Puede que no tengan el mismo prestigio político ni el impacto mundial que Barack Obama vs. John McCain, pero las elecciones municipales de Chile, que se realizarán el domingo 26 de octubre, serán seguidas con igual intensidad.
Sin embargo, una vez que termine la votación y todo se calme, quienes resulten electos se enfrentarán a la tarea más mundana de dirigir al país en el nivel más básico: asegurándose de que los hospitales y escuelas locales funcionen adecuadamente, la basura se recolecte y los semáforos funciones. En un país como Chile, con una tradición de Gobierno centralizado, esa no siempre es una tarea fácil.
Chile tiene 345 municipios, cada uno con su propio alcalde y, dependiendo del tamaño del electorado, seis, ocho o diez concejales electos. En otras palabras, a lo largo del país hay cerca de 2.400 concejales y, bajo ese nivel ejecutivo, una vasta fuerza de funcionarios municipales.
Según la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM), cerca de 185.000 empleados públicos trabajan en los gobiernos locales del país, ya sea directa o indirectamente en las escuelas y hospitales que manejan. Eso representa cerca de un 54% de la fuerza de empleados estatales del país.
El perfil de las municipalidades de Chile varía ampliamente desde las ricas comunas de Vitacura y Las Condes en Santiago, los extensos suburbios de Puente Alto y Maipú -los dos municipios más populosos del país- hasta la silvestre Patagonia, donde un municipio podría componerse de poco más de un puñado de fundos y un remoto retén de carabineros.
Según AChM, una de cada ocho municipalidades tienen menos de 5.000 habitantes. En consecuencia, generan un ingreso insignificante y recurren al Fondo Común Municipal (FCM) para su financiamiento.
Este mecanismo de redistribución saca recursos de las municipalidades más ricas -40 son contribuyentes netos- para financiar a sus parientes menos afortunadas. En otras palabras, los municipios como Providencia, Vitacura, Las Condes y Santiago Centro subsidian de manera importante las cuentas de las municipalidades más pequeñas y pobres.
El FCM es complejo; demasiado complejo y falto de reforma, según algunos. Pero se trata básicamente de un pozo común, en el que los municipios colocan una parte de sus ganancias que luego se redistribuye según sea necesario (al menos en teoría).
El aporte de cada municipalidad se calcula empleando un complicado sistema de porcentajes que refleja criterios como su nivel de pobreza y el ingreso que reciben en impuestos locales. Además, el Gobierno central entrega algo de dinero al fondo antes de que se redistribuya. La principal crítica al FCM es que ofrece poco en términos de incentivos para que una municipalidad haga un buen trabajo. De hecho, se podría afirmar que
ofrece sólo incentivos perversos: si un municipio, por ejemplo, reduce los niveles de pobreza, su logro implicará una disminución del dinero que recibe desde el FCM al año siguiente.
Recursos para el Trabajo
"Es necesario reformar la totalidad del sistema de financiamiento del Gobierno municipal de pies a cabeza", señala Trinidad Valdés, abogada experta en el sistema municipal de Instituto Libertad, centro de estudios vinculado al partido de oposición Renovación Nacional. "Han habido varios intentos de reforma -en el 2005, por ejemplo, y luego este año-, pero siempre han sido parches".
Valdés afirma que el aporte del Gobierno central al fondo -que corresponde sólo a un par de puntos porcentuales del total- debiera incrementarse. "El Gobierno se vio obligado a hacer una contribución extraordinaria el año pasado y lo mismo ocurrió nuevamente este año", indica, "y esto muestra que la cantidad inicial que está colocando no es suficiente".
Otras quejas acerca del financiamiento del Gobierno local es que las municipalidades tienen prohibido en gran medida asumir deuda. Sólo pueden hacerlo en circunstancias excepcionales y con la aprobación del Ministerio de Hacienda.
La AChM está presionando para que se realice una modificación que les permita emitir deuda, de una forma muy parecida a lo que hacen los Gobiernos centrales con los títulos del Tesoro o a las empresas privadas con los bonos corporativos. Según Alberto Undurraga, el alcalde demócrata-cristiano de Maipú, esto es fundamental para el financiamiento de largo plazo.
