Títulos similares se han utilizado para los libros que destacan el creciente poder y el alcance de las empresas chinas, una tendencia de la que Chile se ha beneficiado enormemente en la última década. Sin embargo, la historia ha cambiado, dado los desafíos que enfrenta China y los riesgos asociados para los países con extensos vínculos con esta economía. El momento no podría ser peor para Chile, en medio de una amplia gama de temas nacionales existentes que han afectado la confianza y, por lo tanto, el crecimiento.
Chile sigue estando, sin duda, muy ligado a China. En términos de comercio, China es su mayor socio, sirviendo como el destino de 25% de las exportaciones y la fuente de 20% de las importaciones, durante el segundo trimestre de este año. Además de las relaciones comerciales, hay impactos indirectos adicionales en la economía en general que son de gran relevancia para el sentimiento y el crecimiento.
China sigue siendo el comprador incremental clave en el mercado del cobre, por lo tanto, su nivel de demanda es clave para los precios, que a su vez tienen un impacto en la rentabilidad del sector minero, las cuentas fiscales de Chile y reservas internacionales guardadas en los fondos soberanos. Son estos recursos que se han utilizado para enfrentar las crisis, como la actual, lo que ha permitido que el crecimiento del PIB real llegue a 2,5% en el IMACEC de julio, aunque todavía muy por debajo del potencial de crecimiento de 3,5%, según el último informe del Banco Central. Además, también hay un efecto de riqueza importante de los precios del cobre, con los altos precios de la última década impulsando el sentimiento y filtrando a la demanda interna en varios sectores, un fenómeno que se ha erosionado rápidamente.
Un estudio reciente de JP Morgan, el cual usa análisis de vectores de auto-regresión (o VAR), ha mostrado que cada caída de 1% en el crecimiento del PIB real de China se traduce en al menos una disminución equivalente en el crecimiento del PIB de Chile, lo que evidencia que el país es uno de los más expuestos al impulso económico de China. Este efecto se ilustra adicionalmente en el gráfico adjunto, lo que demuestra el alto grado de correlación entre el crecimiento del PIB real de ambos países. El cobre y el mercado de valores de Chile también han mostrado una alta correlación con el crecimiento del PIB real, lo cual es lógico teniendo en cuenta los efectos de paso en los precios y las ganancias corporativas.
A pesar de hablar de la diversificación económica, Chile ha tenido problemas en este frente y una rápida implementación de iniciativas en este tema será difícil. Esto es especialmente cierto en el escenario doméstico actual de reformas agresivas y escándalos corporativo/políticos, lo que ha impactado negativamente en las decisiones de inversión. Un tipo de cambio débil, exacerbado por factores externos, no está ayudando a la ecuación, especialmente con la Fed en EE.UU. apuntando a una subida de las tasas de interés. Esto ha hecho que la inflación se mantenga pegajosa, lo que limita las opciones del Banco Central por un estímulo monetario adicional para impulsar el crecimiento.
Muchos expertos han destacado que la actual debilidad de la economía de China es inevitable y el resultado de ajustes necesarios, lo que conducirá a tasas de crecimiento del PIB más sostenibles de alrededor de 5-6%. Si es verdad, un "aterrizaje suave" tal debe ser considerado sano. Sin embargo, claramente en el intertanto dicho menor crecimiento tendrá un efecto negativo para Chile, por lo que se requerirán políticas de ajuste para enfrentarlas.
Ojalá, que con los desafíos nacionales existentes y las dificultades externas, el Gobierno ajuste su enfoque, centrándose más en la economía, creando específicamente incentivos para nuevas inversiones en diversos sectores.
Por Brian P. Chase
Portfolio Manager, Head of Andean Equities
Itaú Asset ManagementSimilar titles have been used for books that highlight the increasing power and reach of Chinese businesses, a trend from which Chile has benefitted greatly over the past decade. However, the story has now abruptly shifted to the expanding challenges that China is facing and the associated risks for countries with extensive ties to the Chinese economy. The timing couldn’t be worse for Chile, amidst a wide array of existing domestic issues that have affected sentiment, and thus growth.
Chile undoubtedly remains highly tied to China. In terms of trade, China is Chile’s largest single partner, serving as the destination for 25% of exports and the source of 20% of imports, as of 2Q15. Apart from trade relations, there are additional indirect impacts on the broader economy that are extremely relevant for sentiment and growth.
China remains the key incremental buyer in the copper market, thus its demand level is key to prices, which in turn have an impact on mining sector profitability, Chile’s fiscal accounts and offshore reserves stored in sovereign wealth funds. It is these resources that have been used to counter downturns, including the current one, allowing real GDP growth to hover around 2.5% in the latest IMACEC reading from July, though still well below potential growth of 3.5%, according to the latest Central Bank report. Furthermore, there is also an important wealth effect of copper prices, with high prices of the last decade boosting sentiment and filtering through to domestic demand across various sectors, a phenomenon which has quickly eroded.
A recent study from J.P. Morgan, using vector auto-regression (or VAR) analyses, has highlighted that each drop of 1% in China’s real GDP growth translates to at least an equivalent decline in Chile’s GDP growth, making Chile one of the most exposed countries to China’s economic momentum. This effect is further illustrated in the side Chart, which shows the high degree of correlation between the real GDP growth of both countries. Copper and the Chilean stock market have also shown high correlations to real GDP growth, which is logical given the pass-through effects to prices and corporate earnings.
Despite talk of economic diversification, Chile has struggled on this front and a quick implementation of any initiatives at this point will be difficult. This is especially true in the current domestic scenario of aggressive reforms and corporate/political scandals, which has negatively impacted investment decisions. A weak exchange rate, exacerbated by external factors, isn’t helping the equation, especially with the US set to raise interest rates. This has caused inflation to remain sticky, limiting the Central Bank’s options for additional monetary stimulus to boost growth.
Many pundits have highlighted that the current weakness of China’s economy is inevitable and the result of necessary adjustments, which will lead to more sustainable GDP growth rates of around 5-6%. If true, such a “soft landing” should be considered healthy. However, it is clear that such a decline will have negative consequences for Chile in the interim, thus requiring adaptive policies.
Hopefully, in the face of existing domestic challenges and growing external headwinds, the government will adjust its own view, shifting the focus to the economy, specifically creating incentives for new investments across diverse sectors.