Los datos económicos han mejorado en el margen, pero Chile sigue enfrentándose a una crisis de confianza que está frenando la inversión y el crecimiento económico en general. Los recientes escándalos y los factores cíclicos en el extranjero son fácilmente culpados de ello. Sin embargo, hay temas subyacentes que apuntan a un posible cambio estructural en la dinámica de inversión que podría limitar el potencial de crecimiento de Chile en los próximos años. Chile se ha quedado atascado actualmente en un círculo vicioso con la baja confianza impactando la inversión y viceversa.
La confianza empresarial, medida por el Indicador Mensual de Confianza Empresarial (IMCE), se situó en apenas 46,45 en mayo, el decimoquinto mes consecutivo en territorio pesimista (por debajo de 50), y menor que el 48,48 reportado en abril. A pesar de los esfuerzos de ganar de nuevo la confianza a través de un tono más conciliador y un reciente ajuste de gabinete, incluyendo el primer cambio de Ministro de Hacienda en la historia de Chile, el descontento con el Gobierno también es alto, con un nivel de aprobación de sólo 23% en mayo. En tanto -respecto a la inversión-, la formación bruta de capital fijo y las importaciones de bienes de capital se contrajeron 2% y 11%, respectivamente, en el primer trimestre de 2015, el séptimo trimestre consecutivo de cifras negativas. Esto ha complicado el crecimiento en general con un Indicador Mensual de Actividad Económica (IMACEC) de abril creciendo sólo 1,7%. También hay alguna evidencia de fuga de capitales hacia el extranjero con el exceso de liquidez.
Al igual que en otros episodios recientes, el difícil entorno económico se ha enfrentado con las políticas anti-cíclicas características de Chile, tanto fiscal como monetaria. Sin embargo, existe una creciente preocupación de que esto será insuficiente para volver a las tasas de crecimiento anteriores y que los factores estructurales podrían estar en juego, resultando en menor crecimiento por un período más largo, incluyendo una rebaja en el crecimiento potencial del Producto Interno Bruto (PIB).
Durante las dos últimas décadas y media, Chile ha gozado de tasas de inversión, tal como se expresa en la inversión como porcentaje del PIB, por sobre 20%. Sin embargo, en la última década esto ha sido impulsado principalmente por el auge de los
commodities. Durante este
tiempo, Chile vio una fuerte aceleración de la inversión en minería, que se elevó a un máximo de 7% del PIB en 2014 desde su mínimo de casi 2% en 2001-2, mientras que la inversión no minera cayó a sólo 16% en 2014 desde un máximo de 23% del PIB en 1997-1998 (ver gráfico).
Esto es particularmente preocupante en el contexto actual, con pocas probabilidades que la inversión minera sea sostenida y con escasas iniciativas que estimulen la inversión en sectores no mineros.
Cada vez es más claro que el extraordinario ciclo de inversión minera de la última década está llegando a su fin. La intensidad del consumo de materias primas del socio comercial principal de Chile, China, está disminuyendo en tándem con un ajuste económico, afectando las expectativas de la demanda. Mientras tanto, los precios potencialmente más bajos combinados con una inflación de costos limitan el entusiasmo para nuevos proyectos.
En un nivel más amplio, el programa de reforma actual ha reducido ciertos incentivos, especialmente relacionados con la reinversión, y ha generado algunas incertidumbres, sobre todo porque el mercado espera más claridad sobre la implementación de las reformas tributaria y laboral, así como una potencial reforma constitucional, lo que podría afectar los derechos de propiedad. Igualmente importante es la falta de políticas claras cuando se trata de conflictos ambientales y sociales que están estancando el desarrollo de nuevos proyectos.
Chile es reconocido por su modelo económico progresivo y
open-market, lo que ha llevado décadas de crecimiento y desarrollo. Sin embargo, con el fin de seguir avanzando en este progreso, el país tendrá que intensificar sus esfuerzos para incentivar nuevas inversiones a través de diversos sectores.
Por Brian P. Chase
Portfolio Manager Head of Andean Equities Itaú Asset ManagementEconomic data has improved on the margin, but Chile continues to face a crisis of confidence, which is holding back investment and thus overall economic growth. Recent scandals and cyclical factors abroad are easily blamed. However, there are underlying issues that point to a potential structural shift in investment dynamics that could limit Chile’s growth potential in the coming years.
Chile is currently stuck in a negative feedback loop with low confidence impacting investment, and vice versa. Business confidence, as measured by the IMCE Index, stood at just 46.45 in May, the fifteenth consecutive month in pessimistic territory (below 50) and declining from 48.48 in April. Despite efforts to earn back confidence via a more conciliatory tone and recent cabinet adjustment, including the first change of the Finance Minister in Chile’s history, discontent with the government is also running high with government approval at just 23% in May. Meanwhile, on the investment front, gross fixed capital formation and capital goods imports contracted 2% and 11%, respectively, in 1Q15, the seventh consecutive quarter of negative readings. This has complicated overall growth with IMACEC for April rising just 1.7%. There is also some evidence of capital flight with excess liquidity moving offshore.
Similar to other recent episodes, the challenging economic environment has been met with Chile’s characteristic counter-cyclical policies, both on the fiscal and monetary fronts. However, there is growing concern that this will be insufficient to bring growth fully back on track and that structural factors could be at play, resulting in lower for longer growth, including a downgrade of GDP growth potential.
Over the past two and half decades, Chile has enjoyed investment rates, as expressed in investment as a percentage of GDP, above 20%. However, in the last decade, this has been mostly driven by the commodities boom. During this time, Chile saw a sharp acceleration in mining-related investment, which rose to a peak of 7% of GDP in 2014 from its low of nearly 2% in 2001-2, while non-mining investment fell to just 16% in 2014 from a peak of 23% of GDP in 1997-98 (see Chart).
This is particularly troubling in the current context, with mining investment unlikely to be sustained and few initiatives to stimulate investment in non-mining sectors.
It is becoming increasingly clear that the extraordinary mining investment cycle of the past decade is coming to an end. The commodity intensiveness of Chile’s primary trade partner, China, is declining in tandem with a broader economic adjustment, impacting expectations for demand. Meanwhile, potentially lower prices coupled with cost inflation limit enthusiasm for new projects.
On a broader level, the current reform agenda has reduced certain incentives, especially related to re-investment, and raised some uncertainties, especially as the market awaits clarity on tax and labor reform implementation, as well as a potential constitutional reform, which could affect property rights. Equally important, is the lack of clear policies when it comes to environmental and social conflicts that are currently stalling new project development.
Chile is renowned for its progressive open-market economic model, which has brought decades of growth and development. However, in order to further advance this progress, the country will have to intensify its efforts to incentivize new investment across a more diversified set of sectors.
By Brian P.Chase
Portafolio Manager Head of Andean Equities Itaú Asset Management