La emisión de deuda podría ser regulada por un organismo de calificación, como Fitch o Moody's, sugiere. "Necesitamos una autoridad nacional que decrete que municipalidades son AAA, AA, A, BBB y así sucesivamente, y que establezca a qué nivel de financiamiento les permite acceder esa calificación", señala. "Si existe para países, ¿por qué no para municipalidades?".
Según AChM, las municipalidades corresponden hoy en día al 13% del gasto total del Gobierno, un alza frente al 3% de la década de los 80, pero aún muy por debajo de los niveles de los que disfrutan los gobiernos municipales en Europa y América del Norte. La asociación quiere aumentar esa cifra a un 30% dentro de los próximos años, pero ese es un objetivo ambicioso y es poco probable que se alcance en el corto plazo.
Aún dentro de los círculos de la Concertación, la coalición de gobernante, hay quejas en cuanto a que el proceso para transferir facultades y dinero desde Santiago a las provincias se ha estancado en el actual Gobierno. "Ahora hay una notable ausencia de una política pública que conduzca el proceso de descentralización; un proceso que fue muy fuerte durante los gobiernos de los presidentes Frei y Lagos", señala Claudio Orrego, el alcalde demócrata-cristiano de la comuna de Peñalolén, en Santiago.
Estructura de Poder
Lo que las municipalidades quieren es más libertad para ajustar su estructura y servicios a las cambiantes necesidades de la comunidad local. Están maniatadas, dicen, por normativas -y las demoras que ello implica- por ello se necesita una legislación para crear incluso un puesto en la municipalidad más pequeña y más remota que exista.
En teoría, las municipalidades lograron lo que querían en 1997 cuando se reformó la Constitución para incluir el Artículo 121. Eso les permitiría determinar su propia estructura organizacional y les daría un mayor control respecto de a quiénes emplean y cuánto pagan, incluidos incentivos relacionados con el desempeño.
El tema es que el Artículo 121 se ha mantenido en desuso porque la regulación que necesita para su implementación nunca ha sido aprobada en el Congreso. Respaldada ampliamente por alcaldes, se enfrenta a la acérrima oposición de la Confederación Nacional de Funcionarios Municipales de Chile, ASEMUCH, entidad que representa a miles de funcionarios de los gobiernos municipales a lo largo del país, que la ven como una amenaza a su seguridad laboral.
En agosto, ASEMUCH ganó la última batalla de esta guerra cuando el Senado rechazó el proyecto regulador, colocándolo efectivamente en compás de espera por al menos un año más. "Es absurdo que se votara en el Senado", señala Undurraga de Maipú. "Si vas a convertir a un alcalde en la cabeza del gobierno municipal, entonces tienes que hacerlo de la manera apropiada y convertirlo realmente en la cabeza".
Otro problema ampliamente reconocido en el sistema municipal de Chile es la falta de capacitación y experiencia administrativa, en particular, en los municipios pequeños. Hay pocas oportunidades educacionales en Chile para quienes quieren seguir una carrera en el gobierno municipal e incluso donde existen las oportunidades, el financiamiento es escaso.
La Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago es una de las pocas instituciones que ofrece un postgrado diseñado específicamente para dar a los funcionarios gubernamentales, incluidos alcaldes y concejales, la capacitación que necesitan.
El postgrado -un magíster en gerencia y políticas públicas- se estableció hace seis años. Desde entonces, unos 300 alumnos lo han hecho y han asumido varios empleos en el sector público. Por ejemplo, un ex alumno del programa se postuló como alcalde de la comuna de Lo Barnechea en Santiago para las elecciones del próximo mes.
El director del programa, Fernando Larraín, señala que una de las cosas lindas del programa es que considera sólo dos días de clases quincenalmente -los viernes y sábado- lo que significa que los alumnos pueden asistir desde fuera de Santiago. "Desde que comenzamos, cerca del 40% de nuestros alumnos ha sido de fuera de la capital, algo de lo que estamos muy orgullosos", afirma. "Hemos tenido alumnos desde Arica hasta Punta Arenas".
