El Dilema de la Tasa de Cambio de ChileChile’s Exchange Rate Dilemma

01 Diciembre 2004


¿Cuál es el impacto que la fortaleza del peso está teniendo sobre el sector exportador de Chile? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden? ¿Y de todas maneras qué debieran estar haciendo el Gobierno y el Banco Central al respecto?


Febrero es tradicionalmente el mes en que los chilenos toman sus vacaciones de verano y este año, con el peso en sus niveles más fuertes frente al dólar desde 1998, viajar al extranjero es más asequible que nunca. Y además para los consumidores también está la promesa de acceder a bienes más baratos como televisores de plasma, computadores y autos.

Pero no todos están contentos. Febrero también es tiempo de cosecha para los exportadores de fruta de Chile y la tasa de cambio, junto con los mayores costos, implican que productos como las uvas, los berries y los kiwis tendrán suerte si logran alcanzar el punto de equilibrio.

“Presupuestamos una tasa de cambio de 500 pesos para este año, pero el promedio es cercano a los 470”, dijo en febrero a bUSiness CHILE Juan Ignacio Allende, gerente general del exportador de berries Vital Berry. Los ingresos de la empresa se incrementaron en un 30% en el último año a US$55 millones, gracias a los mayores volúmenes, pero las ganancias han caído en la misma proporción a raíz de la debilidad del dólar y los precios más bajos, donde los arándanos -la variedad de berries que más se ha plantado y que es más rentable en Chile- se venden este año un 30% más baratos.

Allende está optimista en cuanto a que los precios de los berries volverán a los niveles previos a la crisis con mejoras en la calidad y la eficiencia. “Pero con la actual tasa de cambio algunos exportadores no podrán sobrevivir”, advierte.

Durante los últimos 12 meses, el peso se ha apreciado un 14% frente al dólar en términos nominales y cerca de un 40% desde febrero del 2003. De hecho, el alza del 7% que registró el peso en las seis semanas transcurridas hasta mediados de febrero fue la mayor dentro de la canasta de 26 monedas de mercados emergentes que sigue Bloomberg.

Y no son sólo los exportadores de frutas los que se han visto afectados. Otros exportadores del sector agroindustrial, incluidos los de vino y salmón, también se han visto perjudicados.

Para el sector de agroindustrial en general, que corresponde a cerca del 15% de las exportaciones totales de Chile, ésta es la “peor crisis en más de una década”, según Luis Schmidt, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA). “Nuestros ingresos están cayendo día tras día mientras que nuestros costos -incluidos los de mano de obra, combustibles y fertilizantes- están subiendo; es una situación insostenible”, afirma.

Chile exporta US$10.000 millones en productos del sector agroindustrial anualmente, incluidos US$3.000 millones en productos de pescado, lácteos, carne, semillas y frutas junto con US$7.000 millones en alimentos procesados. Sin embargo, dado que el 70% de las exportaciones se pagan en dólares, la caída de la tasa de cambio desde 520 pesos -su nivel de mediados del 2007- a poco más de 460 pesos a fines de febrero implican que el sector perderá más de US$1.000 millones este año, estima Schmidt.

Producto de la debilidad del dólar y el aumento de los costos, se prevé que el crecimiento anual del sector agroindustrial se desacelerará a un 4% este año, luego de haber duplicado el crecimiento del PIB hace cincos años, añade. En el 2005, Chile se ubicó en el lugar número 17 a nivel mundial en términos de exportaciones agroindustriales y pretende ubicarse dentro de los 10 primeros para el 2010, pero -con los productores frenando las nuevas inversiones- esta meta está en duda, argumenta Schmidt.

No Sólo Alimentos

El sector de bienes manufacturados de Chile también se ha visto afectado y las pequeñas empresas en especial, están pasando apuros, afirma Eduardo Moyano, vicepresidente de la Asociación de Exportadores de Manufacturas (ASEXMA). En un sondeo de ASEXMA realizado en enero a 98 de sus miembros, el 70% indicó que sus ganancias se habían visto afectadas.

