Doctorado de la Universidad de Harvard, Felipe Larraín es profesor de economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, asesor de varias organizaciones internacionales y multilaterales además de director de una serie de empresas locales. Pero -lo que es de mayor relevancia de cara a la elección presidencial de diciembre- también es uno de los principales asesores económicos del candidato de la oposición Sebastián Piñera.
En la primera de una serie de entrevistas previas a las elecciones, bUSiness CHILE conversó con Larraín acerca del programa económico de Piñera y cómo el candidato cumplirá su promesa de hacer que Chile vuelva a las altas tasas de crecimiento de las que disfrutó en la década de los 90, pero que desde entonces han demostrado ser esquivas.
¿Dobló Chile la esquina de la recesión? ¿Cuánto espera que se contraiga el PIB este año?
Chile se está recuperando lentamente tras cuatro trimestres de recesión que comenzaron en el tercer trimestre del 2008. Hay signos de que la actividad económica se está estabilizando y probablemente crezca en el tercer trimestre. Sin embargo, durante todo el año, la contracción será del orden del 1,2% al 1,8%.
Mirando a futuro, Sebastián Piñera está prometiendo que, de ser elegido, hará que la tasa de crecimiento de Chile vuelva al 6%, ¿cómo lo logrará?
En primer lugar, la recesión de este año implica capacidad ociosa que puede ponerse a producir nuevamente una vez que la economía internacional se recupere. Para el 2010, el Fondo Monetario Internacional está proyectando un crecimiento mundial del 2,5% y eso ayudará a la economía chilena. Además de eso, el programa de Piñera impulsará la inversión y el empleo, y permitirá una importante mejora en la productividad.
Las proyecciones de consenso a nivel local todavía sugieren un crecimiento del PIB de sólo un 3% en Chile el próximo año; ello requeriría un crecimiento bastante importante en el período 2011-2013 para alcanzar un promedio del 6% durante el período de cuatro años.
El crecimiento posiblemente se acercará al 4,5% el próximo año; los requerimientos para el período 2011-2013 son exigentes, pero factibles. El programa económico de Piñera contempla la creación de 200.000 empleos al año -en otras palabras, el doble de la cantidad creada entre el 2006 y el 2009- así como también la erradicación de la extrema pobreza para el 2014. Esas son metas ambiciosas, pero están respaldas por una serie de políticas poderosas.
Hay un ciclo virtuoso entre el crecimiento, el empleo y la reducción de la pobreza. Con el fin de crear 200.000 empleos al año, necesitamos crecer mucho más rápidamente de lo que lo hemos hecho desde 1998 cuando la economía chilena entró en un letargo. A su vez, la mayor creación de empleo estimulará el crecimiento debido a que esos nuevos trabajadores demandarán bienes y servicios.
¿Qué hay de la regla del superávit fiscal estructural? Por definición e intención, eso reduce los peaks de crecimiento de la economía además de limitar su contracción durante las crisis.
Piñera está totalmente comprometido para mantener una regla fiscal contracíclica. Como toda regla política, está sujeta a mejoras y, tal como está ahora, necesita una transparencia significativamente mayor. La inflación también podría repuntar. ¿Cuánto le preocupa eso? La inflación ciertamente repuntará desde los niveles negativos acumulados en lo que va de este año. Sin embargo, tenemos un banco central autónomo que está acondicionado para ver que ella converja a la meta del 3% en el mediano plazo.
De ser presidente, ¿cómo impulsaría Piñera exactamente la creación de empleo?
El mayor crecimiento generará más empleos, pero eso no es suficiente. Es necesario mejorar el acceso al empleo. Eso significa facilitar el trabajo desde la casa y hacer que el pre- y posnatal sean más flexibles. Eso es vital con el fin de permitir que las mujeres logren un equilibrio entre trabajo y familia.
El programa económico de Piñera también incluye una serie de otras propuestas tales como la incorporación de jornadas laborales flexibles en los contratos negociados de manera colectiva, la extensión de los subsidios al empleo para otros sectores vulnerables, vouchers de capacitación que le permitan a los trabajadores elegir dónde y cómo se capacitan, y la promoción de contratos de aprendizaje de manera que las empresas inviertan en sus trabajadores.
Sin embargo, para que Chile crezca a una tasa del 6%, también necesitamos impulsar la inversión. El objetivo de Piñera es aumentar la inversión, medida en precios actuales, desde el 21% del PIB -el nivel que probablemente registre este año- a un 28% en el 2013.
¿Cómo lograría eso?
El círculo virtuoso que existe entre la inversión y el crecimiento ayudará, pero también se requerirán medidas adicionales, tales como un incentivo tributario temporal que emplea la depreciación acelerada. En circunstancias más normales, eso quizás no sería necesario, pero -dada la caída del 15% en la inversión que se prevé para este año- es vital.
El programa también contempla medidas específicas para las pequeñas y medianas empresas, incluidas iniciativas para incrementar su acceso al financiamiento. Como presidente, Piñera también reactivaría el programa de concesiones públicas de Chile usándolo no sólo para hacer las mejoras necesarias en infraestructura, sino también para ampliarlas a áreas tales como la salud y la educación.
¿Qué pasa con los impuestos en general? ¿Habrá algún cambio en esta materia?
Como hemos dicho a menudo, no habrá un cambio en el nivel general de impuestos, o en otras palabras, en la carga tributaria. En la actualidad, está bastante bien para un país con el nivel de ingresos de Chile. Sin embargo, el programa sí contempla ajustes a algunos impuestos con el fin de estimular el crecimiento y el empleo.
No es el problema de fondo que, después de un aumento en la década de los 90, ¿la productividad se ha estancado?
Es peor que eso. Las cifras duras y las proyecciones oficiales muestran que la productividad ha caído año tras año entre el 2006 y el 2009 a un promedio anual cercano al 0,5%. La mayor inversión y el aumento del empleo no son suficientes si además no usamos mejor esos recursos y capital humano.
El crecimiento anual de la productividad en torno a un 1,5% es perfectamente factible. Hay que recordar que eso sería sólo la mitad de la tasa a la que crecimos entre los años 1986 y 1997.
Lo que se requiere es reformar al Estado, llenando más cargos de manera competitiva basándose en el mérito, y mejoras al sistema de evaluación del retorno social sobre la inversión pública. También será necesario modernizar las empresas públicas. El Sistema de Empresas Públicas (SEP), que es responsable de supervisar a este tipo de compañías, necesita dé autonomía y hasta un 20% tanto de Codelco como de Enap podría venderse, de preferencia a las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP) de modo que los trabajadores chilenos puedan tener una participación en estas empresas.
El actual incentivo tributario para la investigación y el desarrollo también debería simplificarse y ampliarse para impulsar la ciencia y la innovación. Las barreras al emprendimiento, como la burocracia y el tiempo necesario para iniciar un negocio, tienen que reducirse, además se necesita una reforma de la ley de quiebras. Otros desafíos incluyen fomentar la competencia de mercado y, de manera crucial, elevar la calidad de la educación.
Esa es una lista larga…
Sí, pero dejando a un lado las medidas, es la actitud lo que hace la diferencia. Necesitamos recuperar nuestro entusiasmo por hacer las cosas bien, por valorar el mérito y la capacidad más que la lealtad política. Debemos procurar ofrecer a los chilenos más y mejores oportunidades, con protección social para los menos afortunados. Ese es el camino que deberíamos estar recorriendo.
Ruth Bradley es la editora general de bUSiness CHILE además de corresponsal en Santiago de The Economist.