[:es]Contrapunto Político: Elecciones Municipales 2016[:en]Political Counterpoint[:]

03 Octubre 2016
[:es]EL DOMINGO 23 DE OCTUBRE SE REALIZARÁ LA SEGUNDA ELECCIÓN DE ALCALDES Y CONCEJALES CON VOTO VOLUNTARIO EN CHILE, UN PROCESO AL CUAL LA SOCIEDAD CHILENA LLEGA DESENCANTADA, PRINCIPALMENTE POR LOS CASOS DE CORRUPCIÓN POLÍTICA Y EMPRESARIAL. A ELLO SE SUMA LA BAJA APROBACIÓN DE LA PRESIDENTA BACHELET -20%- Y DESCONFIANZA CIUDADANA. EN ESTE ESCENARIO, DOS EXPERTOS EXPLICAN LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA QUE VIVE EL PAÍS.

Por Alejandra Rivera.


Jorge Navarrete, abogado y analista político


“NUESTRA POLÍTICA ESTÁ DESPRESTIGIADA Y SE  TRANSFORMÓ EN UNA ESFERA IRRELEVANTE”

ESTIMA QUE EL NIVEL DE ABSTENCIÓN EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES MUNICIPALES ALCANZARÁ AL MENOS UN 60% DEL PADRÓN ELECTORAL.

Por Kamila Cortez

Navarrete, abogado y analista político, advierte sobre los desafíos que deberá asumir el próximo Presidente de la República, ante el deterioro institucional y la creciente desconfianza hacia las élites públicas y privadas. Un reto que requerirá voluntad y liderazgo para hacer frente a uno de los períodos “más difíciles en cuanto a gobernabilidad”.

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-¿Qué podemos esperar de la combinación del voto voluntario y la desafección política, de cara a las elecciones municipales?

-No es la primera elección que enfrentamos con voto voluntario, aunque es inédito el actual nivel de desapego con la política y los asuntos públicos. Todo indica que tendremos una muy alta abstención en las próximas elecciones municipales, con un 60% a 70% del padrón electoral habilitado para sufragar. De igual manera, el que dos de cada tres personas manifieste no tener ninguna preferencia presidencial según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), es un síntoma de la fractura total entre la política formal

Gobierno, Congreso y partidos- con los ciudadanos y la opinión pública. Lo que hoy tenemos en Chile es una profunda crisis de representación política y de legitimidad con sus instituciones más relevantes. No podemos seguir tratando de maquillar las heridas si nos estamos desangrando por dentro.

-¿Cómo cree usted que los temas de corrupción en la política pueden afectar las próximas elecciones presidenciales?

-Hace un buen tiempo que venimos diagnosticando una cierta rabia de los ciudadanos hacia el poder -no sólo económico, sino también político y social-, especialmente por cómo éste se origina, usa y distribuye. Hay una fuerte crítica hacia una élite, a la que se acusa de disfrutar, en forma exclusiva y excluyente, de redes de influencia que discurren por derroteros diferentes a los buenos usos en una democracia.

Es en ese escenario que la indebida influencia del dinero en la política y la cooptación de instituciones y funcionarios públicos por intereses de una minoría, terminó por consolidar una visión muy negativa sobre la idoneidad profesional y moral de muchos quienes aspiran a representar a los ciudadanos, transformando cada día más a las elecciones en procesos irrelevantes, con menor interés por parte de los ciudadanos, los que se han volcado a otras formas de presión y participación política.

Nuestra política no sólo está desprestigiada sino que, aun peor, se transformó en una esfera irrelevante.

-A raíz de los casos de corrupción ¿qué cambios ve tanto en la sociedad, como en el escenario político chileno?

-Creo que deberíamos alegrarnos de la sorpresa e indignación que estos casos han provocado. En otros países de la región se ha perdido la capacidad de asombro respecto de estos hechos, los que resultan tan naturales como habituales.

Quiero creer también que las reformas que se han emprendido contribuirán a tener un sistema más transparente y una democracia mejor. Lo mismo ha ocurrido en el ámbito privado, donde no sólo existe mayor conciencia, sino que también se reprocha de manera más dura cualquier abuso o acto reñido con la ética por parte de los agentes del mercado.

