A diferencia de la mayoría de sus pares regionales, Chile no es un productor de petróleo significativo y depende mucho de las importaciones para satisfacer sus necesidades energéticas. Aunque esto ha sido un tema delicado para el país, contribuyendo a una serie de crisis de energía a lo largo de los años, la tendencia actual en los precios del petróleo se apresta a proporcionar un alivio en un momento cuando Chile más lo necesita, con su economía creciendo a los niveles más bajos desde el año 2009.
Aunque puede ser difícil predecir las tendencias del precio del petróleo, incluso excluyendo los riesgos geopolíticos, el actual consenso de mercado es que hemos llegado a una nueva normalidad en el rango de los US$ 70-90 por barril, tanto para el West Texas Intermediate (WTI) como para el Brent, reflejando así una fuerte caída desde un promedio de más de US$ 100/b entre 2011 y el tercer trimestre de 2014. Esto también marca el final de una época de precios con tendencia general alcista entre 1998 y 2014.
Este cambio de tendencia es en gran medida atribuible al desarrollo de recursos extraordinarios no convencionales en Estados Unidos. Después de una producción estancada y en declinación durante la mayor parte de la década anterior, Estados Unidos experimentó un salto significativo de su producción, desde alrededor de 5,5 millones de barriles por día hasta casi 9 millones por día en la actualidad. La mayor parte de este crecimiento ha sido de shale gas, específicamente de los depósitos de Eagle Ford y Bakken. Incluyendo otros combustibles líquidos, Estados Unidos se ha convertido ahora en el mayor productor del mundo con una producción de 14 millones de barriles diarios, limitando así la capacidad de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para influir en los precios mediante ajustes de producción. A su vez, las importaciones de petróleo de Estados Unidos han comenzado a declinar. Con Estados Unidos impulsando el crecimiento económico global actual, la demanda marginal y los consiguientes ajustes de precios serán menores. Con una demanda mundial razonablemente estable y un costo de producción marginal por barril de petróleo en Estados Unidos de alrededor de US$ 60 por barril, parece no haber base suficiente para un retorno a precios más altos.
Esto es una buena noticia para Chile. Primero que nada porque un descenso de los precios del petróleo le quita presión a los costos de ciertas industrias y segmentos de la población, tanto en la forma de gastos directos en combustible, que representan aproximadamente 7% del PIB, como a través de los efectos secundarios relacionados principalmente con el transporte. Asimismo, esto también ayuda a mitigar datos recientes de una persistente presión inflacionaria, suavizando la carga de manera más amplia para la economía y proporcionando mayor flexibilidad al Banco Central al momento de decidir la política monetaria. Además de lo anterior, también ayuda a apoyar el peso chileno, posiblemente limitando su mayor depreciación en el contexto de un proceso de apreciación del dólar estadounidense.
Estos impactos son particularmente importantes en estos precisos momentos, dado que Chile 1) enfrenta un bajo crecimiento económico -una tasa de crecimiento anualizada de sólo 0,8% real del PIB en el tercer trimestre de 2014-; 2) ha enfrentado un período prolongado (casi 5 años) de condiciones climáticas relativamente secas, que limitan la generación hidroeléctrica y aumenta el consumo de combustible; y 3) seguirá enfrentando preocupaciones presupuestarias en torno a una robusta agenda de reformas.
Si bien los precios del petróleo por sí mismos no pueden resolver los desafíos que enfrenta Chile actualmente, ciertamente contribuyen de manera importante para proporcionar un alivio ayudando al país a recuperarse más rápidamente, añadiendo la posibilidad de mejorar las deprimentes proyecciones de crecimiento real del PIB para el año 2015, actualmente situadas en el rango de 2,5% a 3,5%.
Unlike most of its regional peers, Chile is not a significant oil producer and relies heavily on imports to meet its energy needs.
Although this has been a sore spot for the country, contributing to a series of energy crises throughout the years, the current trend in oil prices is set to provide some welcome relief at a time when Chile needs it most, with the economy growing at its lowest levels since 2009.
Although it can be difficult to predict oil price trends even excluding geopolitical risks, the current market consensus is that we have reached a new normal in the range of US$70-90 per barrel for both West Texas Intermediate (WTI) and Brent, which represents a sharp decline from an average of over US$100/b between 2011 and the third quarter of 2014.
This also marks the end of an era, which saw prices on a general uptrend between 1998 and 2014.
This change in trend can largely be attributed to the extraordinary development of unconventional resources in the United States.
After stagnant to declining production for most of the previous decade, the US saw a significant jump in production from around 5.5mn barrels per day to nearly 9mn today.
The vast majority of this has been via shale oil growth, specifically at the Bakken and Eagle Ford fields.
Including other liquid fuels, the US has now become the largest single producer in the world at around 14mn barrels per day, limiting the ability of the Organization of the Petroleum Exporting Countries (OPEC) to influence prices via production adjustments.
In turn, oil imports by the US have begun to decline.
With the US driving global economic growth today, this means less incremental demand for barrels elsewhere and a subsequent adjustment in pricing.
With global demand fairly stable and the cost of producing incremental barrels in the US at about US$60 per barrel, there seems to be little support for a return to higher prices.
Oil: ¿How low can it go?
Source: Bloomberg.
This is good news for Chile.
First and foremost, a decline in oil prices takes some of the cost pressure off of certain industries and segments of the population, both in the form of direct fuel expenditures, which represent about 7% of GDP, as well as via second round effects related primarily to transport.
In a similar line, this also helps to mitigate recently sticky inflation data, softening the burden more broadly for the economy and providing the Central Bank with more flexibility when deciding monetary policy.
Furthermore, this helps to support the currency, possibly limiting further depreciation amidst increasing US dollar strength.
These impacts are particularly important at this moment in time, as Chile is 1) facing low growth – just 0.8% real GDP growth year-over-year in 3Q14, 2) an extended period (nearly 5 years) of relatively dry conditions, which limits hydroelectric generation and increases fuel consumption, and 3) budgetary concerns surrounding a robust reform agenda.
Although lower oil prices alone cannot resolve the challenges that Chile is currently facing, they certainly go long way in providing relief and helping the country recover more quickly, possibly adding upside risk to currently dismal real GDP growth forecasts for 2015 in the range of 2.5 - 3.5%.