Demandas por una educación mejor y más efectiva, demandas por una Patagonia prístina, demandas por una mejor protección al consumidor de cara a un aparente fraude por parte de una firma minorista local… estas son las noticias que acaparan los titulares de los medios de comunicación local de Chile y están generando mucha preocupación en las comunidades política, académica y empresarial.
¿Por qué hay tantas demandas? ¿Por qué está ocurriendo esto en Chile, una democracia altamente exitosa en donde una amplia base de la población se ha beneficiado y en donde ha habido una reducción tan significativa de la pobreza en las últimas décadas? Más aún, se trata de un país con un alto nivel de alfabetismo y tasas relativamente bajas de desempleo. ¿Qué ha pasado que ha causado este aparente invierno del descontento (en el caso de Chile)?
Muchos hablan del impacto de la revolución de las redes sociales. La capacidad de comunicar de manera rápida y extendida ha hecho que sea mucho más fácil organizar protestas y exigir cambios. Algunos comparan lo que está pasando en Chile con los recientes acontecimientos en el Medio Oriente, que han llevado al derrocamiento de distintos gobiernos.
Es eso lo que está ocurriendo en Chile, ¿o es otra cosa?
La respuesta es sí… y no. Sí, las redes sociales sí facilitan las protestas y este es un fenómeno que se está dando tanto en Chile como en otras partes del mundo incluido el Medio Oriente, tal como se analiza en el reportaje principal de la edición de este mes de bUSiness CHILE. Por otra parte, no son demandas que buscan derrocar a un gobierno.
La reciente ola de protestas en Chile es más bien el reflejo del crecimiento de una clase media cada vez más empoderada, producto del exitoso modelo económico y político de Chile. Es el reflejo de una democracia que está madurando y, como en cualquier proceso de maduración, no puede producirse sin los dolores del crecimiento.
Entonces, qué significa esto para Chile; lo que está aconteciendo ¿es una señal de que cosas positivas o negativas están por venir?
La respuesta es que eso depende de cómo responda el liderazgo establecido a las nuevas demandas.
Para la clase política, esto significa entender que las soluciones monetarias a los problemas, incluidos los donativos, ya no son suficientes. Los ciudadanos -que están mejor educados, mejor informados y son más independientes en términos económicos- quieren tener una voz activa en cómo se hacen las cosas, quieren participar en el proceso. Si se adopta, este cambio puede llevar a soluciones mejores y más eficientes para los futuros desafíos de Chile. Por otro lado, ignorar esta tendencia es un camino arriesgado para la clase política y para el país.
Los recientes hechos también presentan desafíos y oportunidades para la comunidad empresarial. Los consumidores están exigiendo más y mejores productos y servicios. Los empresarios que ignoren estas demandas sufrirán –como ocurrió en el caso de una firma minorista local que aparentemente intentó aprovecharse de los consumidores chilenos (vea la entrevista de este mes de bUSiness CHILE con el director del SERNAC). Pero quienes presten atención florecerán. La capacidad de las grandes firmas minoristas, las aerolíneas y las empresas de telecomunicaciones de Chile para oír a sus consumidores y ajustarse a sus demandas ha sido una receta para el éxito; éxito que cada vez más requiere de vigilancia y cuidado como se refleja en el crecimiento de los programas de fidelización en Chile (vea el Informe Especial de esta edición).
De manera emocionante, Chile se encuentra en una nueva encrucijada, similar en muchos sentidos a la de Corea del Sur, donde el avance hacia una clase media más activa y educada significó un paso gigante en el desarrollo. AmCham ve con beneplácito este movimiento y espera contribuir a un cambio que finalmente transformará a Chile en una economía desarrollada con oportunidades para todos. Ahora es tiempo de transformar un invierno del descontento en un verano de la prosperidad.
Demands for better and more effective education, demands for a pristine Patagonia, demands for better consumer protection in the wake of an apparent fraud by a domestic retailer
- this is the news capturing the headlines of Chile’ s local media and causing the political, academic, and business communities much concern.
Why are there so many demands? Why is this happening in Chile – a highly successful democracy where a broad base of the population has benefitted and where there has been such a significant reduction in poverty in the last few decades? Moreover, it is a country with a high literacy level and relatively low levels of unemployment. What has happened to cause this apparent winter (in the case of Chile) of discontent?
Many speak of the impact of the revolution of social networks. The ability to communicate quickly and broadly has made it much easier to organize protests and to demand change. Some compare what is happening in Chile to recent developments in the Middle East that have toppled governments.
Is that what is occurring in Chile – or is it something else?
The answer is yes... and no. Yes, social media do facilitate protests and this is a phenomenon that is occurring in Chile as in other parts of the world including the Middle East, as discussed in this month’s bUSiness CHILE cover story. On the other hand, it is not the demand for the toppling of a government.
The recent spurt of protests in Chile is more a reflection of the growth of an increasingly empowered middle class – a result of the success of Chile’s economic and political model. It is a reflection of a maturing democracy – and, as in any maturing process, it is not without growing pains.
So, what does this mean for Chile – is what is happening a sign of positive or negative things to come?
The answer is that this depends on how established leadership responds to the new demands.
For the political class, it means understanding that monetary solutions to issues including handouts are no longer sufficient. Citizens, who are better-educated, better-informed and more economically independent, want an active voice in how things are done – they want to participate in the process. If embraced, this change can lead to better and more effective solutions to Chile’s future challenges. Ignoring this trend, on the other hand, is a perilous road for the political class and for the country.
For the business community too, recent events provide challenges and opportunities. Consumers are demanding more and better products and services. Businesspeople who ignore these demands will suffer – as has been the case of a local retailer which apparently tried to take advantage of local consumers (see this month’s bUSiness CHILE interview with the director of SERNAC). But those who listen will flourish. The ability of Chile’s large retailers, its airlines and its telecommunications companies to listen and adjust to consumer demands has been a recipe for success – success which increasingly requires vigilance and care as reflected by the growth of loyalty programs in Chile (see this issue’s special report).
Excitingly, Chile is at a new crossroads, similar in many ways to South Korea – where the move to a more active and educated middle class meant a giant step in development. AmCham welcomes this movement and looks forward to contributing to a change that will finally transform Chile into a developed economy with opportunities for all. Now is the time to turn a winter of discontent into a summer of prosperity.