¿Una Burbuja Brillante?Bling Bling Bubble?

07 Marzo 2010

El oro ha sido empleado por siglos como divisa, reserva de riqueza y estándar para desarrollar políticas monetarias y respaldar monedas. El oro nunca pasa de moda, pero hoy en día, en el corolario de la reciente crisis económica, la demanda por el metal precioso está aumentando. Las instituciones financieras y los inversionistas individuales se han unido a la bonanza del oro como un medio para almacenar valor en medio de las fluctuaciones de las divisas y la incertidumbre económica, lo que ha hecho su precio suba a más de US$ 1.000 la onza. Sin embargo, el brillo podría desgastarse si los inversionistas perciben que otras inversiones se han vuelto menos riesgosas.


La demanda de oro se basa en parte en sus cualidades físicas y su atractivo, pero principalmente en su limitada oferta, estimada en cerca de 160.000 toneladas en el 2009. Tal como otros productos negociados en el mercado, el precio del oro se determina por la oferta y la demanda. No obstante, a diferencia de otros bienes básicos, la limitada cantidad de oro que hay en el mundo, y su percibida disponibilidad, tiene un gran impacto sobre el precio. La percepción, más que la producción anual, puede causar cambios de precios significativos y frecuentes.




El año pasado no fue la excepción. Durante el 2009, el precio del oro subió de manera drástica de cerca de US$ 800 por onza, sobrepasando la barrera de los US$ 1.000 y alcanzando los US$ 1.200 (un aumento del 50%) para cerrar en cerca de US$ 1.100. Algunos inversionistas como Jim Rogers, un reconocido administrador de fondos de cobertura, predijeron que el oro podría llegar incluso a los US$ 2.000 la onza. Claramente, existe el riesgo de que el oro se haya elevado por encima de sus indicadores fundamentales y podría estar sobrevalorado.




¿Por qué están los inversionistas tan interesados en el oro hoy en día? La razón tiene que ver con la protección que permite en el caso de dos escenarios macroeconómicos. En el primer escenario, las tasas de interés en niveles mínimos récord y las condiciones monetarias acomodaticias en todo el mundo podrían impulsar una explosión inflacionaria, en cuyo caso el oro opera como una cobertura del poder adquisitivo. Por otro lado, en un escenario de débil recuperación económica global con deflación de precios en economías desarrolladas, el oro también proporciona protección. Hay un claro patrón observable en los precios del oro: las alzas ocurren cuando hay preocupaciones de inflación o deflación.




Si bien los riesgos de que se repita la Gran Depresión se han disipado, hay varias razones que justifican que el precio del oro se mantenga cerca de máximos récord. El creciente interés de los inversionistas por diversificar sus carteras en activos distintos al dólar ha traído consigo una renovada demanda por el metal precioso. Un incremento estructural de la demanda debido a los mayores ingresos en las economías emergentes, notablemente en India, también puede explicar la tendencia al alza de los precios. Finalmente, el reciente aumento que se ha observado en el riesgo soberano (Dubai, México, Grecia y España) ha generado preocupaciones en cuanto a que podría haber una nueva crisis en el horizonte.




No obstante, también hay señales en cuanto a que la burbuja del oro podría estar a punto de estallar. Como destacó el economista John Maynard Keynes cuando bautizó al oro como un “reliquia bárbara”, el oro no tiene ningún valor intrínseco; no podemos comerlo o quemarlo. Su valor proviene en gran medida de la percepción de los inversionistas. De modo que si las actuales preocupaciones sobre la inflación a futuro y el aumento del riesgo soberano de algunos países disminuyen, el precio del oro podría caer de nuevo al nivel de los US$ 800 o menos.




Eso no significa que los inversionistas deberían vender de manera agresiva todo su oro. Los inversionistas deberían acoger una asignación mesurada de oro u otros activos de protección contra la inflación en su portafolio. Sin embargo, los inversionistas deberían emplear el oro con moderación o la gallina de los huevos de oro podría terminar picoteándolos.




Axel Christensen es director gerente para Chile de la firma global de gestión de inversiones Blackrock, la que se fusiono con Barclays Global Investors en diciembre de 2009. Christensen preside además el Consejo Consultivo del Mercado de Capitales del Ministerio de Hacienda.



Gold has been used for centuries as a currency, a reserve of wealth and a standard to develop monetary policies. Gold is never out of style but today, in the aftermath of the recent economic crisis, demand for the precious metal is soaring. Financial institutions and individual investors have joined the gold rush as a means to store value amid currency fluctuations and economic uncertainty, pushing its price over US$1,000 an ounce. But the shine could wear off if investors feel other investments have become less risky.

The demand for gold is based partly on its physical qualities and attractiveness but mainly on its limited supply - estimated at around 160,000 tons in 2009. As other market-traded products, the price is set by supply and demand. However, unlike other commodities, the limited amount of gold in the world, and its perceived availability, has a huge impact on the price. Sentiment, rather than annual production, can cause significant and frequent price swings.

Last year was no exception. During 2009 the price of gold rose dramatically from around US$800 per ounce, surpassing the US$1,000 barrier and touching US$1,200 (a 50% increase) to settle around US$1,100. Some investors like Jim Rogers, a well-known hedge fund manager, predicted that gold could even reach US$2,000 per ounce. Clearly, there is a risk gold has risen ahead of its fundamentals and could be overvalued.

Why are investors so interested in gold nowadays? The reason has to do with the protection it affords in the case of two macroeconomic scenarios. In the first scenario, record low interest rates and accommodative monetary conditions around the world could fuel an inflation burst, in which case gold works as a hedge in purchasing power. On the other hand, in a scenario of weak global economic recovery with price deflation in developed economies, gold also provides protection. There is a clear pattern observable in gold prices: spikes occur when there are concerns about inflation or deflation.

Although the risks of repeating the Great Depression have dissipated, there are several reasons that justify the price of gold remaining at near record highs. The increasing interest of investors to diversify into non-dollar assets has included a renewed demand for gold. A structural increase in demand due to higher incomes in emerging economies, noticeably India, can also explain the upward price trend. Finally, the recent increase observed in sovereign risk (Dubai, Mexico, Greece and Spain) has raised concerns a new crisis could be on the horizon.

However, there are also signs that the gold bubble could be near bursting. As the economist John Maynard Keynes pointed out when he christened gold as a “barbarous relic,” gold has no intrinsic value; we cannot eat or burn it. Its value largely stems from investor sentiment. So if the present concerns about future inflation and the increase in sovereign risk of some countries subside, the gold price may fall back to US$800 or lower.

That does not mean investors should hawk all their gold. They should welcome a measured allocation of gold or other inflation protection assets in their portfolio. However, investors should use gold sparingly or the goose that laid the golden egg may end up biting them.

Axel Christensen is Managing Director for Chile of global investment management firm BlackRock, which merged with Barclays Global Investors in December 2009. He also chairs the Finance Ministry's Council on Capital Markets.


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