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18 Abril 2013

La historia de Crystal Lagoons, el desarrollador chileno de enormes lagunas cristalinas, a estas alturas es conocida para muchos en la comunidad de negocios de Chile. Reconocida como Empresa del Año en el 2012 por el Colegio de Ingenieros de Chile, Crystal Lagoons constituye un estudio de caso de cómo tecnología hecha en Chile puede patentarse y exportarse de manera exitosa.


Todo comenzó con el fundador de la compañía, el empresario y bioquímico chileno Fernando Fischmann. En un desayuno que AmCham celebró el 26 de marzo, Fischmann contó a los miembros de la Cámara cómo Crystal Lagoons se convirtió en un desarrollador de soluciones innovadoras para algunos de los problemas de agua más urgentes del mundo.


Imágenes del primer proyecto de Fischmann, el resort San Alfonso del Mar en la costa central de Chile, son comunes en Internet. Con su agua cristalina y playas de arenas blancas, tiene el récord Guinness como la piscina más grande del mundo y es un icono del desarrollo de Chile.


Cuando Fischmann comenzó a desarrollar San Alfonso en la década de los 90, se dio cuenta de que la orilla de la paya era demasiado rocosa y que el agua era muy fría para quienes estaban de vacaciones. Su solución fue construir una enorme piscina donde la gente pudiera nadar y practicar deportes náuticos en un entorno seguro.


Pero había un problema. La piscina rápidamente se convirtió en una “sopa de arvejas” y el contratista no le devolvía sus llamadas telefónicas, dijo Fischmann.


El ejecutivo viajó al extranjero en busca de una tecnología accesible que mantuviera su piscina limpia, pero se dio cuenta de que otros desarrolladores enfrentaban el mismo problema. “Cuando yo le hablaba a la gente de esta laguna cristalina me decían tú estás loco (…) si eso fuera posible estaría lleno de esas lagunas en el mundo, así que no siga insistiendo con esa tontera”.


De regreso en Chile, Fischmann estaba convencido de que había una manera de lograrlo. Luego de volver al laboratorio, él y su equipo descubrieron un proceso tecnológico que mantendría cristalinas grandes masas de agua dulce o salada a un costo relativamente bajo.


Este opera inyectando químicos automáticamente para mantener el equilibrio necesario en el pH de la piscina. De esta forma, la piscina emplea menos químicos y mucha menos energía que las piscinas tradicionales, explicó Fischmann.


Crystal Lagoons no recibe nada por adelantado por sus servicios, sino que se le paga un porcentaje de las ventas de la inmobiliaria. “Ha sido un win-win tanto para nosotros como para los desarrolladores”, indicó.


Hoy en día, Crystal Lagoons tiene 250 proyectos en desarrollo alrededor del mundo, que incluyen desarrollos en Chile, Perú, Colombia, Indonesia, Estados Unidos y el Medio Oriente. La calidad del agua en todas las lagunas se monitorea, a través de Internet, desde las oficinas centrales de la compañía en Chile.


En Estados Unidos, donde Crystal Lagoons abrió oficinas en Miami y Nueva York, la empresa tiene un proyecto en desarrollo en Palm Beach, Florida, y está en negociaciones para desarrollar más. “Estados Unidos es un mercado maduro, sofisticado” con mucho potencial, sostuvo Fischmann.


La compañía ha patentado su tecnología en 160 países. Dada su experiencia técnica en gestión de aguas de gran escala, la firma también está patentando nuevos usos para su tecnología los que podrían tener aplicaciones en otras industrias.


Un ejemplo de ello es el sector eléctrico. Las centrales termoeléctricas emplean agua para enfriamiento, pero esto puede ser un problema. Las centrales a carbón en Chile ocupan agua de mar y luego liberan agua caliente al océano, lo que puede dañar el medio ambiente marino circundante.


Para resolver el problema, se pueden usar lagunas a fin de suministrar agua a la central y recibir el agua caliente utilizada, señaló Fischmann. En teoría, las mismas lagunas también se pueden emplear para bañarse y otras actividades recreativas. “No se daña el medio ambiente, no se utiliza agua y se puede eventualmente utilizar esta energía que hoy día se está desperdiciando”.


Crystal Lagoons ha comenzado a construir una laguna para la compañía eléctrica Endesa cerca de Santiago y espera desarrollar más proyectos en el futuro. Esto podría incluir proyectos en Estados Unidos luego que la firma recibiera recientemente su segunda patente en virtud de la iniciativa de vía rápida para patentes “verdes” de la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos.


Las compañías mineras también se están sumando. Crystal Lagoons está en negociaciones con compañías en el norte de Chile que tienen un problema con la acumulación de microorganismos en el agua de mar utilizada en sus procesos. Las lagunas podrían limpiar primero el agua, lo que haría más fácil y barato bombear a las minas, señaló Fischmann.


Además podrían reducir el costo de desalinización. La osmosis inversa es el método más común en Chile, pero el agua tiene que purificarse o las membranas se obstruyen. Si en cambio el agua proviniera de lagunas de agua salada, entonces la costosa purificación sería innecesaria, destacó Fischmann. Crystal Lagoons ya tiene una laguna de agua salada en Sharm el-Sheikh en Egipto y está proyectando una segunda en Antofagasta.


Y como si eso fuera poco, Crystal Lagoons podría tener la clave para el problema de escasez de agua de Chile. La compañía está en conversaciones con asociaciones agrícolas para capturar agua lluvia en lagunas que luego podría infiltrarse a acuíferos para riego de terrenos agrícolas durante épocas secas.


Las lagunas también podrían almacenar agua potable en un estado limpio sin necesidad de costosos sistemas de filtración y químicos potencialmente dañinos. “Hemos tenido algunas conversaciones con empresas de agua y es parte de las cosas que estamos interesados en conocer”, sostuvo Fischmann.


