Pero, entre mediados de septiembre y mediados de noviembre, los precios del cobre se redujeron a la mitad, generando lo que Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo del independiente Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO), califica de “un cambio muy radical en las condiciones comerciales”.
Esas son malas noticias no sólo para las empresas mineras, sino también para la economía chilena. Entre el 2004 y el 2007, las exportaciones del país se duplicaron a US$ 67.600 millones debido a que las ventas del cobre escalaron de US$ 14.700 millones US$ 37.600 millones, y, para el 2007, el ingreso fiscal generado por el cobre -correspondiente a las ganancias de Codelco, el productor estatal de cobre, y los impuestos gravados a las empresas mineras privadas- representaron casi un tercio del ingreso total del Gobierno.
También es posible que se vea afectada la inversión, uno de los factores clave del crecimiento económico de Chile durante los últimos dos años. A comienzos de este año, la Corporación de Bienes de Capital (CBC) -organización que sondea los planes de inversión de las empresas- estimó que en Chile se desarrollarían proyectos avaluados en cerca de US$ 51.000 millones durante los próximos cinco años y que el sector minero correspondería a casi un cuarto de esa cantidad.
Es poco probable que los proyectos mineros que ya están en construcción se vean afectados. Sin embargo, las grandes empresas mineras señalan que, en el actual contexto de incertidumbre, los proyectos que aún deben recibir su aprobación final posiblemente se posterguen.
Una razón para hacer una pausa en la toma de decisiones es que el costo de los proyectos está comenzando a caer a medida que descienden los precios de los insumos, como el acero. Y eso puede hacer una gran diferencia.
Si BHP Billiton hubiera construido su mina Spence, que comenzó a operar en el norte de Chile el 2006, en el punto más alto de los precios del cobre, quizás habría gastado el doble de los US$1.000 millones que costó la mina en realidad, afirma Mauro Valdés, vicepresidente de asuntos corporativos de BHP Billiton Base Metals, la empresa que también controla la empresa Minera Escondida.
La otra razón para la postergación es que los mercados financieros están más ajustados y el costo de los préstamos es mayor. Es un mito, señala Valdés, que los bolsillos de las grandes empresas mineras aún están abultados con las ganancias de los altos precios del cobre. Las empresas habían calculado sus necesidades de flujo de capital, incluidos sus dividendos, sobre la base de una caída mucho más lenta de los precios del cobre, afirma.
Reacción a la Conmoción de los Precios
En cualquier caso, las mentes de las empresas cupríferas están concentradas ahora en otro problema: cómo reducir los costos. "Hasta hace apenas unos meses, todo estaba enfocado simplemente en producir cuanto cobre fuera posible, ahora todo se trata del control de costos", afirma Valdés.
Afortunadamente, la caída de los precios del cobre ayudará por sí misma a este punto. A comienzos de este año, el precio del ácido sulfúrico, usado para lixiviar óxidos de cobre, se disparó a US$ 180 la tonelada, casi tres veces el nivel del 2007, pero desde entonces ha registrado una pronunciada baja. Lo mismo ha ocurrido con el petróleo, que ha ayudado a reducir los costos de la energía.
A un precio del cobre en torno a los US$ 1,60 la libra -su nivel a fines de noviembre- entre un 10% y 15% de la producción mundial tendrá una rentabilidad negativa, según Guajardo. Sin embargo, debido a que Chile aún es un productor con costos relativamente bajos, la cifra será levemente menor, sostiene.
Son las minas pequeñas del país las más vulnerables. En Calama, en el norte de Chile, se ha informado que un 30% de los pequeños productores ha cerrado y, en el puerto de Tocopilla, las estimaciones sugieren una cifra más cerca al 80%.
Durante los últimos años, el norte de Chile ha experimentado una “fiebre del cobre” a medida que pequeños inversionistas -muchos de los cuales no son mineros de tradición- intentaban obtener dinero rápido comprando o arrendando una mina. Desafortunadamente, algunos de ellos también compraron equipos a crédito sólo para darse cuenta que, a los actuales precios, ya no son viables.
Pero aún dejando a un lado a estos frustrados buscadores de fortuna, las pequeñas minas tienen costos de operación mucho más altos que sus competidores de mayor tamaño, lo que refleja su falta de economías de escala. Según Alberto Salas, vicepresidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), que representa a las pequeñas y medianas mineras, los costos promedio de producción de las minas pequeñas -aún si se considera la reciente caída de los precios de los insumos y la apreciación del peso frente al dólar- se ubican en un rango entre US$ 1,70 y 1,80 la libra, o en otras palabras sobre el precio que registraba el cobre a fines de noviembre.
