El día comenzó en el palacio presidencial La Moneda con una decepción cuando el prometido desayuno resultó ser sólo café y una galleta. Pero el contratiempo se olvidó rápidamente a medida que los 30 y tantos emprendedores estadounidenses e inversionistas traídos a Chile por Geeks on a Plane comenzaron a simpatizar con el Presidente Sebastián Piñera.
Geeks on a Plane es un programa en virtud del cual emprendedores e inversionistas estadounidenses viajan a diferentes países para expandir la causa del emprendimiento y, con suerte, detectar sobre la marcha oportunidades de inversión interesantes.
Como destacó uno de los miembros del grupo, el sólo hecho de estar con el mandatario fue una señal importante del interés del Gobierno en el emprendimiento -el día anterior, habían sido plantados por el alcalde de Río de Janeiro- e hizo todo lo correcto al hablar de disciplina y perseverancia –por supuesto, la suerte es importante, sostuvo, pero es más probable tener suerte si uno se levanta temprano- y de querer cambiar al mundo. O, en otras palabras, lo que otro miembro del grupo describió como “la esencia del emprendimiento”.
Desde ahí, escoltados por Endeavor -organización estadounidense sin fines de lucro que respalda el emprendimiento-, el grupo se dirigió a los buses que los llevarían en un viaje de dos horas camino al sur para almorzar, sostener reuniones y realizar actividades de networking en la Viña Casa Silva. Durante el viaje, los emprendedores chilenos –arrodillados en el asiento delantero del bus porque, según se explicó, Chile es “un país con normas” y está prohibido estar de pie en buses interurbanos- mostraron sus proyectos a los geeks de visita. Y, a medida que sus historias comenzaron a desplegarse, también lo hicieron dos visiones diferentes del estado del emprendimiento en Chile.
Según Dave McClure -socio fundador de 500 Startups, propulsor de firmas emergentes y fondo de capital semilla con sede en Silicon Valley, además de creador de Geeks on a Plane-, Chile tiene la mayor cultura de emprendimiento de América Latina. “Los inversionistas están más interesados en Brasil, porque el mercado es más grande, pero Chile tiene más espíritu de emprendimiento”, afirmó.
Esa visión fue compartida por Wenceslao Casares, el ícono argentino del emprendimiento en América Latina, quien alcanzó la fama en la década de los 90 como el fundador del portal de servicios financieros Patagon. Como uno de los organizadores de la gira latinoamericana de Geeks on a Plane, confesó que Chile había quedado en la mitad entre Brasil y Argentina, porque los inversionistas de capital de riesgo en el grupo de otro modo se lo habrían saltado. “Pero hubieran hecho mal”, sostuvo.
Durante la última década, Casares ha realizado varias inversiones en Chile y afirma que ha presenciado un cambio notable. “No había ningún capital de riesgo en Chile hace 10 años”, recuerda, “pero ahora hay más que en toda la región junta, incluido Brasil, y eso realmente es un progreso rápido”.
Chile es un país donde es sencillo iniciar un negocio, añadió Pepijn van der Kroght, emprendedor holandés que se asentó en Chile, donde fundó conjuntamente DIL Brands, empresa de embalaje y diseño industrial que desde entonces se ha expandido a Argentina, Brasil y México. “En mi experiencia, no hay ninguna complicación en Chile”, aseveró, “mientras que, en Brasil, la persona más importante es tu abogado experto en impuestos”.
Énfasis en los Cambios
Sin embargo, los emprendedores chilenos no estaban tan entusiastas -“es muy chileno quejarse de las cosas”, comentó Casares- pero por supuesto puede ser difícil apreciar el progreso de un país mientras uno se enfrenta a los desafíos diarios que implica iniciar y sostener un negocio.
El pequeño mercado interno de Chile es por cierto una preocupación para muchos emprendedores locales. Ello significa que, en muchas industrias a las que apuntan los proveedores de servicios, hay sólo un puñado de actores, lo que dificulta entrar a un nuevo mercado, destacó Max Grekin, socio fundador de SKM, empresa de e-learning.