Desde esta perspectiva, se han elevado los estándares y aunque por estos días a ratos vivimos un ambiente inquisidor y de mucha sospecha, con el tiempo las cosas se irán decantando en su justa medida. Para la política este es un gran desafío, en la medida que obliga a un re-concurso y donde todos deben competir en condiciones más igualitarias y equitativas. Se parte de cero para muchos, lo que es una buena notifica para combatir el principal flagelo de nuestro sistema político: la falta de competencia.

Cambios en el escenario político

-En las próximas elecciones presidenciales ¿podremos ver un cambio en la configuración de fuerzas producto del fin del binominal?

-Lo primero que veremos será una mayor fragmentación de las fuerzas políticas, lo que se expresará en más de 30 partidos compitiendo por cupos en el Congreso. Y aunque la elección del próximo año será un primer filtro, evidentemente habrá más incertidumbre en la geografía política sentada en Valparaíso. El nuevo sistema proporcional abre las puertas para explorar otras alianzas políticas, terminando con una muralla que dividía a las fuerzas más moderadas de izquierda y derecha. Esos movimientos dependerán de las próximas candidaturas presidenciales y su capacidad para mostrarse competitivas y viables en términos electorales.

Quizás lo más interesante pueda venir de la Democracia Cristiana o de una parte de ese partido, el que históricamente ha sido parte de una coalición de centro izquierda, pero con un alto costo en su perfil e identidad.

-¿Hay espacio para que partidos menores logren representatividad en el escenario político?

-Por supuesto que sí. Ya en la elección pasada hubo partidos y fuerzas políticas que no estaban en las dos grandes coaliciones, pero que aun así lograron instalarse en el Congreso. Esa cifra se multiplicará en la próxima elección, mostrando un parlamento más diverso, pero también muy complejo de manejar. Se acabó el tiempo de las grandes mayorías incondicionales en torno a exhaustivos programas de gobierno.

Lo que viene por delante son acuerdos circunstanciales y temporales sobre específicos proyectos de ley, donde esos partidos más pequeños tendrán la capacidad para inclinar la balanza en uno y otro sentido; lo que además de acrecentar su poder, desincentivará la disciplina y el orden en el poder legislativo.

-Independiente de quien sea elegido ¿qué podemos esperar desde el punto de vista de la gobernabilidad y estabilidad del país?

-Cualquiera sea el próximo Presidente de la República, el país enfrentará uno de sus períodos más difíciles en cuanto a gobernabilidad. Entre el deterioro institucional y de nuestra política, la creciente desconfianza hacia las élites públicas y privadas, más un malestar asociado a expectativas no satisfechas, se ha configurado una tormenta perfecta que se prolongará por un buen tiempo más.

Restaurar un adecuado escenario para contener y procesar el debate público y las demandas ciudadanas tomará tiempo. Requerimos de paciencia, voluntad y muchos liderazgos, con visión y coraje, para enfrentar lo que viene por delante. Viene un momento difícil, pero en el que hay que resembrar.

-¿Chile seguirá siendo un país atractivo para las inversiones o esto depende de quién gane las presidenciales?

-Sí, en términos generales. Hay una cierta trayectoria e inercia que es difícil de detener o corregir en el corto plazo. Cuando se mira a la región, especialmente a países como Perú, es evidente cómo se han acortado las brechas y diferencias entre los países, haciendo de la inversión un terreno en disputa cada vez más competitivo, y donde no podemos seguir perdiendo el tiempo.

En el caso de Chile, además de corregir algunas políticas públicas y dar concretas señales en favor del crecimiento económico, debemos introducir reformas para diversificar y estimular otros motores del mercado, que vengan a suplir la caída de precios de nuestras materias primas, especialmente en el ámbito de la minería.
Aldo Cassinelli, director ejecutivo del Instituto Libertad

“LOS PARTIDOS TIENEN QUE EVOLUCIONAR Y CONECTARSE CON SU BASE SOCIAL”

PLANTEA QUE LAS DEMANDAS SOCIALES SON DIFERENTES A LAS DE AYER, POR LO TANTO, LAS RESPUESTAS DEBEN SER OTRAS.

