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Columna escrita por Jorge Gamero C., Country Manager de ManpowerGroup Chile
El mundo laboral sigue cambiando y promover un entorno profesional equitativo es una de las primeras tareas que debemos asumir mientras avanzamos por esa transición. Los prejuicios ligados al status quo son una de las causas principales que impulsan la desigualdad y que nos impiden acelerar el desarrollo corporativo de manera ágil, consistente y sostenible.
Nuestros esfuerzos deben estar ligados a la creación de políticas que eliminen la brecha de género y promuevan la igualdad en distintos roles laborales. Iniciativas como el planteamiento de objetivos claros para la participación femenina en puestos de liderazgo, garantizar la presencia de mujeres en los procesos de selección, la creación de programas de sponsorship que impulsen el desarrollo de carrera de las mujeres dentro de las organizaciones, la aprobación de políticas de licencia paternal obligatoria, entre muchas otras, tienen efectos que trascienden e inciden positivamente en el mundo laboral equitativo que debemos construir.
Así como, en la calidad de vida de cada una de las personas y sus familias, sumando la importancia de entender el rol social que tiene el enfoque de género en la gestión organizacional.
Una mirada consciente hacia la equidad
Los esfuerzos que hemos venido llevando a cabo los últimos 75 años para promover la equidad han sido importantes para enmarcar una línea que separe los estereotipos del pasado y que nos permita avanzar hacia el concepto de una mejor sociedad. Sin embargo, a pesar de que hemos avanzado, aún nos falta por cumplir el propósito esperado.
Según el estudio de ManpowerGroup: "7 pasos hacia una inclusión consciente", las mujeres representan más del 50% de la fuerza laboral global, pero menos del 25% ocupan puestos de alta gerencia, lo cual es preocupante desde cualquier punto de vista. Está demostrado que el rol femenino en posiciones de liderazgo genera mejores resultados para las Organizaciones en múltiples aspectos que van más allá del clima laboral o la cultura organizacional.
Un estudio del Instituto Peterson para la Economía Internacional y el Centro de Estudios EY asegura que las empresas con un 30% de mujeres en puestos directivos son más rentables que aquellas que carecen de presencia femenina. Por esto y más, acelerar el cambio debe incluir el apoyo de empresas, instituciones y gobiernos en todo el mundo.
En el contexto latinoamericano, Chile se ubica en el 5to. lugar en el mundo entre las naciones con mayor diferencia de sueldos entre géneros, en donde las mujeres ganan un 12,4% menos que los hombres, según datos de la Superintendencia de Pensiones. Con respecto a la presencia de mujeres en niveles profesionales, existe una significativa brecha en la cual el género femenino tiene una menor representación en todos los niveles, desde cargos operativos hasta de alta dirección, alcanzando un 38% en comparación a un 62% de representación por parte de los hombres, según datos de la Encuesta de Compensación Total de Mercer 2019. Además de ello, históricamente Chile ha reflejado una tasa de desocupación de empleo que es mayor y claramente más perjudicial para las mujeres, las cuales declaran que el motivo principal son las razones familiares permanentes, como cuidados y quehaceres domésticos.
Ampliando un poco más la mirada y evaluando sociedades en donde la situación es completamente diferente, encontramos a Islandia, nombrado por el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial como el mejor país para la igualdad de género, por noveno año consecutivo. Islandia ha sido contundente a la hora de impulsar normas para erradicar la desigualdad. Con un movimiento que inició en 1975, el país ha avanzado en acciones que los han guiado a los resultados que rinden frutos en la actualidad. Hoy más de un 40% de su parlamento está compuesto por mujeres; en el año 2000 promovió una innovadora iniciativa en la cual aprobaron la licencia por paternidad de forma obligatoria, igualando
condiciones para hombres y mujeres que tienen hijos y reduciendo de esta manera la pérdida de oportunidades para mujeres que debían hacer uso de su licencia maternal. En 2009 Islandia superó la peor crisis económica de su historia bajo el liderazgo femenino, y en mayo de 2017, se convirtió en el primer país en aprobar una ley que prohíbe diferencias de sueldo entre hombres y mujeres debido a su género.
Este caso de éxito, junto con algunas iniciativas que se han llevado a cabo como firmas de tratados y acuerdos internacionales de derechos humanos en el entorno europeo, nos dan una pincelada del camino que debemos seguir y nos dicen que, pese a los avances, aún tenemos varios desafíos que debemos enfrentar para lograr mejores resultados.
El género y la igualdad en tiempos del Covid-19
Los efectos del Covid-19 han puesto de manifiesto que las brechas de género siguen siendo una realidad y, peor aún, las acentúa. Un informe publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señala que los brotes de enfermedad afectan a hombres y mujeres de manera diferente, y que las pandemias empeoran las desigualdades. Acorde a un análisis de McKinsey & Company, si nos basamos en datos y tendencias de las encuestas de desempleo en Estados Unidos e India, estimamos que las tasas de pérdida de empleo femenino debido al Covid-19 son aproximadamente 1,8 veces más altas que las tasas de pérdida de empleo masculino a nivel mundial, con un 5,7% frente a 3,1% respectivamente.
A todo esto, se le suma que la naturaleza del trabajo sigue siendo significativamente específica en cuanto a género, en donde mujeres y hombres tienden a agruparse en diferentes ocupaciones en el ámbito económico, lo que tiene como consecuencia que los empleos femeninos corren un 19% más de riesgo que los masculinos simplemente porque las mujeres están representadas de manera desproporcionada en los sectores afectados negativamente por la crisis del Covid-19. Como resultado, se estima que el 4,5% del empleo de las mujeres está en riesgo en la pandemia a nivel mundial, en comparación con el 3,8% del empleo de los hombres.
En una realidad de este tipo, que se replica en la mayoría de los países del mundo, es importante actuar ágilmente para contrarrestar los efectos de la crisis, asegurando la inclusión de más mujeres en la toma de decisiones y recuperación en torno a un escenario post Covid-19.
Un camino equitativo y distinto para las próximas generaciones:
1. Eliminando Estereotipos: Educar en base a la equidad, eliminando estereotipos y desarrollando iniciativas sostenibles, guiarán el camino de futuras generaciones hacia una realidad en la cual cada individuo asuma la responsabilidad de generar valor a través de su talento, logrando una sociedad equitativa, en donde, por ejemplo, las mujeres también lideren las industrias STEM y en donde los hombres se sumen al rol de crianza y cuidado de la familia.
2. Que nuestra bandera sea el talento: Al dar una mirada al futuro laboral que estamos construyendo, es de suma importancia que uno de los principales objetivos que abordemos sea la eliminación de brechas y discriminación, priorizando el talento sobre todas las cosas y dejando de lado los prejuicios generacionales, discriminaciones por orientación sexual, posición política, religión, origen, valoraciones por género, tono de piel o creencias.
Promovamos un futuro laboral en donde la inclusión sea una realidad y en el cual nuestra bandera sea el talento.[:]