Por supuesto, la respuesta es expandirse a otros países como lo ha hecho SKM. O usar a Chile como una plataforma como es el caso de Betazeta, firma con sede en Santiago que -como destacó Leo Prieto, su cofundador y uno de los emprendedores más establecidos de Chile- opera la segunda red de blogs más visitada en el mundo de habla hispana.
Otros emprendedores locales destacaron las dificultades para recaudar financiamiento en Chile. El problema, afirmaron, no es tanto la disponibilidad como las condiciones asociadas a él.
“Chile está bien para recaudar montos de hasta, digamos, US$ 350.000”, argumentó Sergio López, emprendedor en tecnología con varias empresas emergentes a su nombre, “pero, por encima de eso, las condiciones pueden ser perjudiciales para el desarrollo del negocio”. Las quejas se concentran en que los fondos locales de capital de riesgo quieren demasiado en términos de acciones preferentes y en el hecho de que, dado que sólo hay tres fondos principales -Aurus, Austral y Copec UC- que hablan entre sí, los emprendedores tienen poca capacidad de negociar con uno por encima de otro.
No obstante, hubo consenso en cuanto a que las condiciones están mejorando de manera constante a medida que tanto los emprendedores como sus potenciales patrocinadores aprenden de la experiencia. Y en que, con los años, los Gobiernos de Chile han comenzado a entregar más y mejor respaldo al emprendimiento.
Una iniciativa clave lanzada el año pasado por el Gobierno del Presidente Piñera es Start-Up Chile, programa diseñado para persuadir a emprendedores extranjeros que se encuentran en las etapas iniciales de sus negocios a iniciar sus propuestas en Chile, con el atractivo de un subsidio de US$ 40.000. Próximo a ser abierto también a emprendedores locales, en un principio fue visto con algo de escepticismo y considerado como un artilugio por sus críticos.
“En un principio estuve escéptico”, admitió Casares, “pero mi opinión ha cambiado”. Casares ahora cree que la iniciativa podría cumplir una función útil en ayudar a conectar a los emprendedores chilenos con redes internacionales y a colocar al país en el mapa mundial del capital de riesgo.
La experiencia de Nathan Lustig, joven emprendedor de Wisconsin y un temprano participante del programa, es alentadora. Mientras estaba en Chile, no sólo avanzó en el desarrollo del negocio por el cual había sido elegido, sino que también se asoció con un chileno para lanzar una segunda empresa que espera expandir a Estados Unidos cuando vuelva a casa.
Sin embargo, quizás el desafío individual más importante para Chile es no dormirse en los laureles. “Si lo hace, (Chile) será superado por Brasil con el tamaño de su mercado”, advirtió Casares, “pero si persiste en sus actuales esfuerzos, se podría convertir en un centro latinoamericano para el capital de riesgo”.
O, como dijo el Presidente Piñera a Geeks on a Plane durante su primera visita, fracasar en innovar significaría el estancamiento y, en el mundo de hoy, ello as su vez, significaría perder terreno en la carrera por la competitividad.
Ruth Bradley trabaja como periodista freelance en Santiago y es ex editora de bUSiness CHILE.
The day started at the La Moneda presidential palace with a disappointment when the promised breakfast turned out to be just coffee and a cookie. But that setback was quickly forgotten as the 30-odd US entrepreneurs and investors brought to Chile by Geeks on a Plane, a program under which they travel to different countries to further the cause of entrepreneurship and, hopefully, spot interesting investment opportunities on the way, warmed to President Sebastián Piñera.
As one member of the group pointed out, just being with him was an important sign of his government’s interest in entrepreneurship - the day before, they had been stood up by the mayor of Río de Janeiro - and he pushed all the right buttons, talking about discipline and perseverance - of course, he said, luck is important but you’re more likely to get lucky if you get up early - and wanting to change the world. Or, in other words, what another member of the group described as “the essence of entrepreneurship”.
From there, shepherded by Endeavor, a US-based non-profit organization that supports entrepreneurship, the group headed for the buses that would take them on the two-hour drive south to lunch, meetings and networking at the Casa Silva vineyard. During the journey, Chilean entrepreneurs - kneeling on the front seat of the bus because, it was explained, Chile is “a country with rules” and standing up is forbidden on intercity buses - pitched their projects to the visiting geeks. And, as their stories began to unfold, so too did two different visions of the state of entrepreneurship in Chile.