Más aún, las minas pequeñas tienen menos espacio que los grandes productores para reducir costos. Si bien los costos financieros son importantes en las grandes empresas mineras -y pueden reducirse mediante la postergación de proyectos o la renegociación del vencimiento de sus obligaciones- los costos de las minas pequeñas son mucho mayores en materia de mano de obra e insumos y, por tanto, están vinculados más estrechamente a la producción, señala Salas.
Como resultado, el sector está presionando al Gobierno para reactivar un mecanismo de estabilización de precios, usado durante la anterior baja de los precios del cobre a fines de los años 90 y comienzos de esta década, que consistía en créditos a ser pagados una vez que los precios mejoraran. De hecho, los US$ 30 millones prestados a las pequeñas mineras entre los años 1998 y 2003 se habían pagado totalmente y con intereses para comienzos de este año, destaca Salas.
Los costos de producción en las minas de mediano tamaño -de las cuales Chile tiene cerca de 30- son levemente inferiores a los de las minas pequeñas, afirma Salas. Pero aún son vulnerables.
A fines de octubre, por ejemplo, la australiana Tamaya Resources, que controla la mina de cobre y oro Punitaqui en la Región de Coquimbo, en el norte de Chile, anunció que había solicitado un síndico, porque -con la baja de los precios del cobre- “no es posible para Tamaya pagar deudas a los acreedores y operar de manera ordenada”.
También hay preocupación en cuanto a que otras minas de mediano tamaño puedan cerrar a medida que los márgenes se contraen. “Ganaron tanto dinero durante los últimos tres años que en lugar de luchar por operar a los costos de hoy en día, bien podrían ir a Hawaii por un rato”, sugirió una fuente de la industria.
Un Mercado Impredecible
Una de las razones por las que ahora es tan difícil predecir el futuro del cobre es que el mercado internacional ha cambiado a medida que la demanda se ha diversificado. “Hace unas décadas, todo se trataba de Estados Unidos, Europa y Japón; ahora está China y otros países como Brasil, Turquía y Vietnam que también hay que considerar”, destaca Guajardo del CESCO.
A fines de noviembre, CESCO, de hecho, aún tenía que publicar su proyección para los precios del cobre en 2009. “¿Es esta una crisis mundial? Esa sigue siendo la pregunta sin responder”, señala Guajardo.
Por supuesto, todos los ojos están puestos en China. Ahora corresponde a un cuarto de la demanda internacional y “sin China, los precios nunca habrían subido tanto”, indica Eduardo Titelman, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Chilena del Cobre (COCHILCO), una agencia gubernamental.
Para el próximo año, COCHILCO proyecta un precio promedio del cobre de US$ 1,60 la libra, basado en las proyecciones para el desempeño económico de los países compradores de cobre que elaboró la firma británica Consensus Economics. No obstante, hay mucha incertidumbre, admite Titelman.
Un factor a favor de los precios del cobre es que, como indican los bajísimos niveles de los inventarios internacionales, la oferta mostró ser inelástica de cara al reciente auge de los precios. Mientras la producción mundial de molibdeno se incrementó en un 41% entre el 2002 y el 2007 en respuesta a los altos precios, el aumento de la producción de cobre en el mismo período fue de sólo un 14%, señala Guajardo.
Los bajos precios del cobre en los años previos al reciente auge deprimieron tanto las expectativas de crecimiento que las empresas invirtieron menos de lo necesario en exploración y equipamiento, sostiene. Y entonces, cuando los precios comenzaron a subir, la demanda aumentó tan rápidamente que los proveedores de equipos y contratistas no pudieron mantener el ritmo, poniendo una camisa de fuerza a la expansión de la producción.
Según Guajardo, un signo de que los productores han estado operando al límite de su capacidad es el anuncio de Escondida respecto a que su producción caerá en un 10% entre junio del 2008 y junio del 2009 debido a una falla en el molino de su planta concentradora Laguna Seca. Otras empresas incluidas la mina Collahuasi, en la que tanto Xstrata como Anglo American poseen una participación del 44%, también ha experimentado problemas similares, añade.
De hecho, la producción de cobre de Chile ha subido sólo lentamente. Desde 5,4 millones de toneladas en el 2004, cayó en 2005 y en 2006 antes de subir a 5,6 millones de toneladas en el 2007. Pero en el 2008, pese al inicio de operaciones de la mina Gabriela Mistral de Codelco, se espera que caiga nuevamente a una cifra levemente inferior a los 5,4 millones de toneladas, antes de recuperarse a 5,6 millones de toneladas en el 2009.
El Futuro del Cobre de Chile
Una vez que comience a disiparse la incertidumbre, las empresas mineras privadas de Chile tienen muchos proyectos listos para avanzar. Escondida, por ejemplo, recientemente presentó estudios de impacto ambiental para la construcción de una nueva planta concentradora y una planta de desalinización, y también está evaluando una serie de depósitos descubiertos durante exploraciones recientes.