“Si exportas cobre o celulosa, no importa si tus costos suben, porque tus precios están subiendo aún más”, sostiene Moyano. Pero muchas empresas más pequeñas no podrán sobrevivir a las alzas de los costos, prevé.

La industria textil -en particular- ha sido golpeada duramente. Pese a negociar un crédito bancario, la firma textil local Bellavista Tomé cerró sus puertas en diciembre, mientras que otra compañía, Zalaquett, trasladó sus operaciones a Perú.

Y aquellas empresas que se quedaron en Chile se están preparando para lo peor. Según el sondeo de ASEXMA, el 54% manifestó que detendrán las actuales inversiones y el 32% no realizará ninguna inversión nueva, mientras que el 38% indicó que tendrá que despedir trabajadores y el 59% no está haciendo ninguna nueva contratación.

Mike Meade, un estadounidense que inició su propia empresa de servicios de construcción en Santiago realizando especificaciones en acero para empresas de su país, es uno de los que está preocupado por la cobertura de las nóminas de sus empleados. “Con la tasa de cambio cayendo de esta forma va a ser un verdadero problema pagar las nóminas”, señala, añadiendo que está perdiendo dinero en proyectos a los que apostó hace apenas seis u ocho meses.

“Necesito aumentar mis tarifas de manera muy drástica para compensar la tasa de cambio”, aduce, “y esto definitivamente disminuye mis posibilidades de adjudicarme nuevos proyectos en especial con la desaceleración del mercado de la construcción en Estados Unidos”.

Y puesto que viajar se ha vuelto más caro para los estadounidenses, también podría haberse esperado que la industria turística de Chile hubiera recibido un duro golpe, sin embargo, fue protegida por la diversificación. Según el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR), si bien el flujo de visitantes desde Estados Unidos ha descendido, otros mercados de turistas se han acelerado, y Chile está sufriendo menos que países como México y Costa Rica, que dependen más del mercado estadounidense.

La Caída del Cobre

Si bien la depreciación del dólar es un fenómeno internacional, una de sus causas en Chile es el incremento de los precios internacionales de las principales exportaciones del país: el cobre y la celulosa. Impulsado por la demanda china, el precio del cobre se ha cuadriplicado en los últimos cinco años y, a fines de febrero, alcanzó los US$3,87 la libra, su nivel más alto desde mayo del 2006.

Gracias a estos altos precios, Chile registró un superávit comercial récord de US$24.500 millones en el 2007, ya que las exportaciones crecieron un 17,5% a US$68.300 millones. De esta cantidad, dos tercios correspondieron a productos mineros, mientras que el tercio restante incluyó productos agrícolas, forestales, pesqueros e industriales.

Pero Chile no es el único país que está enfrentando precios récord para los bienes básicos y la apreciación de las divisas. Las exportaciones brasileñas de acero, hierro y soya han hecho que el real se aprecie frente al dólar y, del mismo modo, el nuevo sol peruano se ha apreciado debido a las exportaciones de oro, plata, cobre y zinc, destaca Diego Figueroa, economista de la firma chilena de inversiones LarraínVial.

El asunto para los exportadores chilenos es que, si bien el peso se apreció menos frente al dólar que otras monedas latinoamericanas en el 2006 y el 2007, se puso al día en el 2008, gracias al alto valor del cobre. Y, aunque la competitividad económica de Chile -medida según el tipo de cambio real (TCR), que compara el valor en pesos de una canasta de bienes producidos en Chile con una canasta similar producida por sus socios comerciales- se ha incrementado drásticamente desde la crisis asiática de fines de la década de los noventa, ha caído más de un 5% en los últimos tres años, destaca Figueroa.