According to Dave McClure, founding partner of 500 Startups, a Silicon Valley-based seed fund and start-up accelerator, and creator of Geeks on a Plane, Chile has Latin America’s most entrepreneurial culture. “Investors are more interested in Brazil, because the market is larger, but Chile has more spirit of entrepreneurship,” he said.
That view was echoed by Wenceslao Casares, the Argentine icon of entrepreneurship in Latin America who rose to fame in the 1990s as the founder of the Patagon financial services portal. One of the organizers of the Geeks on a Plane’s Latin American tour, he confessed that Chile had been sandwiched between Brazil and Argentina because the venture capitalists in the group would otherwise have skipped it. “But they would have been wrong,” he said.
Over the past decade, Casares has made several investments in Chile and says he has seen a remarkable change. “There wasn’t any venture capital in Chile ten years ago,” he recalled, “but now there’s more than in the rest of the region combined, including Brazil, and that’s really fast progress.”
Chile is an easy country in which to start a business, added Pepijn van der Kroght, a Dutch entrepreneur who settled in Chile where he co-founded DIL Brands, a packaging and industrial design company that has since expanded to Argentina, Brazil and Mexico. “In my experience, there aren’t any complications in Chile,” he said, “whereas, in Brazil, your most important person is your tax lawyer.”
Emphasis on challenges
Chilean entrepreneurs, however, were not quite so enthusiastic - “it’s very Chilean to complain about things,” commented Casares - but it can, of course, be difficult to appreciate a country’s progress whilst grappling with the day-to-day challenges of starting and sustaining a business.
Chile’s small domestic market is certainly a concern for many local entrepreneurs. It means that, in many industries targeted by service providers, there are only a handful of players, making it difficult to break into a new market, pointed out Max Grekin, founding partner of SKM, an e-learning company.
The answer, of course, is to expand to other countries as SKM has done. Or to use Chile as a platform as in the case of Betazeta, a Santiago-based company that, as Leo Prieto, its co-founder and one of Chile’s most established entrepreneurs, pointed out, operates the second most-visited network of blogs in the Spanish-speaking world.
Other local entrepreneurs highlighted difficulties in raising finance in Chile. The problem, they said, is not so much its availability as the strings attached to it.
“Chile is fine for raising amounts of up to, say, US$350,000,” argued Sergio López, a technology entrepreneur with several start-ups to his name, “but, beyond that, the terms can be disruptive for the development of the business.” The complaints focused on local venture capital funds wanting too much in terms of preferred shares and the fact that, because there are only three main funds - Aurus, Austral and Copec-UC - that all talk to each other, entrepreneurs have little leverage for playing one off against the other.
There was, however, consensus that conditions are improving constantly as both entrepreneurs and their potential backers learn from experience. And that, over the years, Chile’s governments have begun to provide more and better support for entrepreneurship.
A key initiative launched last year by the Piñera administration is Start-Up Chile, a program designed, with the bait of a US$40,000 grant, to persuade early-stage entrepreneurs from other countries to start their proposed businesses in Chile. Soon to be thrown open to home-grown entrepreneurs as well, it was originally regarded with some skepticism and, by its critics, as a gimmick.
“I was initially skeptical,” admitted Wenceslao Casares, “but my opinion has changed.” He now believes the initiative may fulfill a useful function by helping to plug Chilean entrepreneurs into international networks and putting the country on the world venture capital map.
The experience of Nathan Lustig, a young entrepreneur from Wisconsin and an early participant in the program, is encouraging. While in Chile, he not only progressed in developing the business for which he had been selected but also hooked up with a Chilean partner to launch a second venture that he hopes to expand in the United States on his return home.
But perhaps the single most important challenge for Chile is not to rest on its laurels. “If it does that, it will be overtaken by Brazil with its market size,” warned Casares, “but if it persists in its present efforts, it could become a Latin American center for venture capital.”
Or, as President Piñera told the Geeks on a Plane during their flying visit, a failure to innovate would mean stagnating and, in today’s world, that would, in turn, mean losing ground in the race for competitiveness.
Ruth Bradley is a freelance journalist based in Santiago and a former editor of bUSiness CHILE.