Antofagasta Minerals, la rama minera del grupo industrial local Luksic, también está analizando la construcción de la nueva mina Esperanza y una expansión de su actual mina Los Pelambres, mientras que Anglo American tiene planes para expandir su mina Los Bronces y Xstrata está evaluando la construcción de la nueva mina El Morro.
Chile, después de todo, tiene un 30% de las reservas conocidas de cobre del mundo, destaca Titelman. Aún así, afirma, su participación del mercado internacional del cobre caerá en los próximos cinco a diez años. De hecho, Valdés de BHP Billiton estima que caerá de su actual nivel a cerca de un 35% o un 30% en un lapso de 10 años.
Según un sondeo anual de las empresas mineras realizado por el canadiense Fraser Institute, Chile es el sexto lugar más atractivo para la inversión minera en términos de su marco político, infraestructura, seguridad y otros factores similares, y el tercero en lo relativo a potencial minero, dada la actual regulación y las restricciones de uso de suelo. Sin embargo, esa “condición” es una importante advertencia. Bajo el supuesto de que todos los países aplican las mejores prácticas industriales y que no hay restricciones de uso de suelo -o, en otras palabras, al medir sólo el potencial minero “puro”- Chile cae al lugar número 31.
Con su estabilidad política, la experiencia técnica minera, altos estándares de infraestructura y minas que, debido a su forma geografía, nunca están lejos de un puerto, Chile claramente sigue siendo muy atractivo. Pero ya no tiene el potencial que tenía en la década de los 90 y ya no es considerado como un emergente país minero, dice Guajardo.
De hecho, su leyes minerales -que, según COCHILCO, ahora promedian entre un 0,6% y un 0,7%- son muy inferiores a las que se encontrarán en países emergentes -si bien más peligrosos- como el Congo, donde se estima llegan a entre un 3% y un 5%. Y, luego -debido a que la mayor parte de la minería se lleva a cabo en el desierto de Atacama, en el norte de Chile- está el problema del agua.
Hay tecnología -como la desalinazación -para resolver ese problema, destaca Valdés. No obstante, añade costos significativos y puede inclinar el balance en contra de proyectos que de lo contrario habrían sido rentables.
Pero, según las empresas mineras privadas, el actual crecimiento de la industria minera de Chile enfrenta otro cuello de botella: Codelco. La atención se ha concentrado en sus altos costos.
Si se excluyen los ingresos obtenidos a partir el molibdeno -un subproducto del cobre del que Codelco es el mayor proveedor del mundo- sus costos de producción de cobre llegaron a US$ 1,81 la libra en el tercer trimestre del 2008, un alza frente a los US$ 1,35 la libra de un año antes. Si se incorporan los ingresos obtenidos a partir del molibdeno a esos costos hace que la cifra caiga a US$ 1,11 la libra, pero el precio del molibdeno también ha registrado una fuerte baja, lo que sugiere que Codelco -la vaca lechera de los ingresos fiscales durante los últimos tres años- podría verse muy presionada para ser rentable el próximo año.
No obstante, a juicio de las empresas mineras privadas, ese no es el principal problema. Su queja es que Codelco -que no estuvo disponible para ser entrevistada por bUSiness CHILE- está como los perros escondiendo los huesos en términos de administración.
Según CESCO, la empresa estatal posee el 20% de las concesiones mineras del país -o, en otras palabras, las áreas de mayor interés mineral- mientras que BHP Billiton, por ejemplo, posee un magro 6%. Y Codelco no está haciendo mucho con ellas.
En el 2007, destinó un estimado de US$ 24 millones para exploración, señala Guajardo, mientras que BHP Billiton -con un tercio de sus concesiones- gastó US$ 20 millones y Xstrata gastó US$ 29 millones. Incluso la brasileña Vale desembolsó US$ 25 millones en exploración en Chile, comenta Guajardo.
Más aún, si bien Codelco está invirtiendo en proyectos de expansión, están diseñados principalmente para contrarrestar las menores leyes minerales de sus minas más antiguas. Como resultado, se sugiere que, en el 2020, su producción podría ser muy similar a la de hoy en día.
En otras palabras, aun cuando Chile enfrenta la posibilidad de una mayor competencia para la inversión de dólares por parte de países productores de cobre emergentes, no está haciendo todo lo que puede a futuro por desarrollar uno de sus activos más preciados. Difícilmente esa es una buena receta cuprífera para un futuro brillante.
Ruth Bradley es la editora general de bUSiness CHILE. Además trabaja como corresponsal en Santiago de The Economist.