Por cierto, los precios del cobre a la larga volverán a caer, pero según Joseph Ramos, profesor de economía de la Universidad de Chile, la pregunta es si ello ocurrirá lo suficientemente pronto para los exportadores de otros sectores. “Estamos viendo desaparecer una serie de empresas que podrían existir a la tasa de cambio que se registra cuando el cobre está en US$1,37 la libra (precio proyectado a largo plazo por el Gobierno)”, argumenta.

Las estimaciones sobre los futuros precios del cobre varían ampliamente y una posible recesión en Estados Unidos podría suprimir la demanda lo suficiente como para dañar los precios en el 2008 y el 2009. Sin embargo, la sólida demanda china y la ajustada oferta también podrían elevar los precios a un rango de US$4,50 a US$5,00 la libra este año o el próximo, según un estudio de LarraínVial.

Y eso no es necesariamente bueno para Chile. “La historia le ha enseñado a Chile los altos costos que trae consigo basar sus exportaciones en actividades centradas en los recursos naturales y no respaldar el desarrollo de exportaciones centradas en el conocimiento y la innovación”, advirtió Moyano de ASEXMA en una carta enviada recientemente al diario La Tercera.

Si el Gobierno no interviene, sugiere, el riesgo es que el actual auge de los recursos pueda conducir a un brote de la denominada enfermedad holandesa, inhibiendo el desarrollo de sectores de servicio y manufacturas competitivos a nivel internacional a través de su efecto sobre el valor del peso.

Figueroa concuerda en que lo que es bueno para la industria minera podría no ser bueno para todo Chile. “Los riesgos siguen estando del lado de que una apreciación adicional del peso sin mejoras en la productividad de los sectores perdedores tales como el agrícola puedan generar una suerte de dutch disease (enfermedad holandesa), que solamente beneficie a los grandes sectores del cobre y celulosa”, sostiene.

Medidas del Gobierno

De modo que ¿está haciendo el Gobierno lo suficiente para ayudar a los sectores perdedores? Los exportadores reconocen que no está cruzado de brazos, pero señalan que debiera hacer mucho más. “Las autoridades tienen que prescribir el remedio que nuestro enfermo sector exportador necesita”, insta Schmidt.

De hecho el Gobierno ha respondido elevando el límite que las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) de Chile pueden invertir en el extranjero a un 40% de los activos que tienen bajo su gestión, lo que se compara con el 30% previo. También pretende emitir bonos gubernamentales indexados a la inflación en pesos avaluados en US$1.200 millones en el 2008, lo que debiera sacar dólares del mercado y ayudar a mejorar su valor.
Para ayudar a contrarrestar los crecientes costos laborales, el Gobierno anunció además subsidios salariales por US$8 millones para el sector agrícola además de US$1 millón para ayudar a capacitar a unos 10.000 trabajadores. Pero el salario mínimo de Chile de aproximadamente US$310 mensuales tiene un fuerte impacto sobre el sector agrícola con su alto empleo de trabajadores temporeros, se queja Rodrigo Echeverría, presidente de la Federación de Productores de Fruta de Chile (FEDEFRUTA).
“Ya ni siquiera estamos hablando de maximizar las ganancias, estamos hablando de minimizar las pérdidas”, dice. “La pregunta es ¿cómo podemos perder lo menos posible?”

Asimismo, el Gobierno está tratando de ayudar a los exportadores promover la imagen de Chile en el extranjero. En enero, anunció otros US$15 millones -que serán igualados por el sector privado- para su campaña de “Imagen País” y la creación de ocho “plataformas de inteligencia de mercado” en mercados clave de exportación para aprender sobre sus necesidades.

Estas son medidas en la dirección correcta, señala Schmidt, pero el Gobierno debiera invertir más en promover a Chile tal como lo han hecho economías exitosas como las de Nueva Zelanda y Australia. “El vino australiano cuesta de un 25% a un 30% más que el vino chileno, no porque sea mejor, sino porque lleva el logo del canguro”, menciona

Otras medidas del Gobierno facilitarán que los pequeños y medianos exportadores obtengan créditos y financiamiento para inversiones. Otra medida útil, sugiere Echeverría, sería reducir el impuesto a los combustibles y/o reducir el impuesto al valor agregado (IVA).

