La reunión de este año del FMI en Washington se vio inevitablemente opacada por la crisis financiera internacional, pero -para Andrés Velasco- también fue una oportunidad para celebrar. El 10 de octubre, recibió el premio al Ministro de Hacienda Latinoamericano del Año de manos de la revista Emerging Markets por sus ejemplares políticas fiscales.
Por cierto, la disciplina fiscal no es nada nuevo en Chile, pero la virtud del ministro Velasco -a veces criticado en su país por ser “amarrete”- radica en haberla mantenido durante el auge del cobre. “La historia de América Latina es de mal manejo de auges de bienes básicos y esta vez, Chile quería hacerlo bien”, señala.
Que Chile sea ahora un acreedor neto por primera vez en su historia y que tenga cerca de un 10% del PIB reservado en ahorros para los malos tiempos, ciertamente, es una noticia bienvenida. Pero ¿por cuánto tiempo podrá proteger a la economía en contra de la crisis?
¿Cómo ve el desarrollo de la crisis? ¿Como una recesión? ¿Como una depresión?
La crisis financiera en Estados Unidos no se ha desarrollado del todo, pero es difícil imaginar que, después de un período de congelamiento o semi-congelamiento de los mercados financieros en Estados Unidos, el Reino Unido y gran parte de Europa continental no habrá un efecto sobre la inversión y el crecimiento en esos países. Hemos visto caer sus proyecciones de crecimiento una y otra vez durante los últimos trimestres.
¿Y el contagio en Chile?
Chile vive en el planeta Tierra y estamos muy integrados. Sin embargo, hay una lista que tiene bastante aceptación de cosas que hacen que uno sea potencialmente vulnerable -déficit fiscal, fuertes obligaciones de deuda de corto plazo, etc.- y cada punto de esa lista está ausente en Chile.
Eso es bueno y tranquilizador, pero…
Es un punto de partida absolutamente crucial. Y se muestra en los resultados de los mercados. Entre el 1 de enero y el 30 de septiembre, el diferencial de riesgo país de Chile fue el que menos se movió en América Latina y fue uno de los dos o tres que registró menos variación en todo el mundo de mercados emergentes. Si usted toma las 40 bolsas de valores más grandes del mundo, la de Chile fue una de las que menos cayó al 30 de septiembre.
Pero el cobre se está desplomando …
No se está desplomando; está cayendo desde un máximo extraordinariamente alto. Esa es una cosa para la que estamos extremadamente bien preparados por la simple razón de que no elaboramos nuestro presupuesto sobre la base del precio spot del cobre.
Pero no sólo es eso; los precios del cobre tienen un efecto sobre el ingreso neto del país y, por tanto, sobre la demanda y tenemos amplios mecanismos para regular la demanda agregada que han funcionado muy bien. A diferencia de otros países de mercados emergentes, tenemos una serie de reglas monetarias y fiscales que están orientadas precisamente a contrarrestar las fluctuaciones en cosas como el precio del cobre. Más problemático que un shock de demanda fue un shock de oferta, como el precio del petróleo, eso sí tuvo un grave efecto sobre la inflación chilena.
La crisis resolverá la inflación…
Ayudará con lo que han sido dinámicas inflacionarias bastante desafiantes. Ahora la inflación tiene cierta persistencia…
¿Pero ha dejado de ser el problema medular?
Es muy pronto para decir eso, pero la balanza de riesgos está comenzando a cambiar.
De modo que Chile sólo va a tener un leve resfrío…
Hasta ahora, Chile ha mostrado mucha fortaleza para soportar esta crisis.
Usted ha sido crítico de la política económica estadounidense; ¿dónde cree que estuvo el problema?
El punto es que hay dos tipos de mercados: aquellos donde la amenaza de la bancarrota es creíble y ejerce un efecto disciplinario, y aquellos donde esa amenaza está ausente. En mercados donde uno puede perder la camisa si hace tonteras, uno necesita poca regulación o a lo mejor nada de regulación. Pero si uno tiene un mercado donde la amenaza de la quiebra no es creíble y, en especial, en donde hay garantías gubernamentales implícitas o explícitas, entonces lo que se requiere es una regulación bastante estricta, de lo contrario los incentivos están desalineados.
Eso es hasta cierto punto lo que ha ocurrido. Algunos accionistas han perdido su capital -como debería ser- pero parece bastante evidente ex post que había demasiados incentivos para la toma de riesgos y no suficientes desincentivos, de los cuales el más importante es que si lo haces mal, perderás mucho dinero.
Entonces lo que está diciendo es que si volvemos a los primeros años de la década, ¿no había suficiente regulación en Estados Unidos?
No había suficiente regulación de un tipo en particular y no había suficiente transparencia. Se compraban y vendían algunos instrumentos que nadie comprendía realmente. Como me dijo recientemente un colega: “Supe que Wall Street tendría problemas cuando dejaron de reclutar a nuestros doctorados en economía y comenzaron a contratar a nuestros doctorados en física”. Eso comenzó hace 10 años.
De modo que las instituciones financieras no debieran ser rescatadas?
Uno tiene que hacer una diferencia entre los incentivos que entrega al comienzo del camino, que importan mucho, y las decisiones que confronta al final del camino. Para cuando estas firmas se volvieron grandes, las interconexiones se volvieron múltiples y los riesgos para el sistema de pagos y la estabilidad financiera son tan grandes como ahora, básicamente no hay opción.
¿Suscribe usted la teoría de que todo esto es culpa de Estados Unidos?
No, lejos de eso. Es notable cómo uno ve cosas similares en mercados muy diferentes que operan en lugares muy distintos del mundo bajo sistemas legales muy distintos.
¿Pero todo no tiene que ver con los activos tóxicos estadounidenses?
No sabemos lo suficiente como para afirmar eso. ¿Se debe a eso la volatilidad que ha registrado el mercado bursátil en Rusia durante las últimas dos semanas?
¿Está Estados Unidos ahora donde estaba Chile en su crisis bancaria en la década de los 80?
En un sentido muy básico, sí. La de Chile fue una crisis bancaria más tradicional, fueron los bancos comerciales los que actuaron en ese entonces mientras que, en Estados Unidos y el Reino Unido, han terminado muy involucrados, pero el problema comenzó en otro lado con instrumentos financieros que habrían sido impensables en Chile en 1982.
¿Es la regulación mundial la respuesta?
No estoy seguro de si uno necesita o puede aspirar a tener un regulador mundial, pero resulta bastante evidente ahora que una regulación descoordinada a través de los distintos países no va a ser muy efectiva.
¿Ve una repercusión en contra de las políticas del libre mercado?
Creo que hay lecciones correctas e incorrectas de un episodio como este. La lección correcta es hacer la distinción que mencioné previamente sobre los mercados que pueden requerir una regulación exigente y aquellos que no la necesitan, y necesitamos saber dónde trazar la línea. Si esa es la conclusión, creo que es saludable.