Abriendo Espacios en el Mercado Norteamericano de ChoritosMuscling in on the U.S. Mussel Market

01 Junio 2005


Imprimiendo un nuevo giro sobre un producto que se exporta habitualmente en forma congelada, una compañía chilena recién establecida ha efectuado la primera exportación de choritos pasteurizados a los EE.UU.

En Marzo de 2004, Arturo Fahrenkrog visitó la Exhibición Internacional de Productos del Mar que se celebra anualmente en Boston, Massachussets. Y el joven empresario chileno -recientemente graduado de Universidad del Mar, en Valparaíso- vio que existía una oportunidad que aprovechar en el área de productos del mar pasteurizados.

Fahrenkrog no era un novato en materia de productos del mar. Mientras estaba en la universidad, él fue uno de los ganadores de Savia Nueva, una competencia anual organizada por Shell Chile para promocionar el interés empresarial entre la gente joven y, con el apoyo de Shell, comenzó su primer negocio, distribuyendo platos de pescado en porciones individuales para hospitales y clínicas, en Valparaíso.

En Boston, el observó cómo el mercado de EE.UU. consume importantes cantidades de cangrejo pasteurizado, proveniente de Asia y se le ocurrió que en Chile existía un suministro anual de choritos de alta calidad y relativamente baratos. “Me di cuenta de que no sería fácil”, expresa él, “pero yo estimaba que Chile tenía un gran potencial dentro de este mercado”.

Durante largos años, Nueva Zelanda ha dominado la industria de choritos en todo el mundo, pero los niveles de producción han ido subiendo en Chile. La producción mundial está creciendo alrededor de un 3% al año, pero a partir de 1999, los cultivadores chilenos han doblado sus producciones a 30.000 toneladas anuales.

Más aún, Chile tiene el clima apropiado, aguas no contaminadas y bajos costos de producción. El precio en Chile para una libra de choritos sin conchas, es de alrededor de USD 2.50, en comparación a los USD 2.80 por libra, incluyendo conchas, de Nueva Zelanda.

Y el chorito chileno, dice Fahrenkrog, “es suave, tiene una buena textura, un buen color y un tamaño premium perfecto”. Ya está siendo exportado pero principalmente en forma de congelado.

“Nueva Zelanda y China son nuestros dos principales rivales”, manifiesta él. “Pero Nueva Zelanda es caro y China tiene problemas con las regulaciones sanitarias; Chile es un país muy competitivo”, agrega él. Y el Tratado de Libre Comercio de Chile con EE.UU., que entró en vigencia a inicios del año pasado, ha complementado dicha competitividad, al fomentar el conocimiento sobre los productos chilenos, manifiesta él.

Una vez de vuelta en Chile, Fahrenkrog se reunió con los cultivadores de choritos del área cercana a Puerto Montt, en el sur de Chile y con ellos formó una alianza; posteriormente regresó a Boston para comprar la maquinaria de pasteurización. Todo lo que le faltaba era un distribuidor estadounidense.

Ese problema fue resuelto tres meses después, cuando Fahrenkrog viajó a Miami como parte de una misión comercial organizada por AmCham, la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) y la Cámara de Comercio de Santiago (CCS). En esa ocasión, conoció a Eva Berman de E&R Internacional Seafood, Inc., la compañía que actualmente distribuye sus productos en el mercado norteamericano.

“Si no hubiera viajado con la misión de AmCham, yo no tendría un solo cliente en los Estados Unidos”, dice Fahrenkrog. “Yo podía haber tenido un producto certificado espectacular, pero eso no lo conduce a uno a ninguna parte si no se tiene una carpa de circo o a alguien que venda los boletos”, agrega.

El primer embarque

Hasta este momento, Fahrenkrog de 26 años de edad, ha invertido USD 20.000 de sus ahorros en su compañía, Seafood Chile, con sede en Viña del Mar. Esta es la única productora del país de productos del mar pasteurizados, expresa él.