Aldo Cassinelli, director ejecutivo del Instituto Libertad, think tank ligado al partido político Renovación Nacional (RN), señala que los chilenos sienten un creciente malestar y están desafectados por la política, lo que impactará en la participación en las municipales, la que sitúa en rangos cercanos a 40%.

El problema, explica, es que la sociedad ha ido cambiando, demanda mayor participación e injerencia en la toma de decisiones y la élite dirigente “pareciera que no le está tomando el peso a las demandas sociales y muy pocos están conectados con el cómo resolverlas”.

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-¿Y en este sentido, la política está en un punto de inflexión?

-Sí, y se debiera manifestar en la forma en que se deben resolver los conflictos. La sociedad chilena los evade y trata de llegar a acuerdo antes de que estallen. A futuro, los conflictos van a ser mucho más evidentes, por lo tanto, se deben generar los mecanismos que les permitan canalizarlos.

Los partidos políticos son en esencia canalizadores de demandas y gestores de cuadros para administrar el Estado. Y esas dos funciones no las están ejerciendo, lo cual es clave para la sostenibilidad de la democracia. En el largo plazo todos los movimientos debieran dar cuenta de nuevos partidos y los existentes van a tener que modificar sus prácticas; de lo contrario, serán muy marginales respecto de la capacidad de gestión del conflicto y de las demandas. Los partidos tienen que evolucionar y esa evolución, paradojalmente, es volver a la esencia de lo que son los partidos y conectarse con su base social. Con un sistema de voto voluntario, la conexión con la base es fundamental para mejorar o canalizar la base electoral.

De cara a las presidenciales

- Los resultados de la elección municipal ¿son extrapolables a la presidencial?

- No es extrapolable, está desconectada de la presidencial, hay poca visibilidad, y lo que se visualiza hacia la presidencial es algo fundamental para la democracia, que es la incertidumbre respecto de los resultados. Según los estudios de opinión hoy, con un 60% que no tiene definida una opción, no hay una figura clara que se pueda proyectar como presidente a 14 meses de la elección. Y esta incertidumbre hace que las personas se movilicen.

-En las elecciones de 2017 debuta el sistema proporcional. ¿Habrá cambios en la composición de las fuerzas en el Congreso?

- Primero, habrá 35 parlamentarios electos más, lo que dará una sensación de tener una mayor rotación parlamentaria o rostros nuevos. Puede que entren una o dos figuras distintas, fuera de las coaliciones, pero se van a diluir entre una cantidad mayor de parlamentarios, entonces, su peso también se diluye. Pero si la situación se sigue proyectando tal como lo vemos hoy, las dos grandes fuerzas van a seguir conteniendo un porcentaje significativo del electorado y de la representación política. No debieran darse grandes cambios, pues las minorías no van a tener la fuerza suficiente para hacer girar las decisiones del Congreso. Chile tiene un régimen presidencial con una lógica de coaliciones mayoritaria –similar a lo que ocurre en un régimen parlamentario-, porque se necesitan coaliciones que le den sustento al Gobierno, pues de lo contrario se debilita y hace que no pueda cumplir con sus programas y promesas.

-¿Están las condiciones dadas para que finalmente la dupla Lagos-Piñera sea la que compita?

- Lo positivo, es que se empieza a fijar un marco en el que se va haciendo la discusión. No obstante, las demandas de la sociedad son distintas. Chile ha ido avanzando y tenemos una clase media más grande que hace 20 años, con un avance significativo de gente que ha salido de la pobreza, pero que sigue estando en el umbral y ante una situación de crisis la posibilidad de que vuelva a ser pobre es muy alta. Por otro lado, hay una clase media que no ve reflejado en su esfuerzo los resultados prometidos. Por lo tanto, la respuesta no puede ser la misma que se dio hace 12 ó 14 años atrás.

