El Interés en el Peso ChilenoThe Interest in Chilean Pesos

15 Septiembre 2010

Si bien es cierto que Chile es muy conocido en los mercados financieros internacionales, los bonos soberanos emitidos por el Gobierno, específicamente aquellos denominados en pesos, no estaban disponibles para inversionistas extranjeros hasta hace muy poco. La decisión del Gobierno de emitir el 29 de julio US$ 500 millones en bonos a 10 años denominados en pesos en el extranjero el 29 de julio es importante, ya que generó una valiosa referencia para las compañías chilenas que ahora podrán salir con más facilidad a conseguir su propio financiamiento de largo plazo en los mercados internacionales.


La primera emisión de un bono global en pesos en la historia de Chile recibió una calurosa recepción de los mercados extranjeros. Las dificultades tributarias y regulatorias impiden que los inversionistas extranjeros institucionales participen de manera directa en el mercado local, pero pueden asumir posiciones en el peso chileno a través de swaps. Dado que el rendimiento de los swaps en pesos estaba por debajo de los bonos comparables, los inversionistas extranjeros exigieron un rendimiento inferior sobre los bonos en pesos del Gobierno que el rendimiento exigido en Chile para instrumentos similares.


La recepción en los mercados de Estados Unidos y Europa fue muy calurosa, con órdenes siete veces superiores a la oferta y un rendimiento del 0,6% inferior al que en Chile se le exigía a esa misma hora a un papel de similares características.


Los países desarrollados en general se endeudan en su propia moneda, a largo plazo y en tasa fija. El hecho de que Chile también haya tomado este camino es alentador, pero aún más importante es el impacto que esta colocación tiene en la economía, en dos aspectos primordiales.


El primero es que, a medida que Chile integra su mercado financiero a los mercados internacionales, las tasas de interés debieran caer, generando un potente impulso a la inversión. Si tomamos como referencia gruesa el rendimiento de la emisión de bonos en peso y lo aplicamos sobre un stock de deuda en moneda local, pública y privada, equivalente a US$ 60.000 millones, estamos hablando de un ahorro anual permanente de US$ 360 millones. En otras palabras, la mitad de lo que cuesta el Transantiago o el equivalente a 10 hospitales como los que se están reconstruyendo tras el terremoto.


El segundo aspecto tiene que ver con la intención de "nominalizar" el mercado de deuda y la economía en general. Nuestra costumbre de indexar todo tipo de contratos al valor de la unidad monetaria vinculada a la inflación, la Unidad de Fomento o UF, hace que la inflación en Chile sea más compleja de controlar, ya que esta se retroalimenta de los precios. Los inversionistas institucionales privados de Chile, tales como los fondos de pensiones y las compañías de seguro, prefieren invertir en instrumentos en UF, pero invertir en los mercados externos puede ser un gran aporte en el camino para salir de este dilema.


Los mercados de capitales de Chile están llenos de instrumentos en UF, pero las colocaciones corporativas en pesos son escasas debido al poco apetito de nuestros inversionistas institucionales. En total, durante el 2009 se colocaron en Chile 79 series de bonos, pero sólo 12 fueron en pesos. Sin embargo, tras la reciente colocación del Gobierno, los emisores chilenos pueden incluir entre sus opciones de financiamiento en pesos el acceso a los mercados internacionales, con las consecuentes externalidades positivas que esto conlleva.


Otros instrumentos y mercados se beneficiarían con una mayor integración del mercado de capitales. Los inversionistas locales así como las empresas que buscan cubrir riesgos de precio del dólar, tasa de interés o inflación, actualmente pagan un importante premio por liquidez cuando por restricciones tributarias y regulatorias ven acotadas sus posibilidades a aquellas que ofrece el mercado local. Sin embargo, la exitosa colocación del Gobierno en julio es otra señal de que Chile es serio en sus aspiraciones para unirse al mundo desarrollado.


Mario Farren es gerente de la división corporativa y de inversiones de Banco de Chile.


Esta columna se publicó originalmente en el local Diario Financiero el 20 de agosto de 2010.

While it is true that Chile is well known in foreign financial markets, government issued sovereign bonds, especially those denominated in pesos, were unavailable to foreign investors until recently. The government’s decision to issue US$ 500 million in 10-year peso-denominated bonds abroad on July 29 is important since it has created a valuable benchmark for Chilean companies that can now seek long-term financing more easily in foreign markets.


The first issuance of a peso global bond in Chile's history received a warm reception in foreign markets. Tax and regulatory difficulties prevent foreign institutional investors from directly participating in the local market, but they can take positions in the Chilean peso through swaps. Since the yield on peso swaps is below that of comparable bonds, foreign investors demanded a lower yield on the government peso bonds than the yield demanded in Chile for similar instruments.


The reception in the U.S. and European markets was particularly enthusiastic, with orders seven times the amount offered and a yield 0.6% below that in Chile for paper of similar characteristics.


Developed countries generally issue debt in their own currency at long-term fixed rates. The fact that Chile has also taken this path is encouraging, but even more important is the placement’s impact on the economy through two main aspects.


The first is that, as Chile integrates its financial market with international markets, interest rates should fall generating a strong driver for investment. Taking the yield on the peso bond issue as a benchmark and applying it to the total public and private debt in local currency, equivalent to US$ 60 billion, we are talking about annual savings of US$ 360 million; in other words, half of the cost of Transantiago or the equivalent of ten hospitals like those being built after the earthquake.


The second aspect relates to the intention to “nominalize” the debt market and the economy in general. Our custom of pegging all kinds of contracts to the inflation-indexed unit, the Unidad de Fomento or UF, makes inflation more difficult to control as this feeds back into prices. Chile’s private institutional investors such as pension funds and insurance companies prefer to invest in UF instruments, but investing in external markets may prove to be a way out of this dilemma.


Chile’s capital markets are awash in UF instruments but corporate placements in pesos are scarce due to the weak appetite of institutional investors. In total, 79 series of bonds were placed in 2009 but only 12 of these were in pesos. Following the government’s recent placement, however, Chilean issuers can include access to international markets among their peso financing options, with the consequent positive externalities this brings.


Other instruments and markets could also benefit from the greater integration of capital markets. Local investors and companies seeking to hedge dollar, interest rate or inflation risks currently pay a premium for liquidity since tax and regulatory restrictions often limit them to the domestic market. But the government’s successful placement in July opens up new financing options and is another sign that Chile is serious about its aspirations to join the developed world.


Mario Farren is Manager of the Corporate and Investments Division at Banco de Chile.


This column was originally published in the Chilean newspaper Diario Financiero on August 20, 2010.

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