La acuicultura también podría beneficiarse. Las pisciculturas en tierra son más fáciles de controlar que las jaulas en el océano, pero son costosas de mantener. Ello podría cambiar si las lagunas cristalinas pudieran suministrarles agua purificada a un precio accesible.


Finalmente, las lagunas podrían reducir el costo de tratar grandes volúmenes de agua, en especial para industrias con un alto consumo de agua tales como la industria forestal. “Todas estas cosas que estamos viendo son ideas que se ven potencialmente muy interesantes, pero todavía queda un tiempo de investigación por delante”, concluyó.


Claramente, la tecnología de Fischmann tiene usos más allá de impulsar el valor de desarrollos inmobiliarios. Desde la desalinización hasta la purificación, el potencial parece ilimitado. Puede que Crystal Lagoons sea conocida por traer el Club Med a Chile, pero también se está convirtiendo rápidamente en una fuente de innovación.


Julian Dowling es editor de bUSiness CHILE

The story of Crystal Lagoons, the Chilean developer of huge crystalline lagoons, is by now familiar to many in Chile’s business community. Named Empresa del Año (Company of the Year) in 2012 by the Chilean College of Engineers, Crystal Lagoons is a case study in how made-in-Chile technology can be successfully patented and exported.


It all started with the company’s founder, Chilean businessman and biochemist Fernando Fischmann. Speaking at an AmCham breakfast on March 26, Fischmann told members how Crystal Lagoons has evolved into a developer of innovative solutions to some of the world’s most urgent water-related problems.


Images of Fischmann’s first project, the San Alfonso del Mar resort on the coast of central Chile, are common on the Internet. With its crystal clear water and white sand beaches, it holds the Guinness World Record as the world’s largest pool and is an iconic image of Chile’s development.


When Fischmann began developing San Alfonso in the 1990s, he realized that the shoreline was too rocky and the water too cold for holidaymakers. His solution was to build a huge pool where people could swim and practice aquatic sports in a safe environment.


But there was a problem. The pool quickly turned into a “green pea soup” and the contractor did not return his phone calls, said Fischmann.
He travelled abroad to look for an affordable technology that would keep his pool clean but found that other developers faced the same problem. “People thought I was crazy, they said it couldn’t be done.”


Back in Chile, Fischmann was convinced there was a way. After returning to the lab, he and his team discovered a technological process that would maintain large bodies of crystalline fresh or saltwater at a relatively low cost.


It works by injecting chemicals automatically to maintain the pool’s required pH balance. In this way, the pool uses fewer chemicals and much less energy than traditional pools, explained Fischmann.


Crystal Lagoons receives nothing upfront for its services but is paid a percentage of the real estate developer’s sales. “It’s win-win for us and the developers,” he said.


Today, Crystal Lagoons has 250 projects in development around the world including in Chile, Peru, Colombia, Indonesia, the United States and the Middle East. The water quality in all of the lagoons is monitored, via the Internet, from the company’s headquarters in Chile.


In the United States, where Crystal Lagoons has opened offices in Miami and New York, the company has a project in development in Palm Beach, Florida, and is in talks to develop more. “The US is a mature, sophisticated market with a lot of potential,” said Fischmann.


The company has patented its technology in 160 countries. Given its expertise in large-scale water management, the company is also patenting new uses for its technology that could have applications in other industries.


One example is the power industry. Thermoelectric plants use water for cooling but that can be a problem. Coal-fired plants in Chile draw seawater and then release hot water into the sea, which can harm the surrounding marine environment.


To solve the problem, lagoons can be used to supply water to the plant and receive the used hot water, said Fischmann. In theory, the same lagoons can also be used for bathing and other recreational activities. “It doesn’t harm the environment and uses the heat that is currently wasted.”


Crystal Lagoons has started building a lagoon for the power company Endesa near Santiago and it hopes to develop more projects in the future. This could include in the US after the company recently received its second patent under the US Patent and Trademark Office’s fast track initiative for ‘green’ patents.


Mining firms are also jumping in. Crystal Lagoons is in talks with companies in northern Chile that have a problem with the accumulation of microorganisms in seawater used in their processes. Lagoons could clean the water first, making it easier and cheaper to pump up to the mines, said Fischmann.


They could also reduce the cost of desalinization. Inverse osmosis is the most common method in Chile, but the water has to be purified or the membrane gets clogged. If the water came instead from saltwater lagoons, then costly purification would be unnecessary, pointed out Fischmann. Crystal Lagoons already has one saltwater lagoon in Sharm el-Sheikh in Egypt and is working on a second in Antofagasta.


As if that weren’t enough, Crystal Lagoons could hold the key to Chile’s water shortage problem. The company is in talks with farming associations to capture rainwater in lagoons that could then be injected into aquifers for irrigation of farmland during the dry season.


Lagoons could also store drinking water in a clean state without the need for expensive filtration systems and potentially harmful chemicals. “We have had some talks with water utilities and they are interested,” said Fischmann.


Aquaculture too could benefit. Land-based fish farms are easier to control than pens in the ocean, but are costly to maintain. That could change if crystalline lagoons could supply them with affordable purified water.


Finally, lagoons could lower the cost of treating large volumes of water, especially for water-intensive industries like the forestry industry. “All these ideas are interesting but more research is needed,” he concluded.


Clearly, Fischmann’s technology has uses far beyond boosting the value of real estate developments. From desalinization to purification, the potential seems limitless. Crystal Lagoons may be known for bringing Club Med to Chile, but it is also quickly becoming a fountain of innovation.


Julian Dowling is Editor of bUSiness CHILE



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