-Si estos candidatos no llegan con nuevas propuestas, ¿se pueden generar espacios para que surjan caudillos o líderes extraparlamentarios?

-En términos sociales, a 14 meses de una elección descartar cualquier opción no es posible, pero hoy, tal como están dadas las cosas, no se visualiza la posibilidad de un líder populista que se arranque del sistema actual. La gente es muy práctica, ante la posibilidad real de cambio dentro del sistema, vota. El problema es si no ven una opción de cambio. Por eso, al tener estos dos grandes personajes, de las dos coaliciones mayoritarias, se pone un margen. Y la posibilidad de que algo venga por fuera, va disminuyendo.

Hay varios movimientos emergentes al margen de los bloques que podrían tener liderazgos potentes, pero para que lleguena transformarse en opción presidencial requieren del apoyo de las corrientes principales del país para tener apoyo en el Congreso y gobernar.

Transformación

-¿Cómo ve usted la evolución socio-política que está viviendo Chile?

-La evolución que está viviendo Chile es como los períodos de crecimiento, estamos en una crisis de crecimiento. Cuando estás pasando a otra etapa ya no sirven los mismos mecanismos, por lo que no puedes resolver los problemas como lo hacías antes. Si en ese proceso no se es capaz de resolverlos, la crisis se instala. Pero hoy, estamos en este tránsito y no le tendría temor a esta evolución que estamos viviendo. Mi temor está en la incapacidad de lograr resolver este problema.

-¿Y los líderes y la élite actual podrá dar respuestas a las demandas sociales?

-Hay personas y grupos que están más conectados con estos problemas y saben que las cosas no se pueden hacer como ayer. Por ejemplo, en grupos empresariales y corrientes como el capitalismo consciente o las empresas B, se tiene una visión distinta de la lógica del capitalismo de patronazgo y ese quiebre se puede trasladar a la política. No es generacional y se está dando en todos los partidos, y en esta lógica de reconfiguración del sistema, no sería extraño ver cómo personas de distintos partidos se unen para enfrentar estos problemas, entendiendo que ningún partido puede gobernar solo. Las coaliciones van a ser fundamentales. Ahora, el tema es cómo se articularán esas coaliciones, si van a ser de centro derecha y centro izquierda como hasta ahora, o hacia adelante se puedan refundir.

-Y las elecciones presidenciales ¿van a significar algún cambio en el país? ¿Chile seguirá siendo atractivo para los inversionistas?

-Lo que se viene, y tiene que ver con el aprendizaje de este Gobierno, es que la unión entre la política y lo técnico, son fundamentales, no solo para el diseño de reformas o cambios de políticas públicas, sino para su implementación y en algún minuto pareciera que se estuvo dejando de lado. Esa seriedad, en términos de funcionamiento, va a continuar, si el espacio en el que se va a dar la próxima elección se va acotando por las personas que hoy están liderando la carrera presidencial. Lo fundamental es reparar algunos daños que se pudieron hacer, más por voluntarismo de que se podían hacer cosas, pero sin tener anclajes más técnicos en las materias que se estaban aplicando.

Por ejemplo, la reforma tributaria, era una propuesta que venía siendo estudiada de hace un tiempo, pero se le incorporaron ciertos elementos que la hicieron prácticamente inviable. Existe consenso en que se necesitan más recursos, pero hay que saber de dónde se sacan sin trabar la inversión y la actividad económica. Pues, por un lado puedes recaudar más, pero si no tienes actividad económica, a la larga, vas a terminar recaudando menos y si esto ocurre, las políticas públicas que se habían diseñado pensando en esos recursos, no se pueden implementar. Entonces, ese juego sistémico que se tiene que tener, se va a tener que reparar en el próximo Gobierno. La capacidad de resolver conflictos en Chile es mucho más fuerte que en otros países.[:en]On 23 October 2016, the second Chilean election to be held under the voluntary voting system is due to take place, in this instance for municipal mayors and councilors. The vote will be staged against the backdrop of a Chilean society that is increasingly disenchanted with its political classes, mainly due to a number of cases of political and corporate corruption. This disenchantment is illustrated by the low approval ratings of President Michelle Bachelet, which currently stand at 20%, as well as a general lack of public trust in politicians. With this context in mind, two leading thinkers assess the social and political transformation currently underway in the country.

