¿Qué debe esperar América Latina del próximo Presidente de Estados Unidos?

03 Noviembre 2008
Esa fue la pregunta planteada a Mateo Budinich, Presidente de  AmCham por La Tercera. "En la agenda diaria del presidente de EE.UU., independiente de quién sea, América Latina...casi... no está presente. Esa fue la conclusión  que saqué tras escuchar una detallada narración de Moisés Naím sobre cómo se confeccionaba esa agenda en Washington.". Lea más.
La relación de Estados Unidos con América Latina ha sido una historia de expectativas y frustraciones.
Propongo, por lo mismo, un cambio en la pregunta: ¿Qué PUEDE esperar América Latina  del próximo presidente de los EE.UU.?
Seamos realistas.
No deberíamos esperar mayores cambios. Si revisamos las últimas administraciones es fácil constatarlo,  ya que normalmente la política  exterior de EE.UU. es apoyada por ambos partidos.
Es cierto que los candidatos presidenciales se han pronunciado...algo...sobre Latinoamérica, sobre todo con relación a los TLC’s. Obama ha sido más insistente en cuanto a revisarlos con miras a su restricción. McCain ha apoyado la firma del TLC con Colombia. Si Obama resulta ganador, sumado a la crisis financiera actual, podrían resurgir algunas voces más proteccionistas. Pero también hay que mirar estos “anuncios”, como los propios de una campaña electoral.
Otra razón para no esperar cambios tiene que ver con el “comportamiento” de algunos en la región. Si queremos ser considerados mayormente, debemos ser socios confiables y atractivos. En este momento –como región- no lo somos.
En este ámbito, la situación de Chile es muy diferente. No  sólo tenemos una sólida relación comercial, sino que también la administración ha demostrado un interés muy evidente por Chile.
EE.UU. ha sido el principal socio comercial e inversionista de Chile, y pasada la crisis financiera actual, esa relación no sólo continuará. Debe fortalecerse.
Estados Unidos apostó por Chile cuando negoció el TLC,  razón por la que éste incluye beneficios casi excepcionales para Chile. El resultado ha sido mucho más exitoso que lo pronosticado.
Este interés por Chile no debería cambiar porque a  EE. UU. le interesa  que a Chile le vaya bien y que se levante como modelo para otros en Latinoamérica.
Es probable, además, que  Estados Unidos no firme nuevos TLC’s en el mediano plazo, salvo los que están en negociaciones avanzadas. Esto nos proporciona la posibilidad de seguir “en vitrina” un tiempo más, en la medida que se aborden materias pendientes y que pueden echar por la borda la competitividad  y confianza  alcanzadas hasta ahora (acuerdo de doble tributación, reformas MKIII, mayor flexibilidad laboral, protección a la propiedad intelectual, fomento a la innovación y más inglés).
Chile debe trabajar para que esa confianza –su principal activo-  dé frutos concretos, atrayendo más inversiones.
También debe esforzarse más por mostrar un liderazgo regional, a partir de nuestros éxitos económicos y de reducción de la pobreza. Pero así como esperamos que EE.UU. no defina sus relaciones con Chile en función de la región, tampoco podemos condicionar nuestra relación con EE.UU., en función de ésta.
Nuevamente hay que ser realistas: los éxitos que muestre Chile pueden servir para compensar en parte la imagen de la región en EE.UU.. El resto, depende de cómo se desenvuelvan los otros países. Por lo demás, si bien con la región nos une una historia, un idioma, y debemos apoyarnos mutuamente, Latinoamérica difícilmente podrá reemplazar el potencial de comercio e inversión de Estados Unidos.

Por eso debemos aprovechar este período de incertidumbre –y relativo status quo-para dar los pasos que permitan al país ser un actor importante en el comercio con EE.UU. y cuidar una relación cuyos beneficios están a la vista.

Esa fue la pregunta planteada a Mateo Budinich, Presidente de  AmCham por La Tercera. "En la agenda diaria del presidente de EE.UU., independiente de quién sea, América Latina...casi... no está presente. Esa fue la conclusión  que saqué tras escuchar una detallada narración de Moisés Naím sobre cómo se confeccionaba esa agenda en Washington.". Lea más. 
La relación de Estados Unidos con América Latina ha sido una historia de expectativas y frustraciones.
Propongo, por lo mismo, un cambio en la pregunta: ¿Qué PUEDE esperar América Latina  del próximo presidente de los EE.UU.?
Seamos realistas.
No deberíamos esperar mayores cambios. Si revisamos las últimas administraciones es fácil constatarlo,  ya que normalmente la política  exterior de EE.UU. es apoyada por ambos partidos.
Es cierto que los candidatos presidenciales se han pronunciado...algo...sobre Latinoamérica, sobre todo con relación a los TLC’s. Obama ha sido más insistente en cuanto a revisarlos con miras a su restricción. McCain ha apoyado la firma del TLC con Colombia. Si Obama resulta ganador, sumado a la crisis financiera actual, podrían resurgir algunas voces más proteccionistas. Pero también hay que mirar estos “anuncios”, como los propios de una campaña electoral.
Otra razón para no esperar cambios tiene que ver con el “comportamiento” de algunos en la región. Si queremos ser considerados mayormente, debemos ser socios confiables y atractivos. En este momento –como región- no lo somos.
En este ámbito, la situación de Chile es muy diferente. No  sólo tenemos una sólida relación comercial, sino que también la administración ha demostrado un interés muy evidente por Chile.
EE.UU. ha sido el principal socio comercial e inversionista de Chile, y pasada la crisis financiera actual, esa relación no sólo continuará. Debe fortalecerse.
Estados Unidos apostó por Chile cuando negoció el TLC,  razón por la que éste incluye beneficios casi excepcionales para Chile. El resultado ha sido mucho más exitoso que lo pronosticado.
Este interés por Chile no debería cambiar porque a  EE. UU. le interesa  que a Chile le vaya bien y que se levante como modelo para otros en Latinoamérica.
Es probable, además, que  Estados Unidos no firme nuevos TLC’s en el mediano plazo, salvo los que están en negociaciones avanzadas. Esto nos proporciona la posibilidad de seguir “en vitrina” un tiempo más, en la medida que se aborden materias pendientes y que pueden echar por la borda la competitividad  y confianza  alcanzadas hasta ahora (acuerdo de doble tributación, reformas MKIII, mayor flexibilidad laboral, protección a la propiedad intelectual, fomento a la innovación y más inglés).
Chile debe trabajar para que esa confianza –su principal activo-  dé frutos concretos, atrayendo más inversiones. 
También debe esforzarse más por mostrar un liderazgo regional, a partir de nuestros éxitos económicos y de reducción de la pobreza. Pero así como esperamos que EE.UU. no defina sus relaciones con Chile en función de la región, tampoco podemos condicionar nuestra relación con EE.UU., en función de ésta.
Nuevamente hay que ser realistas: los éxitos que muestre Chile pueden servir para compensar en parte la imagen de la región en EE.UU.. El resto, depende de cómo se desenvuelvan los otros países. Por lo demás, si bien con la región nos une una historia, un idioma, y debemos apoyarnos mutuamente, Latinoamérica difícilmente podrá reemplazar el potencial de comercio e inversión de Estados Unidos.

Por eso debemos aprovechar este período de incertidumbre –y relativo status quo-para dar los pasos que permitan al país ser un actor importante en el comercio con EE.UU. y cuidar una relación cuyos beneficios están a la vista.


 
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