Si alguien aún creía que Chile podría escapar de la crisis financiera que ha afectado al mundo desde fines del 2008, con el discurso de la presidenta Michelle Bachelet a la nación televisado en la primera semana de este año, seguramente debe haber cambiado su opinión.
“El panorama económico del mundo ha cambiado dramáticamente”, sostuvo. “Los mercados financieros internacionales se remecieron como pocas veces en la historia. Los países avanzados ya están en recesión. Los precios del cobre y el petróleo han caído al suelo en pocas semanas. (...) Debemos actuar, y actuar oportunamente. Enfrentar esta crisis internacional será la prioridad de mi gobierno este año”.
Días después, en un desayuno con los corresponsales extranjeros, el ministro de Hacienda de Chile, Andrés Velasco, también advirtió sobre las dificultades que se avecinaban. “El 2009 será el año más difícil, en décadas, para la economía mundial”, señaló.
Pero Chile no está indefenso. Gracias a la política anticíclica vigente desde el 2001, puede darse el lujo de gastar -e incluso tener un importante déficit de presupuesto- sin alterar el plan macroeconómico.
Durante los últimos dos años, Chile ha empleado los ingresos récord del cobre para ahorrar US$ 20.200 millones -o un 12% del PIB- en un fondo de patrimonio soberano, el Fondo de Estabilización Económico y Social (FEES), diseñado precisamente para recurrir a él en tiempos como el que enfrentamos en la actualidad. Además de convertir al país en un acreedor neto, esto significa que a diferencia de muchos otros países que están tratando de salir de la crisis con dinero prestado -o, en el caso de Argentina, recurriendo a los fondos privados de pensiones-, puede hacerlo sin comprometer sus perspectivas de crecimiento a más largo plazo.
A comienzos de enero, el Gobierno anunció un paquete de medidas fiscales por US$ 4.000 millones destinado a estimular la economía local. Es extremadamente amplio y ofrece ayuda a todos desde compradores de viviendas y pequeñas empresas hasta jóvenes desempleados y la cuprífera estatal Codelco.
El Banco Central de Chile también está colaborando. En febrero, recortó la tasa de interés referencial en 250 puntos base a un 4,75% y se prevén nuevos recortes, quizás a un 3%, lo que, a medida que la inflación registra una pronunciada baja, sería equivalente a cerca de un 0% en términos reales.
Pero la crisis ciertamente se está haciendo sentir. En un reciente sondeo de la encuestadora local Opina, publicado por el diario El Mercurio, sólo el 52% de los consultados sostuvo que ya se había visto afectado hasta ahora, pero el 65% reconoció que había efectuado recortes a su gasto personal, donde los desembolsos en alimentos y vestuario figuraron entre los mayores recortes.
“Se puede ver el efecto de la crisis en la tienda”, señala Alejandra Riveros, quien trabaja en el departamento de personal de una de las mayores cadenas de tiendas por departamento de Chile. “Hay muchas ofertas especiales en este momento, pero no hay muchos clientes aprovechándolas”.
Entonces, ¿están haciendo lo suficiente las autoridades? ¿Sus medidas están apuntando a los objetivos correctos y se están implementando de una manera suficientemente oportuna y eficiente? Si la crisis empeora, ¿qué más podrían hacer el Gobierno, el Banco Central y la comunidad empresarial de Chile para evitar que la economía caiga en el abismo?
No Tan Modesto
Comparado con paquetes de estímulo fiscal de varios miles de millones de dólares más anunciados por Estados Unidos y Europa, el plan de US$ 4.000 millones anunciado por Chile parece modesto. Pero en realidad representa un 2,8% del PIB, un porcentaje mayor que el de muchos países más grandes.
El Gobierno espera y prevé que el paquete añada un punto porcentual completo al PIB de 2009, contribuyendo a una tasa de crecimiento de entre un 2% y un 3%. Sin embargo, muchos economistas estás escépticos y temen que Chile podría entrar en una recesión por primera vez desde la crisis asiática a fines de la década de los 90.
De hecho, si el crecimiento del PIB se midiera de acuerdo a una comparación trimestre con trimestre -como es la práctica habitual de los países industrializados- en lugar de compararlo con el mismo trimestre del año previo -como ocurre en Chile-, el país ya podría estar en recesión. Cifras preliminares del Banco Central muestran una contracción del 0,1% entre el segundo y el tercer trimestre del año pasado y, antes de la publicación de las cifras oficiales, analistas prevén que se observe una caída más pronunciada del crecimiento en el último trimestre de 2008.
El empleo es una preocupación clave, no sólo a nivel social y económico sino que también en la arena política, dadas las próximas elecciones presidenciales que se celebrarán en diciembre. En enero, la tasa de desempleo había alcanzado un 8,0%, un alza respecto del 7,2% registrado un año antes, y en las últimas semanas, ha habido informes prácticamente diarios de despidos, en particular en los sectores de la minería, construcción y comercio minorista.