La esperanza es que a medida que más y más alumnos asistan a cursos como este, la calidad de la administración gubernamental mejorará. Y que, como lo ha hecho, conducirá a una mayor transparencia en el gobierno municipal.
Acceso a la Información
La transparencia y la corrupción se han convertido en dos palabras de moda en los círculos de gobierno municipal en los últimos años. Enfrentados a la creciente molestia de la opinión pública, los alcaldes y concejales se han esforzado en señalar que la primera está mejorando y que la segunda está siendo erradicada.
Valdés, del Instituto Libertad, afirma que una nueva legislación sobre el acceso a la información pública tendrá que recorrer un largo camino para mejorar la transparencia. Esta obliga a las municipalidades a publicar información detallada sobre sus operaciones en sitios web interactivos y actualizados de manera regular.
AChM sostiene que respalda el principio tras la ley, pero cuestiona de dónde provendrán los recursos para garantizar su implementación. Según una fuente de la asociación sólo un tercio de las municipalidades chilenas tienen sitios web interactivos, mientras que otro tercio tiene sitios que son "poco más que galerías de fotos" y el otro, no tiene nada de nada.
"Como están las cosas, hay muy, muy pocas municipalidades en Chile que cumplen con las distintas regulaciones sobre transparencia", dice Valdés.
Y, por cierto, el peligro radica en que sin transparencia y el deber de informar, la corrupción proliferará. El nivel de corrupción en las municipalidades de Chile es difícil de medir de manera acuciosa, pero ciertamente la percepción de la opinión pública es que está aumentando.
Por supuesto, esto podría deberse simplemente al hecho de que este es un año de elecciones: la oportunidad perfecta para que los partidos políticos de Chile saquen al sol los trapos sucios de sus oponentes y anoten puntos en la campaña previa a la elección.
Undurraga de Maipú afirma que la corrupción a nivel municipal "existe, si bien no está diseminada", mientras que Valdés la describe como "un gran problema".
A comienzos del 2007, Instituto Libertad publicó un exhaustivo estudio sobre casos informados de corrupción en las municipalidades chilenas desde que el país volvió a la democracia en 1990. El estudio, actualizado a comienzos de este año, aparece como un quién es quién de la mala conducta municipal.
Muchas de las irregularidades informadas parecen surgir de un débil sistema de cuentas y balances. Tome, por ejemplo, el caso del alcalde y los funcionarios locales de Punta Arenas que en el 2001 se embarcaron en un tour promocional a Europa, pasando por Holanda, Francia, Croacia y España a un costo de 40 millones de pesos (unos US$80.000) para los fondos públicos.
Cuando la prensa local cuestionó la sensatez de un tour de esta naturaleza, los funcionarios replicaron que había sido aprobado por el concejo y, por tanto, era legítimo. Eso era totalmente cierto, pero generó la pregunta respecto de si el concejo no debió haberse opuesto al alcalde y vetado el viaje por cuestiones de costo.
AChM afirma que está comprometida con una mayor transparencia en el gobierno local, aunque aparentemente no se ha dado cuenta de que la transparencia también implica hablar con los medios de comunicación. La entidad declinó las múltiples solicitudes de bUSiness CHILE para conseguir una entrevista con su presidente Ángel Bozán, afirmando que estaba demasiado ocupado con la campaña para las elecciones del próximo mes.
Sólo a fines de octubre los chilenos sabrán si él, junto con otros cientos de candidatos, estarán a cargo de sus municipalidades en los próximos cuatro años. Cualquiera sea el resultado, es seguro que las elecciones serán un cautivador espectáculo político, una especie de aperitivo antes de la trascendental carrera por la Casa Blanca sólo nueve días más tarde.
Gideon Long se desempeña como periodista freelance en Santiago. Además trabaja para la BBC.