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Presidenta de AmCham Chile, Kathleen Barclay, reflexiona en Diario Financiero sobre los desafíos del sistema de pensiones en Chile.
Cuando las sociedades deben abordar desafíos transversales y trascendentes, el diálogo y la reflexión compartida son esenciales para su mejor resolución. Por ello, creo imperativo que en Chile abordemos bajo esta óptica el desafío de cómo mejorar los ingresos y calidad de vida de las personas de la tercera edad una vez que dejan de trabajar.
Los cambios demográficos a nivel mundial han impuesto este desafío a la mayoría de los países, de los cuales no hay ninguno que lo haya resuelto a cabalidad. Ello evidencia la complejidad de este escenario, lo cual hace necesario como punto de partida elaborar un completo y consensuado diagnóstico. Sólo así se puede iniciar un trabajo serio y con mayores probabilidades de éxito.
Existe acuerdo en relación a la importancia de asegurar una vejez digna a los chilenos y, a su vez, es fundamental ser conscientes que como país ya tenemos un camino recorrido. En este sentido, quiero destacar el gran aporte que el actual sistema de capitalización individual ha significado para el desarrollo económico de Chile en los últimos 35 años. La creación de fondos importantes de ahorro -hoy ascienden a US$ 173.000 millones, equivalente a 70% del PIB- ha permitido el crecimiento de un mercado de capitales de largo plazo que ha tenido un rol clave en la canalización de recursos hacia inversiones productivas y rentables. Éstas, a su vez, se han traducido en la creación de un gran número de empleos y mejoras en los salarios, lo que ha sido fundamental para lograr una mejor calidad de vida de los chilenos e incrementar sus posibilidades de ahorro para la vejez.
El contar con un mercado de capitales robusto ha impactado positivamente en la imagen del país en el extranjero, lo cual es clave para una economía tan abierta como la chilena. Incluso el sistema de pensiones fue “exportado” a otros países, como Perú y Colombia.
Las sociedades evolucionan y la chilena no es la excepción, lo que genera la necesidad de modernizar o adaptar varias legislaciones, como se está evidenciando hoy con el sistema previsional. Cualquier modificación a la cual éste sea sometido debiese realizarse con el debido cuidado y tiempo necesario -no de manera apresurada-, además debiese tener como base la mejora en el monto de la cotización y, por cierto, la minimización de las lagunas; ello, con el fin de asegurar un mayor ahorro y, por ende, mejores pensiones.
Además, hay que tener presente que el sistema de pensiones está íntimamente ligado al mercado laboral, el cual tiene múltiples desafíos que deben ser abordados, tales como el trabajo informal, la baja participación laboral femenina y juvenil, las lagunas laborales, la capacitación o reconversión que permita mantener la empleabilidad de las personas de mayor edad, entre otros.
Dado este contexto, que evidencia la relevancia del sistema de pensiones, tanto en el bienestar de las personas como en el desarrollo del país, es que su futuro debe ser abordado sin premura y con la mayor integralidad posible, ya sea de visiones como de actores.
Desde este punto de vista es fundamental que asumamos que todos tenemos responsabilidad en nuestras pensiones, no solo el Estado o el sistema que las administra, ya que como cotizantes somos dueños de nuestros ahorros y responsables de aportar mensualmente a nuestra cuenta de capitalización individual desde que somos laboralmente activos. En este sentido, tanto el sector público como el privado, tenemos un importante desafío entre manos, que es asumir un rol más activo en la educación financiera y previsional de los chilenos.
Como filosofía de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio, AmCham Chile, el diálogo público privado es fundamental y, más aún, cuando se trata de abordar políticas públicas. Por ello, hemos formado una mesa técnica transversal, la cual está analizando la situación del sistema de pensiones chileno y las variables que inciden en su funcionamiento, de manera de elaborar un documento con observaciones y recomendaciones, el que haremos llegar a las autoridades para aportar en este trascendental proceso que hoy enfrenta el país.
Como destaqué en las primeras líneas, estamos frente a un desafío nacional, fundamental para la calidad de vida de los chilenos y para el desarrollo del país. No me cabe duda que éste debe ser abordado como su envergadura dicta; buscando consenso nacional y mediante un análisis reflexivo que involucre el diálogo con los actores que participan de esta sociedad.
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