“Fui muy arriesgado en términos de inversión, tanto en lo relativo a oportunidad como en lo que se refiere a la parte financiera”, afirma él. Pero Fahrenkrog también tiene costos reducidos al operar a Seafood Chile desde las oficinas de Geomediciones, una firma de ingeniería, de propiedad de su padre, en la que también trabajan su hermano y su esposa Catalina.

Después de encontrar al distribuidor, Seafood Chile necesitó la aprobación del U.S. Food and Drug Administration (FDA) (Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos), así como la certificación de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (Hazard Analysis and Critical Control Point) (HACCP), el método utilizado en la industria alimenticia de EE.UU. para identificar y eliminar potenciales riesgos de seguridad. Fue este trámite, el que probó a Fahrenkrog hasta su límite.

El hecho que Seafood Chile sea la primera compañía en el país que produce choritos pasteurizados, hace que el proceso sea un gran desafío. “Hubo momentos en los que estuve verdaderamente desesperado”, se recuerda. “Ello representaba invertir, invertir e invertir y pagar por la certificación y pagar a los laboratorios y volver a realizar pruebas una y otra vez; yo sabía qué cosas estaban involucradas, pero jamás pensé que ello sería tan difícil”, recuerda él.

Pero ¿de dónde surgió este espíritu de perseverancia? Quizás es la sangre de inmigrante de los abuelos de Fahrenkrog que llegaron a Chile provenientes de Alemania, buscando una vida mejor. “Yo miro el ejemplo de mi padre y veo que nada se logra en dos años”, explica él. “Ello puede tomar hasta veinte años”.

Su interés en los alimentos proviene de sus abuelos que trabajaban como hoteleros. Y habiendo sido siempre un apasionado de la pesca con mosca, su incursión hacia una industria basada en pescado, parecía lo más natural. Uno de sus otros negocios, es un refugio para pesca con mosca en Chiloé.

Finalmente, el 15 de Abril, el primer embarque de choritos pasteurizados de Seafood Chile, empacado en 500 frascos, voló rumbo a Miami, lugar donde se venderán al detalle aproximadamente entre USD 7 o USD 8 por frasco de una libra. Pero el plan de Fahrenkrog a mediano plazo es el de exportar sobre mil frascos a la semana a EE.UU.

Los choritos en sí serán vendidos en conjunto con una ambiciosa gama de sabores, tas como limón y ajo, barbacoa, teriyaki (plato japonés de pescado, azonado con salsa de soya), Cajun, dill (eneldo), curry y una mezcla de choritos con almejas,que el mismo Fahrenkrog ha diseñado. También hay otros productos que pronto serán lanzados, tales como los ostiones y una mezcla de paella que incluye pescado, choritos, almejas y ostiones.

“Cuando uno ejecuta algo y eres pionero, es muy importante perseverar. En los momentos difíciles, tienes que recordar que la vida no te regala nada”, concluye el joven empresario.

Putting a new spin on a product currently exported mostly in frozen form, a Chilean start-up company has just made the country’s first export of pasteurized mussels to the U.S.

In March 2004, Arturo Fahrenkrog visited the International Seafood Show held annually in Boston, Massachusetts. And the young Chilean entrepreneur, not long graduated from the Universidad del Mar in Valparaíso, saw an opportunity in pasteurized seafood.

Fahrenkrog was not new to seafood. While still at university, he was one of the winners of Savia Nueva, an annual competition organized by Shell Chile to promote entrepreneurship among young people and, with Shell's support, started his first business, distributing individually-portioned fish dishes to hospitals and clinics in the Valparaíso area.

In Boston, he saw how the U.S. market consumes important quantities of pasteurized crab from Asia and it occurred to him that, in Chile, there was a year-round supply of relatively cheap, high-quality mussels. "I realized it would not be easy," he says, "but I believed that Chile had a big potential in this market."