Jorge Navarrete, lawyer and political analyst

“CHILEAN POLITICS IS DISCREDITED AND HAS BECOME AN IRRELEVANT SPHERE”

It is estimated that turnout in the forthcoming municipal elections will be less than 60%.

By Kamila Cortez




Jorge Navarrete, lawyer and political analyst, discusses the challenges that need to be confronted by the next President of Chile in the face of the waning influence of public institutions and the growing lack of trust in public and private elites. This challenge will require willpower and leadership in order to confront what he calls one of the “most difficult periods of governability” in recent times.

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What can we expect in these municipal elections, given the combination of the voluntary vote and public disenchantment with politics?

This is not the first election to be held under the voluntary vote, but it is unprecedented due to the current levels of indifference towards politics and public affairs. All indications point to high levels of abstention in the municipal elections, with 60% to 70% of those on the electoral register eligible to vote. Similarly, two out of every three people claim to have no preference regarding the 2017 presidential election, according to the latest opinion poll from the Centro de Estudios Públicos (CEP). This is symptomatic of the total breakdown between the political system, government, Congress, and political parties on one hand, and general public opinion on the other. Today in Chile, there is a profound crisis of political representation and of legitimacy of the country’s most important institutions. We cannot simply keep trying to hide the wounds while slowly bleeding to death inside.

In what way do you think the recent cases of political corruption may affect next year’s presidential election?

For a long time, we have been identifying a certain level of disapproval among the public directed towards those in positions of power, not only economic, but also political and social, and especially in terms of how power is generated, used, and distributed. Severe criticism is being directed towards elites who are accused of enjoying, in an exclusive and exclusionary manner, networks of influence that run through different areas of society and in contravention to the good practices required in a democracy.

It is within this scenario that the undue influence of money in politics and the co-opting of public institutions and officials in the interests of a minority result in an entrenched and highly negative view of the professional and moral suitability of many of those who aspire to represent the general public. This leads to elections becoming increasingly irrelevant and less interesting to the electorate, who subsequently turn to alternative forms of political pressure and participation.

Chilean politics is not only discredited but, worse than that, has become an irrelevant sphere.

As result of the cases of corruption, what changes do you see in both society and in Chilean politics?

I believe that we should be content with the levels of surprise and indignation provoked by these cases. Other Latin American countries have lost the element of surprise in response to cases such as these, and in many nations they have become a natural and common occurrence.

I would also like to believe that the reforms implemented in Chile have helped to create a more transparent system and a better democracy. The same has occurred in the private sector, in which there is not only greater conscience, but also harsher punishment for any abuse of ethics by market players.

From this perspective, standards have been raised and although we currently live in a critical and suspicion-filled environment, over time things will be put into perspective. This is a huge challenge for the political classes because it produces the need for new competition in which everyone must compete under fairer and more equitable conditions. It starts from scratch for many, which is good news in terms of combatting the main problem in our political system: the lack of competition.

CHANGES IN THE POLITICAL SPHERE

In the next presidential election, could we see a change to the way political forces are configured following the end of the binominal voting system?

The first noticeable outcome will be the greater fragmentation of political forces, illustrated by the fact that there will be more than 30 parties competing for seats in Congress. Although the election in 2017 will act as a first filter, there will clearly be greater uncertainty in terms of the political make-up of the Senate and the Chamber of Deputies. The new proportional representation system opens the door to the possibility of alternative political alliances and will help to tear down the wall that has previously separated the more moderate forces from the left and right. These political movements will depend on the next presidential candidates and their ability to be competitive and viable in the run up to the election.

Perhaps the most interesting aspect will be the Partido Demócrata Cristiano (Christian Democrtic Party), or at least a section thereof. This party has historically been a coalition of the center left, although this label has had a high cost on the movement’s profile and identity.

Is there space for minority parties to win representation in the political arena?