Esto, destaca, tendría la ventaja de ayudar a reducir la inflación, que alcanzó un 7,8% el año pasado, impulsada por los mayores precios de los alimentos y la energía. Tales medidas reducirían la necesidad del Banco Central de elevar las tasas de interés, añade, disminuyendo así el incentivo para que los inversionistas ingresen dólares al mercado.

Pero esto genera más preguntas delicadas para el Gobierno. “¿Sería sólo para los exportadores o para todos? ¿y cómo podría compensar el Gobierno esta pérdida de ingresos?”, pregunta Ramos.

¿Intervenir o no?


Desde 1999, Chile ha permitido la libre flotación de su moneda, pero cuando los precios del cobre se desplomaron y el dólar llegó a los 750 pesos en el 2003, el Banco Central intervino mediante la venta de dólares al mercado. E, inevitablemente, los exportadores ahora están instándolo a hacer lo contrario y a comprar dólares.

Pero, ¿es ésta la respuesta? Sí, afirman Schmidt y Ramos. “El Banco Central debiera intervenir, porque en el mediano a largo plazo, la baja tasa de cambio socava el crecimiento de las exportaciones de Chile”, señala Ramos, “y el riesgo de intervenir es menor que el riesgo de no intervenir”.

No obstante, no todos los economistas o incluso los exportadores concuerdan con ello. “Si subimos artificialmente la tasa de cambio para evitar que algunas empresas quiebren, todos los chilenos pagaremos por ello a largo plazo”, afirma Juan Miguel Ovalle, presidente de la Asociación de Productores Avícolas (APA) de Chile y de la Asociación de Productores de Cerdo (ASPROCER). “Creemos que la respuesta son medidas que ayuden a la competitividad internacional del sector exportador”.

Ovalle tiene otro motivo para avocar por un enfoque no intervencionista. El dólar bajo implica que la importación de granos es más barata para los exportadores de carnes de ave y cerdo. “El impacto del dólar más bajo en nuestras exportaciones se ha visto compensado por el positivo impacto sobre nuestras importaciones”, reconoce.

“El dólar bajo es un desafío para nosotros los exportadores, pero no ha afectado a nuestra industria tanto como a otras”, añade. Dado que gran parte de las exportaciones de carne de ave y cerdo se destina a Europa y Asia -aunque eso va a cambiar ahora que se ha autorizado la venta de carne chilena de ave en Estados Unidos- éstas se pagan en otras monedas y no en dólares.

De hecho, las exportaciones de carne de ave y cerdo crecieron un 10% a US$554 millones en el 2007 y se espera que crezcan en un 7,5% anual en el período 2008-2010, según Ovalle. Y la industria tiene otra ventaja: está protegida contra los caprichos de la tasa de cambio por el hecho de que dos tercios de su producción aún se destinan al mercado local.

Chile sólo tiene que mirar al otro lado de la Cordillera de Los Andes -en Argentina- para darse cuenta de las dificultades que trae consigo inmiscuirse en la economía, sostiene Ovalle. “En una economía de mercado habrá situaciones en las que algunos sectores se vean afectados negativamente, pero no debiéramos intervenir como algunos países vecinos”.

De hecho, el sector exportador podría emerger de la actual crisis siendo más eficiente y competitivo. “El fuerte no sólo sobrevivirá, sino que saldrá de esto aún más fortalecido”, prevé Ovalle.

Pero a medida que los ingresos generados por las exportaciones del cobre entran al mercado, la presión a la baja del dólar podría continuar, haciendo que la supervivencia de los pequeños productores y exportadores se vuelva incluso más difícil. ¿Un remezón que será doloroso en el corto plazo, pero beneficioso en el más largo plazo? Quizás.

