¿Por Qué no Todos me Quieren?Why Doesn’t Everybody Love Me?

18 Abril 2012

Es grato ser popular y maravilloso ser querido, y como político siempre es placentero ser lo uno o lo otro.

El presidente Piñera acaba de pasar (el 11 de marzo) la mitad de sus cuatro años de mandato y el presidente Obama se prepara para enfrentar al candidato republicano, aunque este aún debe ser elegido.

La retórica en ambos países nos haría creer que estamos siendo gobernados por estúpidos incompetentes cuyo único propósito es sobrevivir a su mandato presidencial o (en el caso de Obama) ganar la reelección y -en definitiva- asegurar una noble posición en la historia.

La campaña ya empezó en Chile y unas 10 personas dentro de los partidos que componen la coalición opositora se dan empellones por la atención de la prensa y subir en las encuestas.

En Estados Unidos, los candidatos republicanos parecen estar haciendo un trabajo tan maravilloso de difamación de sus rivales que quedará poco para que Obama ataque cuando la campaña real, que precede a la elección de noviembre, se ponga en marcha.

Lo que parece común en ambos países es la falta de apoyo de las bases para los dos presidentes en funciones. Recientes encuestas sugieren que (casi) nadie quiere a Piñera -a pesar de la continua fortaleza de la economía chilena y la menor tasa de desempleo– pero luego ¡tampoco nadie quiere a ninguno de los líderes “tradicionales” de la oposición!

Al mismo tiempo, parece haber una falta de apoyo de gente que quiera a Obama, pero de nuevo, ninguno de los aspirantes republicanos ha generado mucho afecto; ha sido más una cuestión de votar por el menor de dos, tres o cuatro males.

Entonces, ¿dónde nos deja esto? Piñera tiene poco menos de dos años de su mandato de cuatro años para implementar, de manera exitosa, todas las promesas que hizo durante su campaña; en realidad es menos dado que perderá efectivamente el poder después de la elección presidencial de noviembre del 2013.

Al momento de escribir estas líneas, Chile experimenta un nivel sin precedentes de agitación social que posiblemente continuará durante todo el 2012. Por su parte, Obama enfrenta decisiones muy difíciles sobre Irak y Afganistán, además de la necesidad de vital importancia de reactivar la economía antes de que los votantes se dirijan a las urnas el 6 de noviembre.

Entonces, ¿por qué nuestros actuales líderes (Piñera y Obama) y casi la totalidad de quienes se ofrecen para el escrutinio público son tan poco queridos? Muy simple; los votantes han aprendido a no ser embaucados por políticos con mucha labia quienes prometen todo. En cambio, medirán a los candidatos o presidentes contra un simple gráfico de lo que ofrecen versus lo que entregan y ¡“En serio, no quiero escuchar sus excusas”!

Quizás Piñera ofreció hacer demasiado durante su mandato de cuatro años y quizás Obama no fue, y no ha sido, lo suficientemente específico sobre sus promesas y logros. No obstante, cualquiera que espere obtener el principal trabajo en los dos países lo conseguirá porque la gente cree que él o ella cumplirán con lo que prometen. Y si usted gana, quédese con los guantes de boxeo después de la lucha electoral, porque habrá muchas batallas por delante.

Sí, los tiempos son duros y las economías están bajo amenaza. La globalización está muy bien, siempre y cuando lo negativo (las pérdidas de empleo, la mayor inflación, las incertidumbres del mercado, etc.) no ME afecten.

Pero quienes, por la razón que sea, aspiran a la principal oficina en el territorio háganlo (espero) sabiendo que deben lidiar con temas extremadamente complejos y no solo para ser elogiados por rescatar mineros o llegar a un acuerdo sobre el endeudamiento de la nación.

Si quiere ser querido, conviértase en un gran comediante o filántropo, quizás incluso un pediatra, autor, cantante o personalidad deportiva. En palabras del gran Bardo de Avon, el juego de la política es más una “Comedia de las Equivocaciones” y a veces, como Julio César nos recordaría, sus propios adeptos leales los cortarán si la voluntad del Senado no se atiende adecuadamente.

