Reportaje Tendencias: El salto hacia los negocios verdes
El país se prepara para la celebración de la COP 25 a fin de año.
Pese a que el Plan de Descarbonización del gobierno se enfoca en las centrales de carbón y trae oportunidades para el sector de energía, también abre recambios en minería, transporte o construcción. En paralelo, las empresas avanzan con estrategias para mitigar el impacto ambiental, en un año inédito para el país, de cara a la celebración de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, COP 25.
Por Airam Fernández y Constanza Garín
Reutilización de infraestructuras para avanzar en Energías Renovables No Convencionales (ERNC), la incorporación de nuevas tecnologías en los sectores productivos, nuevas iniciativas de ecourbanización, para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), y estrategias para dar pasos más decididos en la transición hacia la economía circular.
Son algunos de los escenarios que se abren en Chile para cumplir con los compromisos adquiridos en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU y que cobran especial importancia en medio de la agenda de actividades, programas y proyectos que han marcado este 2019: un año inédito en temas “verdes”, con el avance de la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) para la gestión de residuos, la conformación del Pacto por el Plástico, el lanzamiento del Plan de Descarbonización que contempla el retiro de ocho centrales de carbón en un plazo de cinco años y, a 2040, la clausura de las restantes termoeléctricas.
Y en diciembre, el cierre estelar con la celebración de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, COP 25, donde el país será anfitrión y también vitrina para mostrar sus logros. Hay consenso en que la iniciativa de “limpiar” la matriz energética que el gobierno presentó el pasado 4 de junio es de las más importantes en un escenario no sólo a nivel ambiental, al prometer la reducción de cerca de 30% de las emisiones totales de GEI, sino en torno a las oportunidades de negocios que podrían surgir.
Sustituir gradualmente las centrales a carbón por otras renovables y “más competitivas”, con la tecnología como punto de partida, es lo primero que destaca Cristóbal de la Maza, jefe de la División Ambiental y Cambio Climático del Ministerio de Energía, pensando en un recambio del parque de generación por uno “más limpio”, que aproveche al máximo la energía proveniente del sol, el viento, la tierra y el agua.
“Mediante instrumentos que favorezcan una transición costo-efectiva de la matriz energética, como sistemas de compensación o de transacción de emisiones, se puede facilitar la implementación de tecnologías como las de almacenamiento de energía, que hoy resultan más costosas y que son esenciales para la seguridad del suministro”, dice De la Maza.
Las centrales solares de concentración de potencia, como el Proyecto Valhalla, que almacena energía en embalse, o el recientemente inaugurado cargador bidireccional de la Agencia de Sostenibilidad Energética, son dos muestras de cómo avanza Chile en esta línea, señala Andrés Pesce, gerente de Sustentabilidad y Nuevos Negocios de Fundación Chile (Fch): “Son ejemplos de respuestas de negocio y de tecnología”.
Dar un nuevo uso a la infraestructura de las unidades construidas en Iquique, Tocopilla, Puchuncaví y Coronel también es una alternativa. Por ejemplo, con inversión en plantas desalinizadoras o de tratamiento de residuos domiciliarios, añade la directora de Estrategia y Sustentabilidad de Corfo, Victoria Paz.
Y aunque es claro que las circunstancias podrían generar pérdidas en algunas fuentes de trabajo, la buena noticia es que surgirán nuevos puestos. De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala en su informe “Sostenibilidad Medioambiental con Empleo 2018”, que la adopción de prácticas sostenibles, particularmente los cambios en la combinación de fuentes de energía y el aumento de la eficiencia energética, provocará un incremento de 18 millones de puestos laborales en todo el mundo.
Es lo que ocurrirá en el campo local de las ERNC, como la solar y fotovoltaica, dice Cristóbal de la Maza. En especial, para absorber las plazas que irá dejando el cierre de las centrales. En esa línea, los ministerios de Energía y Trabajo llevan a cabo una tarea conjunta, para la identificación de las nuevas capacidades que serán requeridas, junto a la elaboración de planes para abordar este escenario, señala la autoridad.
El avance de otros sectores
Pese a que el Plan de Descarbonización se refiere puntualmente a centrales, su implementación también impulsará recambios y adopciones en otras industrias intensivas en consumo energético, por lo que es esperable un “efecto irradiación” en minería, transporte o construcción, señala la ejecutiva de Corfo, en un contexto de prácticas de cuidado medioambiental y mitigación que plantean un “cambio transversal” a lo que producen las empresas, así como a las demandas de las personas.