¿O puede que el daño sea de largo alcance para las industrias exportadoras que han conducido el crecimiento económico de Chile durante los últimos veinte años? Después de todo, los exportadores de fruta como Vital Berry podrían recuperarse de un mal año, pero si siguen presionados por los altos costos y la debilidad del dólar, puede que ya no estén para cuando el precio del cobre caiga.

Julian Dowling trabaja como periodista freelance en Santiago.

What impact is the strong peso having on Chile’s export sector? Who are the winners and losers? And what, if anything, should the government and Central Bank be doing about it?


February is traditionally the month when Chileans take their summer vacations and this year, with the peso at its strongest against the dollar since 1998, traveling abroad is more affordable than ever. And, for consumers too, there is the promise of access to cheaper imported goods like plasma TVs, computers and cars.

But not everyone is happy. February is also harvest time for Chile’s fruit exporters and the exchange rate, combined with higher costs, means that products like grapes, berries and kiwis may be lucky to break even.

“We budgeted an exchange rate of 500 pesos this year but the average is about 470,” Juan Ignacio Allende, CEO of berry exporter Vital Berry, told bUSiness CHILE in February. The company’s revenues have increased 30% in the last year to US$55 million, thanks to higher volumes, but profits have also fallen by as much due to the weak dollar and lower prices, with blueberries - the most widely planted and most profitable berries in Chile - selling for 30% less this year.

Allende is optimistic berry prices will recover to pre-crisis levels with improvements in quality and efficiency. “But with today’s exchange rate some exporters will not be able to survive,” he warns.

Over the last 12 months, the peso has appreciated 14% against the dollar in nominal terms, and nearly 40% since February 2003. In fact, the peso's 7% gain in the six weeks to mid-February was the biggest among a basket of 26 emerging market currencies tracked by Bloomberg.

And it’s not just fruit exporters who are affected. Other agro-food exports, including wine and salmon, are also being hurt.

For the agro-food sector overall, which accounts for about 15% of Chile’s total exports, this is the “worst crisis in over a decade,” according to Luis Schmidt, president of the National Agricultural Society (SNA). “Our income is falling daily while our costs including labor, fuel and fertilizers are rising, it’s an untenable situation,” he says.

Chile exports US$10 billion worth of agro-food products annually, including US$3 billion worth of fruit, seeds, meat, dairy and fish products and US$7 billion of processed foods. However, since 70% of exports are paid in dollars, the fall in the exchange rate from 520 pesos - its level in mid-2007 - to just over 460 pesos in late February means the sector will lose over US$1 billion this year, estimates Schmidt.

As a result of the weak dollar and rising costs, the annual growth of the agro-food sector is expected to slow to 4% this year, after doubling GDP growth five years ago, he adds. In 2005, Chile ranked 17th in the world in terms of agro-food exports and aims to break into the top ten by 2010 but, with producers putting a brake on new investments, this goal is in doubt, argues Schmidt.

Not just food

Chile’s manufactured goods sector has also been hurt and small businesses in particular are feeling the pinch, says Eduardo Moyano, vice-president of the Association of Exporters of Manufactured Goods (ASEXMA). In an ASEXMA survey of 98 of its members in January, 70% said their profits had suffered.

“If you’re exporting copper or cellulose, it doesn’t matter if your costs go up because your prices are going up even more,” says Moyano. But many smaller firms will not be able to survive the cost increases, he predicts.

The textile industry has been particularly hard hit. Despite negotiating a bank loan, local textile company Bellavista Tomé closed its doors in December while another firm, Zalaquett, has moved its operations to Peru.

And those firms that remain in Chile are battening down the hatches. According to the ASEXMA survey, 54% said they will halt existing investments and 32% will not make any new investments while 38% said they will have to fire workers and 59% are not hiring for any new positions.