Absolutely. There were parties and political movements in the 2013 elections that were not members of the two large coalitions but which still managed to win seats in Congress. This trend will increase in the next election and it will demonstrate that Congress is simultaneously more diverse and more difficult to manage. The time of the large, unconditional majorities based on exhaustive programs of government is coming to an end.

In the future, agreements will be formed on an ongoing and temporary basis regarding specific reforms, in which these smaller parties will have the ability to tip the balance one way or the other. Furthermore, in addition to increasing the power of these smaller groups, this reality will disincentivize discipline and order in the legislative branch of government.

Regardless of who is elected, what can we expect in terms of governability and stability of the country?

Whoever the next president is, the country will be faced with one of its most difficult periods in terms of governability. The combination of disenchantment with politics and public institutions, the growing lack of trust of political and private elites, and a general uneasiness related to unfulfilled expectations has created a perfect storm that will rage for a considerable time.

Restoring a suitable environment in which to stage and process public debate and the demands of society will take time. The country requires patience, willpower and tremendous leadership, with vision and courage, to confront the challenges that lie ahead. This is a difficult period, but one which presents new opportunities.

Will Chile continue to be an attractive country for investors, or does this depend on who wins the 2017 presidential election?

Generally, yes. There is a certain momentum and habitual behavior with these kinds of things that is difficult to stop or correct in the short term. If you look at the region, especially at countries like Peru, it is clear that the gaps and differences between the nations have narrowed. This makes investment an increasingly competitive field and one in which this country cannot continue to lose ground.

In the case of Chile, the country needs to correct certain public policies and provide concrete signals in favor of economic growth. It is also crucial that reforms are introduced to diversify and stimulate other engines of the economy that will help to counter the falling prices of national raw materials, especially in the field of mining.




Aldo Cassinelli, Executive Director of Instituto Libertad

“PARTIES HAVE TO EVOLVE AND BECOME MORE CONNECTED WITH THEIR SOCIAL BASE”

The expert proposes that since current social demands are different to those of the past, the response must also be distinct.

By Alejandra Rivera

Aldo Cassinelli, Executive Director of Instituto Libertad, a think tank with links to the political party Renovación Nacional (National Renovation), believes that Chileans are experiencing a growing disquiet and increasing disillusionment with politics. He claims that the impact of this will be seen in the upcoming municipal elections, in which turnout is expected to be around 40%.

The problem, he explains, is that society has been undergoing changes and is now calling for greater participation and involvement in decision-making processes. He claims that the ruling elite, “does not seem to be taking these social demands into account and very few of them understand how to respond”.

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In this regard, is politics at the tipping point?

Yes, and the outcome of this tipping point should be reflected in the way in which the elite is able to resolve conflicts. Currently, Chilean society evades such conflicts and tries to reach agreements before problems arise. In the future, conflicts will be far more evident and it is therefore important to establish mechanisms through which they can be channeled.

Political parties are, in essence, channels for public demands to be heard and cadres for running the country. At present, these two functions are not being put into practice, which is crucial in terms of democratic sustainability. In the long term, all movements should account for the emergence of new parties while existing ones will have to change the way they work. If they do not, they will become extremely marginal in terms of their ability to manage conflicts and public demands. Parties have to evolve and, paradoxically, this means going back to the original essence of what they are and becoming more connected with their social base. With a voluntary voting system in place, building links with grassroots is fundamental to improving and channeling their electoral bases.

LOOKING AHEAD TO THE PRESIDENTIAL ELECTION

Can the results of the municipal elections tell us anything about the 2017 presidential election?

No, they are not related to the presidential election: they have little visibility and, in contrast to the municipal vote, what emerges from the presidential elections is something far more fundamental for democracy; the uncertainty surrounding the result. According to current opinion polls, which show that 60% of the electorate is undecided as to its preference for president, there is no stand out figure favorite to win in 14 months. It is this kind of uncertainty that motivates people to mobilize.

The proportional representation system will be used for the first time in the 2017 elections. Will it lead to changes in the balance of Congress?

