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Chile se ha transformado en un país interesante para el desarrollo de proyectos liderados por compañías multinacionales, en especial producto de nuestra estabilidad financiera y oportunidades comerciales. Equifax anunció la inversión de nuevos capitales por US$ 20 millones en la expansión de su Centro de Desarrollo en Santiago, Google ampliará su data center de Quilicura con US$ 140 millones y Walmart avanza en su Centro de Distribución El Peñón, en San Bernardo, con inversiones por US$ 180 millones.
Estas iniciativas y otras se enmarcan en proyectos que están modificando, optimizando y creando nuevas zonas productivas en diversas comunas de Santiago y también en regiones. Es así que para Chile es clave continuar invirtiendo en ámbitos que son esenciales para la planificación, desarrollo y puesta en marcha de estas iniciativas. Lo anterior, significa contar con la infraestructura básica que facilite el trabajo de empresas locales y extranjeras, y que garantice una mayor conectividad.
Para ello es clave avanzar en la construcción de obras viales, aéreas y portuarias, para que clientes, proveedores y representantes del sector privado tengan una experiencia y gestión mucho más expedita.
Por ejemplo, y tomando en consideración cifras de la Cámara Chilena de la Construcción, para el período 2018-2027 se estima necesario la inversión de más US$ 170 mil millones en el desarrollo de infraestructura que es considerada crítica para Chile. También es cierto que hemos alcanzado importantes logros, entre ellos, ser considerados como uno de los países de Latinoamérica mejor conectados según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), destacando los tres mil kilómetros de vías concesionadas y la incorporación de nuevas tecnologías.
Sin embargo, tanto el sector privado como público concuerdan en que tenemos que avanzar en esta materia, concretamente en la optimización de vías pavimentadas, en mejorar la capacidad portuaria, en la creación de nuevas rutas que sean alternativas a los caminos principales, en bajar los costos de electricidad y en potenciar redes de comunicación que garanticen el acceso a banda ancha en zonas rurales y aisladas.
En todo este panorama también hay otros aspectos interesantes que sitúan a Chile en una buena posición para la optimización de factores estructurales. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que el modelo de colaboración público–privada en infraestructura en Chile es uno de los más exitosos de la región. A ello se suma que el modelo de concesiones local suele ser llamativo para nuevos inversionistas porque está probado, independiente de algunos desafíos operacionales que están en proceso, entre ellos, la digitalización de los peajes y sistemas de cobro viales. Desde otra perspectiva, se creó el Fondo de Infraestructura, organismo de carácter estatal y liderado por el Ministerio de Obras Públicas que busca promover el desarrollo e inversiones de nuevos proyectos en esta misma línea.
Contar con infraestructuras con estándares mundiales tiene que ser un objetivo a nivel país, cuyos beneficios se traducen en acciones sencillas, pero de alto impacto para empresas nacionales y extranjeras.
La visibilidad de la infraestructura tienedemasiados alcances, en ejemplos tan sencillos como asegurar que la carga de empresas multinacionales disponga de suficientes bodegas, facilitar la comunicación con sucursales comerciales en otros países, garantizar que el envío de materiales por vía aérea llegue a tiempo, tener claridad sobre las rutas existentes para mejorar la conexión con faenas productivas en zonas rurales y en identificar espacios comerciales con los servicios básicos necesarios para el desarrollo de negocios. Se están dando pasos relevantes en este ámbito, si bien los cambios que permitirán las situaciones descritas no son una tarea para abordar en el futuro, sino para trabajar en el presente.[:]