Y aún donde no ha habido despidos, los empleados están pasando apuros. Riveros cuenta que, en la cadena de tiendas por departamento donde trabaja, los empleados han tenido que aceptar una reducción de la cantidad de horas que trabajan y una rebaja proporcional en el salario. Quienes trabajaban 45 horas semanales ahora están trabajando 40, sostiene, mientras que quienes estaban con 30 ahora trabajan 25.
Esa es la razón por la que, como parte del plan de estímulo, el Gobierno se comprometió a desembolsar US$ 700 millones en proyectos de infraestructura, además de los US$ 7.000 millones destinados en el presupuesto de 2009. También es uno de los motivos por los que el plan ha llamado la atención del Banco Mundial como un buen ejemplo de una estrategia fiscal bien enfocada (vea el artículo de nuestra sección Enfoque).
Los proyectos de obras públicas demoran un tiempo extremadamente largo en implementarse, pero además de los US$ 300 millones para la construcción de viviendas nuevas, el Gobierno ha destinado US$ 200 millones para caminos en los que los trabajos de mantenimiento puedan ,ojalá, comenzar casi inmediatamente.
Asimismo, reconociendo que los jóvenes están en una situación particularmente vulnerable, acordó subsidiar los salarios de cerca de 300.000 trabajadores de bajos ingresos y cuyas edades fluctúan entre los 18 y los 24 años. Ello será un alivio para este grupo etario, que tiene una probabilidad tres veces mayor de ser desempleado que el trabajador promedio chileno.
Pero, según Cristián Gardeweg, economista del banco de inversión local Celfin Capital, algunas de las medidas más importantes del plan son los nuevos incentivos que entrega para la capacitación laboral. “Las medidas de empleo y capacitación son difíciles de implementar, pero si se implementan bien, ayudarán mucho a minimizar el impacto de la crisis”, sostiene, “y, en forma igualmente importante, nos ayudarán a salir de la crisis en una posición más sólida, en particular las iniciativas de capacitación”.
Pequeñas Empresas
Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) de Chile crean la mayor parte de los empleos en el país y posiblemente sean las más afectadas por la crisis. Entonces, aún antes del anuncio de enero, el Gobierno estaba tomando medidas para protegerlas.
En noviembre, anunció que iba a triplicar el tamaño de su Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios (FOGAPE). También dispuso de más créditos a través de la Corporación de Fomento (CORFO), su agencia de desarrollo económico y -en una apuesta por dar a las pequeñas empresas un impulso a su flujo de efectivo- redujo el pago provisional mensual (PPM) que tienen que hacer a cuenta de sus impuestos anuales a la renta.
Inevitablemente, las Pymes quisieran más. Iván Vuskovic, presidente de la Confederación Nacional de la Micro, Pequeña. y Mediana Empresa de Chile (CONAPYME), que representa a unas 500.000 firmas, argumenta que para algunas el PPM representa apenas cerca de un 1% de su ingreso total.
La medida es “como todas las medidas anunciadas por el Gobierno hasta ahora: está bien, pero no es más que un paliativo”, señala.
La crisis ya ha comenzado a afectar a los dueños de almacenes, conductores de taxi, camioneros, dueños de restaurantes y a los cientos de manufactureros que están en la base de la economía chilena, afirma Vuskovic. “No es que hayamos visto muchas quiebras -al menos no aún- pero la gente ciertamente ha comenzado a reestructurar sus negocios y desafortunadamente eso a menudo implica despedir gente”.
Sin embargo, la principal queja de CONAPYME no es contra el Gobierno, sino contra el sistema bancario de Chile. Los bancos locales, menciona, se disponen a prestar dinero sólo a las grandes empresas a expensas de los pequeños.
La agrupación no está sola en las críticas que formula a la banca. De hecho, casi todos en Chile la han responsabilizado en los últimos meses por exacerbar la crisis mediante la restricción del otorgamiento de créditos, asfixiando así a la actividad económica.
El último sondeo del Banco Central sobre las condiciones para el crédito en Chile, publicado en enero, muestra en efecto que los bancos se han vuelto más cautos en la entrega de préstamos, y más de un 85% informó que había vuelto más estrictos los requisitos para el otorgamiento de créditos comerciales en el último trimestre de 2008. De hecho, según la Superintendencia de Bancos, el regulador de la industria, el crédito bancario total registró una ligera contracción en diciembre y en enero, pero también lo hizo la demanda de créditos.
Haciendo Circular el Dinero
Un aspecto del paquete fiscal anunciado en enero que ha sido particularmente elogiado es que incluyera un respaldo directo para las familias de menores ingresos del país. Durante marzo -un mes tradicionalmente costoso para los chilenos cuando los niños necesitan nuevos uniformes y textos de estudio en el comienzo del año escolar- ellas recibirán un pago extraordinario de 40.000 pesos (unos US$ 66).