Mike Meade, an American who started his own construction services company in Santiago performing steel detailing work for U.S. firms, is one of those worried about covering payroll. “With the exchange rate dropping like this it's going to be a real struggle meeting payroll,” he says, adding that he is losing money on projects he bid for just six to eight months ago.

“I'll need to increase my rates pretty drastically to make up for the exchange rate,” he argues, “and this definitely decreases my possibilities of winning new projects especially with the construction market in the States slowing down.”

As it becomes more expensive for Americans to travel, Chile’s tourist industry might also have been expected to take a nasty hit but has been protected by diversification. According to the National Tourist Service (SERNATUR), the flow of visitors from the U.S. has slowed but other markets have accelerated, and Chile is suffering less than countries like Mexico and Costa Rica, which are more dependent on U.S. market.

Copper downside

Although the depreciation of the dollar is an international phenomenon, one of its causes in Chile is surging international prices for the country’s main exports, copper and cellulose. Driven by Chinese demand, the price of copper has quadrupled in the last five years and, in late February, was reached US$3.87/lb, its highest level since May 2006.

On the back of these high prices, Chile posted a record trade surplus of US$24.5 billion in 2007 as exports rose 17.5% to US$68.3 billion. Of this amount, two-thirds were mining products while the remaining third included agricultural, forestry, fishing and industrial products.

But Chile is not the only country facing record commodity prices and currency appreciation. Brazil’s exports of steel, iron and soya have caused the real to appreciate against the dollar and, by the same token, Peru’s nuevo sol has appreciated on exports of gold, silver, copper and zinc, points out Diego Figueroa, an economist with Chilean investment firm Larraín Vial.

The catch for Chilean exporters is that, while the peso appreciated less against the dollar than other Latin American currencies in 2006-2007, it has caught up in 2008, thanks to the high copper price. And, although Chile’s economic competitiveness - as measured by the real exchange rate (TCR) which compares the value in pesos of a basket of goods produced in Chile with a similar basket produced by its trading partners - has increased dramatically since the Asian crisis of the late 1990s, it has fallen over 5% in the last three years, notes Figueroa.

Copper prices will, of course, eventually fall again but, according to Joseph Ramos, an economics professor at the Universidad de Chile, the question is whether it will be soon enough for exporters in other sectors. “We are wiping out a lot of companies that would be able to exist at the exchange rate when copper is US$1.37/lb [the government’s projected long-term price],” he argues.

Estimates of future copper prices vary widely and a possible recession in the U.S. could suppress demand enough to dampen prices in 2008-2009. However, strong Chinese demand and tight supply could also push prices up to US$4.50-5.00/lb this year or next, according to a study by Larraín Vial.

And that is not necessarily good for Chile. “History has taught Chile the high cost of basing its exports on activities intensive in natural resources and not supporting the development of exports intensive in knowledge and innovation,” warned ASEXMA’s Moyano in a recent letter to newspaper La Tercera.

If the government does not intervene, he suggests, the risk is that the current resources boom could lead to an outbreak of the so-called Dutch disease, inhibiting the development of internationally competitive manufacturing and service sectors through its effect on the value of the peso.

Figueroa agrees that what’s good for the mining industry may not be good for Chile as a whole. “Without improvements in the productivity of losing sectors such as agriculture, the continued appreciation of the peso could cause Dutch disease, which only benefits the big exporters of copper and cellulose,” he says.

Government measures

So is the government doing enough to help the losers? Exporters recognize that it is not sitting back with arms crossed but argue that it should do much more. “The authorities have to prescribe the medicine our sick export sector needs,” urges Schmidt.

The government has, in fact, responded by increasing the limit on the amount that Chile’s private pension funds (AFPs) can invest abroad to 40% of assets under management from 30%. It also plans to issue inflation-indexed treasury bonds in pesos worth US$1.2 billion in 2008, which should take dollars off the market and help shore up its value.
To help offset rising labor costs, the government has also announced US$8 million in wage subsidies for the agricultural sector in addition to US$1 million to help train about 10,000 workers. But Chile’s minimum wage of approximately US$310 a month has a strong impact on the agricultural sector with its heavy use of seasonal workers, complains Rodrigo Echeverría, president of the Chilean Fruit Producers’ Federation (FEDEFRUTA).
“We’re not even talking about maximizing profits anymore, we’re talking about minimizing losses,” he says. “The question is how can we manage to lose the least?”

