas a medida que los países se concentran en sus ventajas competitivas. Para elaborar un producto más competitivo, puede ser necesario que los insumos provengan de varios países. Esto significa que las reglas de origen acumulativas son esenciales. Sin embargo, acuerdos de comercio bilaterales no pueden abordar este tema. Dada la creciente cantidad de países que entienden la importancia del libre comercio y que, producto de ello, están celebrando más tratados de comercio bilaterales, mejorar la ventaja competitiva de Chile requiere acuerdos que involucren a más de un socio. El TPP haría esto al asegurar que, entre otras cosas, las reglas de origen sean acumulativas.
En definitiva -según algunas estimaciones, Chile podría incrementar sus exportaciones en US$2.900 millones anuales hasta el 2025– este significa más oportunidades para el pueblo de Chile.
Por supuesto, esto no quiere decir que Chile debería aceptar los términos propuestos sin considerar sus efectos de largo plazo. En un período de negociación tan largo (16 rondas y seguimos contando) algunos países de seguro tendrán visiones distintas sobre ciertos temas, pero Chile y las demás naciones que participan en las negociaciones han mostrado su voluntad de superar estas diferencias.
En conjunto, un acuerdo TPP exitoso podría incrementar la competitividad de Chile y acelerar sus oportunidades comerciales, en particular con Asia que es una región de alto crecimiento. Es complementario a otras iniciativas comerciales de Chile, incluida la Alianza del Pacífico (con México, Colombia y Perú), y lo posiciona como un líder en un acuerdo de última generación. Es de particular valor para pequeñas y medianas empresas.
Los presidentes Piñera y Obama han manifestado su intención de tratar de concluir las negociaciones del TPP a fines de este año. La meta es ambiciosa, pero alcanzable. Ambos países tienen roles de liderazgo que desempeñar en asegurar que esto ocurra.
En AmCham creemos que esta es una excelente iniciativa. Es importante para nuestras empresas socias como un medio para llevar la globalización al próximo nivel en un mundo cada vez más complejo y competitivo. Estaremos trabajando para destacar los beneficios del Acuerdo de Asociación Transpacífico para nuestros socios y alentaremos a los gobiernos de las naciones participantes a cumplir la meta de concluir las negociaciones durante el 2013.
Chile has spun a web of free trade agreements with more than 50 countries. These include agreements with the United States, China and the European Union, as well as with many of Chile’s neighbors in Latin America and key players in the Asia-Pacific region such as Japan and Australia. The mutual benefits are clear - Chile’s leadership in forging strong trade ties has generated economic growth and greater well-being for its people and its partners.
But Chile has not stopped there. As discussed in bUSiness Chile’s Spotlight section this month, it has participated in 16 rounds of negotiations towards the proposed Trans-Pacific Partnership (TPP) agreement. This would bring together at least 11 countries in the Asia-Pacific region, including Chile and the United States, that are committed to making a groundbreaking leap forward on trade.
Chile already has trade agreements with all of the countries participating in the negotiations, including with Japan that could join talks in the coming months. So why should Chile participate in this agreement?
In the first instance, trade is not a static issue. Most of Chile’s existing agreements focus on the movement of goods rather than services. Often there is no reference to the protection of intellectual property. As Chile innovates and develops its value-added exports, including in the areas of technology and advisory services for industries like mining, the old agreements are simply insufficient. New agreements are needed to further develop areas that are becoming increasingly important for Chile’s more service-oriented, entrepreneurial environment.
Second, barriers to trade are becoming more subtle – related to import rules that can become highly bureaucratic and, at times, arbitrary and expensive. State-run businesses do not always compete on a level playing field with the private sector.
These issues are real challenges to the future of trade in the region and need to be addressed to ensure the free flow of goods and services.
Third, business is becoming more specialized as countries focus on their competitive advantages. To produce a more competitive product, inputs may need to come from several countries. This means that cumulative rules of origin are essential. However, bilateral trade agreements cannot address this issue. Given the increasing number of countries that understand the importance of free trade and which are, as a result, entering into more bilateral trade agreements, sharpening Chile’s competitive edge requires agreements that involve more than one partner. The TPP would do this by ensuring that, among other things, rules of origin are cumulative.
The bottom line – according to some estimates, Chile could increase its exports by US$2.9 billion annually through 2025 – means more opportunities for Chile’s people.
Of course, this does not mean that Chile should agree to the proposed terms without considering their long-term impacts. In such a long process of negotiation (16 rounds and counting) some countries are bound to have differing views on certain issues, but Chile and its fellow members have shown their willingness to overcome these differences.
Overall, a successful TPP agreement could increase Chile’s competiveness and accelerate its trade opportunities, particularly with Asia that is a region of high growth. It is complementary to Chile’s other trade initiatives, including the Pacific Alliance (with Mexico, Colombia and Peru), and it positions Chile as a leader in next-generation trade. It is of particular value to small and medium-sized businesses.
Presidents Piñera and Obama have indicated their intention to try to conclude the TPP negotiations later this year. The goal is ambitious but doable. Both countries have leadership roles to play in making sure this happens.
We at AmCham believe this is an excellent initiative. It is important for our member companies as a means to take globalization to the next level in an increasingly complex and competitive world. We will be working to highlight the benefits of the Trans-Pacific Partnership to our members and we encourage the governments of the participating nations to meet the goal of concluding negotiations during 2013.