Para Carlos Finat, director ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera), es clave lo que ocurre en el sector minero con los nuevos contratos de suministro eléctrico de las grandes empresas. “La mayoría está exigiendo que sean suministrados solamente por generación renovable”, ejemplifica. La minería representa una gran oportunidad para impulsar un modelo de economía circular “de alto impacto” en el país y potenciar una industria “verde” con el cobre y litio como motores, dice Petar Ostojic, director ejecutivo del Centro de Innovación y Economía Circular (CIEC) y CEO de Neptuno Pumps, empresa que hoy se dedica a entregar soluciones de ingeniería en bombas centrífugas para los procesos mineros y que ha sido reconocida como la primera compañía chilena y latinoamericana en los premios The Circulars que organiza el World Economic Forum, debido a que 60% de sus productos es fabricado con material reutilizado y reciclado.
Un modelo que aunque incipiente en otras industrias, avanza a buen ritmo en el sector pesquero y también en el forestal, destaca Ostojic. “Las salmoneras ya están reutilizando los desechos que generan para la elaboración de ropa y zapatos, por ejemplo. Lo mismo pasa con la reutilización de desechos de la madera para la producción de nuevos productos. El aserrín, que antes era desecho, ahora es considerado un recurso muy valioso”, relata.
En el retail, Sodimac hizo sus primeras apuestas. Desde marzo pasado, todos los despachos de productos por compras online son carbono neutral, como parte de las medidas tomadas para reducir el impacto de su operación y en línea con la meta de rebajar sus emisiones directas en 30% a 2021, explica el gerente de Sustentabilidad de la compañía, Juan Carlos Corvalán. La estrategia se suma a la instalación de paneles fotovoltaicos en los techos de sus tiendas en 2017 y, a mediano plazo, evalúan la implementación de programas de electromovilidad, “tanto para el traslado de nuestros trabajadores como para los productos”.
Reciclaje y principios pasivos
En un escenario en el que la ONU estima que anualmente cerca de ocho millones de toneladas de plástico terminan en los océanos, y en donde la ley REP propone una meta de recolección del 45% de este material a 2030, varias empresas ya han desarrollado iniciativas propias para contribuir con los objetivos.
Magdalena Balcells, gerente general de la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla), destaca tres: Nestlé, que en mayo de este año desarrolló una tecnología que permite que sus envases plásticos de yogurt puedan ser reciclados a partir de una etiqueta que se desprende en su totalidad, sin dejar residuos. Coca-Cola, que en 2017 destinó más de US$ 14 millones en la tecnología EcoFlex para la botella de agua mineral Vital, generando un envase que utiliza 40% menos de plástico. O Comberplast, que vio en la contaminación de Chiloé una oportunidad de negocios, trazando un plan junto a los pescadores para retirar del mar casi cuatro mil toneladas de desechos de cabos marinos y otros plásticos y con eso, construir basureros reciclados.
Sodimac también tiene iniciativas similares, con su Red Nacional de Puntos Limpios, que suman 18 entre Arica y Chiloé, donde se han reciclado más de 14 mil toneladas de material. De hecho, con parte de esos residuos plásticos, la empresa desarrolló una línea propia de productos de aseo, organización y menaje, siendo la primera iniciativa de economía circular de un retailer en Sudamérica, resultado de una alianza con TriCiclos y Comberplast, destaca Juan Carlos Corvalán.
Desde Midas Chile también se enfocan en “acercar la sustentabilidad a la comunidad a través del retiro puerta a puerta de los residuos electrónicos”. Lo hacen en alianza con empresas del retail y telecomunicaciones, explica Daniel Saldías, director de Economía Circular de esta empresa de reciclaje que utiliza energía eléctrica para estos procesos, lo que dice ser “compensado con dos plantas fotovoltaicas que generan 351 Megawatt al año, equivalente a la reducción de 121 toneladas de CO2”.
En el levantamiento de edificaciones que respondan a los nuevos estándares también hay potencial, en un contexto donde el sector construcción representa cerca de 40% del consumo total de energía en el mundo, y el mayor aporte en las emisiones de CO2, dice Roberto Urzúa, director de Capacitación del Instituto Passivhaus Chile, organización que asesora la construcción del primer edificio residencial con certificación Passivhaus en Latinoamérica, cuyos cimientos crecen en la comuna de Ñuñoa.
Se trata de una “exigente certificación” de origen alemán, con 30 años de experiencia mundial, que apunta a disminuir al máximo el consumo energético de las viviendas “a través de la aplicación de principios pasivos, para alcanzar estándares de eficiencia y reducción de emisiones que cumplan con las necesidades de los nuevos tiempos”, explica.
La inclusión de esta certificación será creciente en el sector, estima Urzúa, porque los tiempos cambiaron. “A cualquier persona le interesa saber cuántos km/litros rinde un auto antes de comprarlo, al ser un gasto mensual importante. Lo mismo se está trasladando a casas y departamentos”, asegura.