The government is also trying to help exporters by boosting Chile’s image abroad. In January, it announced an additional US$15 million - to be matched by the private sector - for its ‘Country Image’ campaign and the creation of eight ‘market intelligence platforms’ in key export markets to learn about their needs.

These are steps in the right direction, says Schmidt, but the government should invest more in promoting Chile as successful economies like New Zealand and Australia have done. “Australian wine costs 25-30% more than Chilean wine, not because it’s better, but because it carries the Kangaroo logo,” he argues.

Other government measures will make it easier for small and medium-sized exporters to obtain loans and finance investments. Another useful measure, suggests Echeverría, would be to reduce tax on fuel and/or reduce VAT sales tax.

This would, he points out, have the advantage of helping to bring down inflation, which reached 7.8% last year, driven by higher energy and food prices. Such measures would ease the Central Bank’s need to raise interest rates, he adds, reducing the incentive for investors to bring dollars into the market.

But this raises more tricky questions for the government. “Would it be just for exporters or everyone? And how could the government make up for this lost income?” questions Ramos.

To intervene or not?

Chile has allowed its currency to float freely since 1999 but, when the copper price plummeted and the dollar reached 750 pesos in 2003, the Central Bank intervened by selling dollars. And, inevitably, exporters are now urging it to do the reverse and buy dollars.

But is this the answer? Yes, say Schmidt and Ramos. “The Central Bank should intervene because in the medium and long run, the low exchange rate undermines Chile’s export growth,” says Ramos, “and the risk of intervening is less than the risk of not intervening.”

But not all economists or even exporters agree. “If we artificially prop up the exchange rate to stop some businesses from going bankrupt, all Chileans will pay for it in the long run,” says Juan Miguel Ovalle, president of Chilean Poultry Producers’ Association (APA) and the Pork Producers’ Association (ASPROCER). “We think the answer is measures that help the international competitiveness of the export sector.”

Ovalle has another reason for advocating a hands-off approach. The low dollar means cheaper imported grains for poultry and pork exporters. “The impact of the falling dollar on our exports has been compensated by the positive impact on our imports,” he recognizes.

“The low dollar is a challenge for us as exporters, but it has not affected our industry as much as others,” he adds. Since most poultry and pork exports are destined for Europe and Asia - although that is set to change now that Chilean poultry has been authorized for sale in the U.S. - they are paid in currencies other than the dollar.

In fact, pork and poultry exports grew 10% to US$554 million in 2007 and are expected to grow 7.5% annually in 2008-2010, reports Ovalle. And the industry has another advantage - it is cushioned against the vagaries of the exchange rate by the fact that two- thirds of its production still goes to the domestic market.

Chile has only to look across the Andes at Argentina to realize the pitfalls of meddling in the economy, argues Ovalle. “In a market economy there will be situations in which some sectors are negatively affected, but we shouldn’t intervene like some neighboring countries.”

Indeed, the export sector could emerge more efficient and competitive from the current crisis. “The strong will not only survive but will come out of this even stronger,” predicts Ovalle.

But as revenues from copper exports pour in, the downward pressure on the dollar could continue, making it ever harder for small producers and exporters to survive. A shake-out that will be painful in the short term but beneficial in the longer run? Perhaps.

Or might the result be lasting damaging to the export industries that have driven Chile’s economic growth over the last twenty years? After all, fruit exporters like Vital Berry might recover from one bad year, but if they continue to be squeezed by high costs and a weak dollar, they could no longer be around by the time the price of copper falls.

Julian Dowling is a freelance journalist based in Santiago.
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