Firstly, there will be 35 additional members of Congress elected, which will generate the feeling of greater political rotation and add some new faces to the mix. One or two new figures may enter from outside the main coalitions but their influence will be diluted among an increased amount of members. However, if the current situation continues as it is today, the two large blocs will retain a significant percentage of votes and political representation. Large-scale changes are not expected since the minorities will lack the sufficient power to swing the decisions of Congress.

Chile has a presidential system based on majority coalitions, similar to a parliamentary system. Coalitions in Congress are needed to provide support to the government, otherwise the ruling party would be weakened and incapable of fulfilling its programs and pledges.

Is everything set for Lagos and Piñera to finally compete against one another?

The positive aspect is that a framework is beginning to emerge in which discussions are now taking place. Nevertheless, public demands are different. Chile has made great strides in recent years, with a far larger middle class than 20 years ago and significant progress in terms of lifting people out of poverty. However, many of these people remain on the periphery and are still extremely vulnerable to falling back into poverty.  There is also a section of the middle class that does not see its efforts match the outcomes promised. It is therefore vital that the response is not simply the same as it was a decade or two ago.

If these candidates fail to come up with new proposals, could space be created in which extra-parliamentary leaders emerge?

In social terms, anything is possible 14 months out from an election. However, given how things are today, there is little possibility of a populist leader emerging from the current system. People are very practical and when faced with the real possibility of change within the system, they vote. However, problems arise when they see no likelihood of change. That is why, with the two large personalities of Lagos and Piñera, who come from the two largest coalitions, no space is being left for alternatives. The possibility of someone new emerging from outside the system is decreasing.

There are a number of movements on the margins of the main political blocs that could provide strong leadership. However, in order to become a viable option in the race for the presidency, they would require the support of the national mainstream in Congress in order to govern.

TRANSFORMATION

How do you view the socio-political evolution taking place in Chile?

The evolution underway in Chile is like a period of economic growth, and we currently find ourselves in a growth crisis. When transitioning from one stage to another, the same old mechanisms become irrelevant and problems cannot be solved in the same way as before. If, during this process, one is incapable of overcoming these problems, crisis ensues. But today, we are in a transition and no one should be afraid of this evolutionary process. My great fear, however, is the inability to successfully resolve this problem.

Can current leaders and the ruling elite provide answers to social demands?

There are people and groups of people who are more closely connected to these problems and who know that things cannot be done as they were before. For example, business and other related groups such as those advocating conscientious capitalism or B Corporations have a different outlook on the logic of crony capitalism. This break with tradition can be replicated in politics. It is not generational and is occurring in all political parties.

Under this logic of a reconfigured system, it would not be out of place to see people from different parties uniting to confront common problems, with an understanding that no one party can govern alone. Consequently, coalitions will be fundamental. At present, the issue is how these coalitions will be formed, whether they are going to be center right and center left, as they are now, or if they can be reshaped moving forward.

Will the 2017 presidential election mark a turning point in the country? Will Chile continue to be attractive for investors?

What will happen, and which is relevant to the learning process of the incumbent government, is that the union between the political and the technical will be recognized as fundamental, not only in the design of reform bills and changes in public policy, but also in their implementation. For a certain period of time, it has seemed as though this principle has been forgotten. The gravity of this situation, in terms of how things are run, will simply continue if the discourse of the forthcoming election is determined by the people who are, today, the leading figures in the presidential race. The key aspect is to repair the damage that has emerged as a consequence of this reality, which has primarily been the result of wishfulness and a lack of technical expertise being applied in the relevant areas.

For example, the tax reform had been researched for a significant period of time, but certain elements were incorporated which made the proposal virtually impracticable. There is general consensus that greater financial resources are required for the State, but it is important to understand exactly where these can be found without obstructing investment and economic activity. On one hand, while additional resources can be raised, if there is no long-term economic stimulus, fewer resources will ultimately be collected. If this occurs, the public policies designed with these additional resources in mind cannot be implemented. Therefore, this systemic game being played will have to be fixed by the next government. Nevertheless, I believe the ability to resolve conflicts such as these is much stronger in Chile than in many other countries.[:]
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