Desafíos pre y post cumbre
Todos estos temas, junto a las inquietudes de los sectores preocupados, serán clave en la discusión de la COP 25, dicen los expertos. Roberto Urzúa cree que es una “tremenda oportunidad para pedir acciones concretas que mejoren los estándares de eficiencia en el sector edificación”. Petar Ostojic añade que es una “vitrina irrepetible” para que el país muestre cuánto potencial hay en sus industrias, que son “de clase mundial”, además de una oportunidad para instalar colectivamente la urgencia de un cambio “en la forma de pensar, hacer y consumir”.
Pero los desafíos siguen después de la cumbre. Por el lado del Ministerio de Energía, el énfasis estará en garantizar la certeza jurídica necesaria para tomar decisiones de inversión, “enfocando los esfuerzos en mejorar permanentemente la regulación vigente y así facilitar la creación de nuevos mercados”, señala Cristóbal de la Maza. Esto debe abordar, a juicio de Carlos Finat, esfuerzos en materias como el uso de leña e incentivo al uso de autos eléctricos.
Por el lado del Ministerio de Medio Ambiente, el reto está en la elaboración de una hoja de ruta en la que colaboren privados, academia y sociedad civil, dice la ministra de la cartera, Carolina Schmidt.
“Generar una visión compartida de cómo se ve ese Chile circular en 2040, junto a un plan de acción concreto que trascienda períodos de gobierno”, es parte del trabajo pendiente.
Y aunque el escenario luce positivo, Andrés Pesce reconoce que ahora es necesario materializar los cambios, que incluyen “muchísimo esfuerzo, innovación, coordinación e inversión”. Y tiempo, sobre todo, pues “probablemente se verán con fuerza en una generación o más”.
Los países que llevan la delantera en estrategias sostenibles
En Europa, Asia y EE.UU. están las experiencias más exitosas en estos temas. Petar Ostojic, del CIEC, destaca el “liderazgo” de la Unión Europea especialmente porque en 2015, la agrupación de países estableció un plan de acción de 54 medidas para “cerrar el círculo” del ciclo de vida de los productos, a través de un mayor reciclado y reutilización.
En su página web, la Comisión Europea explica que la iniciativa “hace hincapié en el establecimiento de cimientos sólidos sobre los que puedan prosperar las inversiones y la innovación”, promoviendo el crecimiento económico sostenible y la creación de nuevas plazas de trabajo.
En recolección y reciclaje de productos eléctricos, también la UE lleva la delantera, afirma Victoria Paz, de Corfo, destacando a Suecia, Dinamarca y Bélgica.
“Considerando que el 95% de nuestros celulares y computadores tiene uso desconocido, estamos desaprovechando esta oportunidad, que esperamos acortar a través del Centro de Economía Circular”, dice, en referencia a este proyecto que la estatal impulsa en el norte del país.
Paz también observa que San Francisco (EE.UU.) y Amsterdam son ejemplos importantes a nivel de gestión urbana. La ciudad estadounidense desvía el
80% de sus desechos de los vertederos y apunta a convertirse en zero waste a 2020. Para lograrlo, en 2009 aprobó una ley que obliga a los ciudadanos a separar la basura, exigiendo a empresas y residencias reciclar y compostar sus residuos.
Seguir el camino hacia una economía sustentable es un proceso largo y costoso, afirma Andrés Pesce, de Fundación Chile, basándose en el pronóstico del Fondo de Innovación finlandés (Citra), entidad que promueve el desarrollo estable y equilibrado por medio de proyectos que aumentan la eficiencia de la economía.
“Ellos pronostican en cuatro trillones de euros la inversión necesaria para una transición hacia una economía circular. Es un esfuerzo que los Estados no pueden hacer por sí mismos, sino que requiere de los privados”, dice Pesce.
Alianza público-privada que promueve la economía circular del plástico.
En abril de 2019 fue suscrito el Pacto Chileno de los Plásticos (PCP), una iniciativa apoyada por el Ministerio de Medio Ambiente y Fundación Chile. Uno de sus objetivos es luchar contra la contaminación derivada por este material, promoviendo la economía circular en un contexto anual de producción de 78 millones de toneladas de plástico, donde gran parte termina enterrado en rellenos sanitarios.
“Hemos planteado que al año 2040 sólo 10% de nuestros residuos domiciliarios llegue a un relleno sanitario. Hoy la cifra es de 96%”, detalla la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
Ocho empresas suscribieron el pacto. El gremio sectorial, Asipla, también es parte activa de esta iniciativa que considera un “potenciador” de la Ley REP. “Las empresas adheridas asumen compromisos a futuro, que tienen que ver con que el 100% de los productos sea diseñado para reutilizarlos, reciclarlos o compostarlos”, sostiene Magdalena Balcells, gerente general de la asociación que junto a la Sofofa y la cartera de Medio Ambiente, trabajan para implementar una eco-etiqueta en los envases y embalajes que refleje, entre otras cosas, su nivel de reciclabilidad.