For a long time, New Zealand has dominated the world’s mussel industry, but production levels have been climbing in Chile. Worldwide output is rising at about 3% a year but, since 1999, Chilean farmers have doubled their production to 30,000 tonnes annually.

Moreover, Chile has the right climate, unpolluted waters, and low production costs. The price in Chile for a pound of mussels, without shells, is around US$ 2.50, as compared to US$2.80 a pound, including shells, in New Zealand.

And the Chilean mussel, says Fahrenkrog, "is sweet and has a good texture, a nice color and a perfect premium size". It is already exported, but mostly in frozen form.

"New Zealand and China are our two main rivals," he explains. "But New Zealand is expensive and China has trouble with sanitary regulations; Chile is a very competitive country," he adds. And Chile’s free trade agreement with the United States, which came into force at the beginning of last year, has complemented that competitiveness by heightening awareness of Chilean products, he says.

Back in Chile, Fahrenkrog met with mussel farmers from the area around Puerto Montt in southern Chile, with whom he has formed an alliance, and then he returned to Boston to buy the pasteurizing machinery. All he lacked was a U.S. distributor.

That problem was solved just three months later when Fahrenkrog traveled to Miami as part of a trade mission organized by AmCham, Chile’s Manufacturers’ Association (SOFOFA) and the Santiago Chamber of Commerce (CCS). There, he met Eva Berman of E&R International Seafood, Inc., the company that now distributes his products in the U.S. market.

"If I had not gone on the AmCham mission, I wouldn’t have a client in the United States,” says Fahrenkrog. "I could have a spectacular certified product, but that gets you nowhere if you don’t have a circus tent or anyone to sell the tickets," he notes.

First shipment

So far, 26-year-old Fahrenkrog has invested US$20,000 of his savings in his company, Seafood Chile, based in Viña del Mar. It is, he says, the country’s only producer of pasteurized seafood products.

"I was very daring in terms of investment, both as regards timing and financially,” he says. But Fahrenkrog has also contained costs by operating Seafood Chile out of the offices of Geomediciones, an engineering firm owned by his father and in which his brother and wife, Catalina, both work.

After finding a distributor, Seafood Chile needed approval from the U.S. Food and Drug Administration (FDA) as well as Hazard Analysis and Critical Control Point (HACCP) certification, the method used in the U.S. food industry to identify and eliminate potential safety risks. It was this paperwork that tested Fahrenkrog to the limits.

The fact that Seafood Chile is the first company in Chile to produce pasteurized mussels made the process especially challenging. "There were moments when I was truly desperate," he recalls. "It was invest and invest and invest, and pay for certification and pay for the laboratories, and do the tests again and again; I did know what was involved, but I never thought that it would be so difficult," he recalls.

So where did this spirit of perseverance come from? Perhaps it is the immigrant blood from Fahrenkrog's paternal grandparents who came to Chile from Germany looking for a better life. "I look at my father's example and I see that nothing is achieved in two years," he explains. "It takes twenty.”

>From his grandparents, who worked as hoteliers, came his interest in food. And, always a passionate fly fisherman, his foray into an industry based on fish seemed natural. One of his other business ventures is a fly fishing lodge in Chiloé.

At last, on April 15, Seafood Chile’s first 500 jars of pasteurized mussels were flown into Miami, where they will retail at around US$7 or US$8 per pound jar. But Fahrenkrog’s medium-term plan is to export over a thousand jars a week to the United States.

Plain mussels will be sold alongside an ambitious range of flavorings - lemon and garlic, barbeque, teriyaki, Cajun, dill, curry, and a mussel and clam mix - that Fahrenkrog himself has devised. Soon to be launched are scallops and a paella mix that includes fish as well as mussels, clams and scallops.

"When you do something and you are a pioneer, it is very important to persevere. In difficult moments, you have to remember that life gives you nothing for free,” concludes the young entrepreneur.
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