¿Cuán fuerte pueden caer los poderosos? Bueno, depende de la altura del pedestal que se han construido. Ya no hay espacio para el amor en la política o el Gobierno, solo un sólido desempeño. Quizás nuestros líderes deberían aprender a ser felices con “respeto y aceptación” y, finalmente, un sincero agradecimiento por una labor bien hecha.

Sigo ingenuamente optimista sobre el futuro y la capacidad de la humanidad para elegir a un ganador…

Santiago Eneldo

(Maltratos y comentarios políticos útiles a: [email protected])

It is nice to be liked and wonderful to be loved and as a politician it is always pleasant to be one or the other.

President Piñera has just passed (on March 11) the halfway mark of his four-year presidency and President Obama is warming up to take on the Republican nominee – as yet undecided.

The rhetoric in both countries would have us believe we are being governed by incompetent halfwits whose sole purpose is to survive their presidential term, or (in Mr. Obama’s case) win reelection, and ultimately secure a noble position in history.

Campaigning has already started in Chile and some 10 individuals within the parties comprising the opposition coalition are jostling for press time and upward movement in the polls.

In the U.S.A., the Republican candidates seem to be doing such a wonderful job of character assassination on their rivals that there will be little left for Obama to attack when the real campaign, leading up to the November election, gets underway.

What seems to be common in both countries is the lack of grass roots support for both incumbent presidents. Recent polls suggest that (almost) nobody loves Mr. Piñera – despite the continued strength of the Chilean economy and lower jobless rate – but then nobody loves any of the “traditional” leaders of the opposition either!

At the same time, there appears to be a lack of loving support for Mr. Obama but, then again, not one of the Republican aspirants has generated much affection; it has been more a question of voting for the lesser of two, three or four evils.

So where does this leave us? Mr. Piñera has just under two years of his four-year mandate to implement, successfully, all the promises made during his campaign; it is actually less since he will effectively lose power after the presidential election in November 2013.

At the time of writing, Chile is experiencing an unprecedented level of social unrest which is likely to continue throughout 2012. Meanwhile, Mr. Obama faces very tough choices on Iraq and Afghanistan, as well as the vitally important need to put fire back into the economy before voters go to the polls on November 6.

So, why are our current leaders (Piñera and Obama) and almost all of those offering themselves for public dissection so unloved? Very simple; voters have learned not to be suckered by smooth-talking politicians who promise everything. Instead, they will measure candidates or presidents against a simple graph of what they offer versus what they deliver and “I really don’t want to listen to your excuses”!

Perhaps Piñera offered to do too much during his four-year tenure and maybe Obama was not, and has not been, specific enough about his promises and accomplishments. Regardless, anyone who expects to win the top job in either country will get there because people believe he or she will deliver what they promise. And if you win, keep the boxing gloves on after the electoral fight because there will be many a battle to come.

Yes, times are tough and economies are under threat. Globalization is all very well, providing the downside (job losses, higher inflation, market uncertainties, etc.) doesn’t affect ME.

But those who, for whatever motive, aspire to the highest office in the land do so (I hope) knowing they must deal with extremely complex issues and not just to be praised for rescuing miners, or for reaching an agreement on the nation’s indebtedness.

If you want to be loved, become a great comedian or philanthropist – perhaps even a pediatrician, author, singer or sports personality. In the words of the great Bard of Avon, the game of politics is more a “Comedy of Errors” and sometimes, as Julius Caesar would remind us, your own loyal supporters will cut you down if the will of the Senate is not being properly served.

How high can the mighty fall? Well, it depends on the height of the pedestal they have built for themselves. There is no longer room for love in politics or government, just a solid performance. Perhaps our leaders should learn to be happy with “respect and acceptance” and, finally, a sincere thank-you for a job well done.

I remain naively optimistic about the future and humanity’s ability to pick a winner…

Santiago Eneldo

(Abuse and useful political commentary to: [email protected])

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