¿Quién gobierna al mundo? Ésa es la pregunta analizada por el consultor de negocios y experto en política David Rothkopf en su nuevo libro, Superclass: The Global Power Elite and the World They Are Making.
La pregunta en sí –frecuente en el terreno de quienes teorizan sobre las conspiraciones- es tan antigua como el mundo mismo, pero Rothkopf (conocido de los miembros de AmCham Chile por su participación en la conferencia Business Future of the Americas Conference celebrada el año pasado en Santiago) tiene una nueva respuesta, la que en muchos aspectos resulta inquietante. Tal como las naciones del pasado generaron elites nacionales del mismo modo, afirma, la globalización ha producido una nueva elite mundial o superclase, formada por personas de distintas esferas sociales -financistas, funcionarios de bancos centrales, líderes de negocios, jefes de Estado, jefes militares, barones de los medios de comunicación, líderes religiosos, artistas- para quienes el mundo está a sus pies. Las comunicaciones globales ayudan tal como los jets privados Gulfstream, que son parte del equipamiento básico de la nueva elite y uno de sus símbolos más visibles. Ser rico es útil -muchos miembros de la nueva elite son más ricos que cualquier elite de la historia, destaca Rothkopf-, pero lo central es el poder, el poder para tener un efecto sobre la vida de las personas a escala mundial.
¿Quiénes son los miembros de esta nueva superclase y cuántos son?
Terminé con un grupo medular de entre 6.000 y 7.000 personas, en otras palabras, una en un millón. En cuanto a quiénes son, el 94% son hombres y el 60% proviene de Estados Unidos o Europa, si bien el segmento asiático es el que ha crecido con mayor rapidez.
¿A dónde debo ir si quiero reunirme con ellos? ¿Davos?
Muchas de las personas que conforman la superclase sí asisten a la reunión del Foro Económico Mundial en Davos. Gulfstream, por ejemplo, estima que el 10% de sus 1.500 aviones están detenidos en el aeropuerto durante dicha reunión. Pero el hecho de ir a Davos no significa necesariamente que seas de la superclase. Los miembros de la superclase tienden a haber asistido a las mismas universidades -Harvard, Oxford y Cambridge, la Sorbonne y la Universidad de Tokio, por ejemplo- y a menudo pertenecen a los mismos clubes como el Council on Foreign Relations de Nueva York.
Las elites siempre han existido; ¿qué es lo novedoso de ésta?
Más que nunca antes, ésta afecta de manera regular las vidas de millones de personas a través de las fronteras porque, si se les compara con las elites del pasado, tiene una cantidad muy grande de miembros que operan a escala global. Y, en parte debido a las comunicaciones globales, tienen más en común entre ellos que con otra gente en su propio país. La nueva superclase también está más estrechamente asociada al sector de lo privado, en lugar al de lo público, y hay una enorme concentración de poder y riqueza. Recuerde que las 100 empresas más grandes del mundo son más grandes que una serie de Estados. Desde el techo del mundo, el planeta puede verse muy pequeño.
Eso es preocupante…
El poder de los Gobiernos nacionales está disminuyendo en muchas partes del mundo. Los Gobiernos por su propia naturaleza están confinados a las fronteras, mientras que los miembros de la nueva superclase operan a una escala global. Los Gobiernos son particularmente débiles cuando se trata de abordar temas transnacionales. En ese sentido, el sistema de Westfalia necesita cierto afinamiento o, quizás, una revisión radical porque es incapaz de abordar temas como el cambio climático o la regulación de los mercados financieros internacionales. La superclase llena el vacío en esta estructura. Puede intervenir para resolver una crisis -digamos, una crisis financiera- de manera rápida y eficiente, pero si un grupo de sus miembros actúa en conjunto, pueden hacer avanzar sus propios intereses. Las elites en el pasado se excedieron, pero ahora no hay mecanismos nacionales para contrapesar el poder de la superclase. Tiene muchísimo más poder que cualquier otro grupo en el planeta.
Entonces, ¿es la nueva superclase una mala noticia?
Realmente no puedo afirmarlo. Algunos de sus miembros hacen el bien, como Bill Gates, y otros son completamente malos. Lo que puedo decir es que vivimos en un mundo de excesos sin parangón en el que la igualdad se está deteriorando. El 10% más rico ahora controla el 85% de toda la riqueza del mundo. Eso es realmente inquietante y quienes tienen poder tienen que responder por él. Chile, por ejemplo, lo ha hecho bien, pero la inequidad es un problema ahí.
¿Y dónde deja eso a la democracia?
Para comenzar, claramente hay algo mal si el 94% de la superclase son hombres. Una estructura política que no es representativa es una fuente de tensión. Necesitamos mecanismos globales que reflejen la voluntad de la gente común y corriente, de lo contrario aparece el riesgo de una reacción violenta. E, incluso si los líderes empresariales fueran ángeles, no podrían actuar en beneficio del interés público, porque tienen una obligación para con sus accionistas. Además analizan los resultados trimestrales y no los de más largo plazo porque no se les paga por hacer eso y la nueva elite es más efímera que las del pasado. El tiempo del poder vitalicio e inherente ya pasó. Perteneces a la nueva superclase sólo mientras dure tu poder y eso a menudo está relacionado con tu empleo.
Una última pregunta, ¿hay algún chileno miembro de la superclase?
Considero que los latinoamericanos corresponden a entre un 10% y un 15% de la nueva elite y, por supuesto, en ese grupo hay chilenos. Colocaría entre ellos a la presidenta Bachelet, al ministro de Relaciones Exteriores Foxley y a los dueños de las empresas líderes del país.