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Por Sandra Guazzotti, Senior Vicepresident, Oracle Latam y Presidenta AmCham Chile
En un mundo donde el 90% de los datos que existen actualmente se han producido tan solo en los últimos cinco años, la necesidad de administrarlos eficientemente está más latente que nunca y las tecnologías han tenido que evolucionar para aprovechar aún más el potencial de la información.
Por ejemplo, para 2020, los analistas estiman que cada persona en la tierra generará
1.7MB de datos por segundo.
Una organización, al igual que las personas, es generadora constante de datos. Cada uno de sus departamentos produce información de suma relevancia, desde entradas y salidas monetarias hasta registros valiosos del progreso de un empleado. Si no se tiene la información actualizada, almacenada y ordenada de una manera tal que simplifique procesos, la velocidad en la que operará el negocio será lenta, desordenada y poco eficiente.
Hace 40 años, las empresas comenzaban a “sufrir” para organizar su información, por eso, nacieron las bases de datos relacionales que se convirtieron en la columna vertebral de los negocios, dado que el sistema se encargaba de “pensar” y encontrar la información, dónde y cuándo se necesitaba.
La realidad hoy es que el volúmen de datos de las empresas se sigue incrementando exponencialmente a cada minuto y el tipo de información que se puede recabar es cada día más específico y más valioso. La información es poder, en la medida que permite tomar decisiones más precisas e incluso predecir y anticiparse a situaciones riesgosas.
En la actualidad tenemos la fortuna de aprovechar la inteligencia artificial, el machine learning, el Internet de las Cosas y otras tecnologías que no solo son generadoras de información sino que también permiten a las empresas liberar recursos valiosos, convertir sus datos en información útil y reducir costos operacionales, todo al mismo tiempo.
Los datos dejaron de ser un activo de apoyo al negocio de las empresas para convertirse en el generador de valor central que impulsa nuevas fuentes de ingresos y modelos de negocio.
Es así como hoy, 40 años después de la comercialización de las primeras bases de datos relacionales y gracias a la constante innovación y la integración del aprendizaje automático (inteligencia artificial), por primera vez contamos con bases de datos autónomas que se administran, ajustan y reparan por sí solas.
Los beneficios de esta nueva tecnología son muchos, pero los principales son: reducción en los costos y tiempo invertido en su mantenimiento, así como un mayor nivel de seguridad dado que se actualizan por sí solas y están menos expuestas a errores humanos.
¿Hacia dónde vamos? Probablemente sea muy difícil vaticinar un futuro porque en esta era lo único constante es la velocidad exponencial del cambio, sin embargo, sabemos que gracias a la capacidad de procesamiento que existe hoy y el acceso a infinitos datos, está en nuestras manos que ese futuro sea más prometedor que hace 40 años siempre y cuando hagamos un uso responsable de ellos.[:]