Avaluado en un total cercano a los US$ 224 millones, estos subsidios ayudarán no sólo a las familias sino también a las empresas. Precisamente debido a que las familias son pobres, es probable que coloquen la mayor parte del dinero de vuelta directamente en la economía, en lugar de ahorrarlo.
Por otra parte, además de reducir las tasas de interés, el Banco Central también ha estado inyectando efectivo en la economía mediante subastas de dólares y a través de otras medidas. El Gobierno puede darse el lujo de hacerlo, con las reservas internacionales que, hasta comienzos de febrero, ascendían a US$ 23.400 millones (más de un 13% del PIB).
Pero esa liquidez tendrá poco efecto si no se coloca a trabajar como créditos. Y ahí está la raíz de las críticas a los bancos.
El tema ha mostrado ser controvertido. Por una parte, los bancos señalan que tienen que proteger su negocio -y de hecho a toda la economía- actuando con discreción, mientras que por otra, el Gobierno y las empresas de Chile los instan a flexibilizar su normativa para ayudar a revitalizar la economía.
El ministro de Hacienda Velasco ha sido particularmente insistente en su llamado a una mayor cooperación de la banca. “Una cosa es actuar con sabiduría y prudencia, lo que todos buscamos y deseamos”, dijo en enero, “pero otra muy distinta es crear situaciones que después se prestan para profecías autocumplidas”.
En su defensa, los bancos destacan que fue el otorgamiento irresponsable de créditos lo que -en primer lugar- llevó al mundo a este desastre. Más aún, el sistema bancario bien capitalizado de Chile es una de sus fortalezas clave de cara a la crisis, añaden.
“Prefiero lejos la actitud de cautela de los bancos chilenos”, señala Hernán Somerville, presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ABIF). “Tuvimos nuestra propia experiencia local de una crisis bancaria a comienzos de la década de los 80 y no es algo que quisiera atravesar de nuevo”.
No obstante, Somerville señala que entiende las preocupaciones de Velasco. “Es un ministro de Gobierno y para ser honesto, si estuviera en sus zapatos, probablemente estaría diciendo lo mismo”, reconoce.
“Será un año difícil, sin lugar a dudas, pero aún estoy confiado” sostuvo. Y así también, relativamente, están la mayoría de los economistas.
Puede ser difícil, afirman, pero gracias a las sólidas políticas de Chile, será menos duro que en otros países latinoamericanos y también aquellos industrializados. Y, aun cuando la crisis internacional se agudice o se prolongue, quedan muchas herramientas fiscales.
Si bien es cierto que algunas medidas como la inversión en infraestructura, podrían no ser tan factibles o efectivas en una segunda vuelta. El hecho es que con el paquete anunciado en enero, Chile sólo habrá gastado un quinto de sus ahorros, y no hay muchos países que puedan decir eso.
Las Medidas
Las principales medidas tomadas desde noviembre por el Gobierno de Chile para mitigar el efecto a nivel local de la crisis mundial son:
· Aumento de los activos del Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios (FOGAPE) a US$ 200 millones. Ampliar el alcance del fondo de manera que pueda usarse para entregar créditos a empresas más grandes. Costo: US$ 130 millones.
· Incremento del capital de BancoEstado, el banco estatal. Costo: US$500 millones.
· Establecimiento de un fondo de estabilización de los precios del cobre para pequeñas mineras. Costo durante los primeros 18 meses: US$ 18 millones.
· Gasto adicional en proyectos de infraestructura, incluidos US$ 300 millones para viviendas nuevas y US$ 200 millones para mejoras viales. Costo total: US$ 700 millones.
· Pago extraordinario de 40.000 pesos a 1,7 millones de las familias más pobres de Chile. Costo: US$ 224 millones.
· Eliminación del pago del impuesto de sellos y estampillas a los créditos durante 2009 y su reducción en un 50% en el primer semestre de 2010. Costo en 2009: US$ 628 millones.
· Subsidio a los salarios para unos 300.000 trabajadores de bajos ingresos de entre 18 y 24 años de edad. Costo: US$ 102 millones.
· Subsidios e incentivos para impulsar la capacitación laboral. Costo en 2009: US$ 147 millones.
· Reducción del tamaño del Pago Provisional Mensual (PPM) de las empresas en un 15% para las PYMES y en un 7% para las empresas más grandes. Costo en 2009: US$ 460 millones.
· Inyección de efectivo al Fondo Común Municipal, que se distribuirá entre los municipios más pobres de Chile. Costo: US$ 41 millones.
· Capitalización de Codelco. Costo: US$ 1.000 millones.· Efectivo adicional para las líneas de crédito de factoring de CORFO. Costo: US$ 50 millones.
Gideon Long se desempeña como periodista freelance en Santiago y además trabaja para la BBC.