Agua: Un Desafío NacionalWater: A National Challenge

03 Octubre 2012

El agua es fundamental para la existencia humana y es un recurso clave para la economía de Chile. Es vital para los sectores agrícola, manufacturero y minero, además de para el energético debido a la importancia de la hidroelectricidad en la actual y potencial matriz eléctrica del país.

Hay muchas buenas noticias que contar. La más importante, si se mira el panorama general, es que Chile es rico en recursos hídricos: de hecho, es uno de los países mejor dotados del mundo. Chile ha tenido éxito en desarrollar este recurso, en parte gracias a su Código de Aguas de 1981. Este código promovió la inversión en infraestructura relacionada con el agua, la que ha respaldado el sostenido crecimiento económico de la nación en los últimos 30 años.

Sin embargo, existen desafíos.

El más obvio es el geográfico: los recursos hídricos de Chile están en gran parte en el sur del país, mientras que su población, además de ciertas industrias clave como la agricultura y la minería, se concentran en el norte de Santiago. Además, hay una necesidad siempre creciente de recursos hídricos tanto para garantizar un crecimiento continuo y sustentable de la industria como para la población de Chile.

Como se analiza en esta edición especial de bUSiness Chile, hay muchas formas de abordar estos desafíos.

Primero está la continua inversión en infraestructura: desde incrementar la cantidad de embalses para potencialmente transportar agua desde el sur de Chile hacia las áreas más necesitadas del norte del país. Hay proyectos en estudio para llevar esto a cabo por ductos y/o por barco. Las plantas de desalinización también podrían ser interesantes pese al costoso componente de la solución, en particular para la industria minera en el norte. Australia ha utilizado con éxito tales plantas para abastecer a sus principales ciudades como se aborda en la entrevista de este mes con Mike Young, profesor y director del Instituto del Medio Ambiente de la Universidad de Adelaide.

En segundo lugar, existe una oportunidad de desarrollar mecanismos para capturar una mayor parte de la escorrentía generada por el agua derretida y las lluvias (Chile actualmente desperdicia cerca del 80% de su escorrentía superficial) que fluye al Océano Pacífico, así como también de aplicar tecnologías más eficientes -por ejemplo, en riego- a fin de mejorar las eficiencias.

Finalmente, está la necesidad de afinar las regulaciones en materia de agua. La actual legislación de Chile permite que cualquiera postule a derechos de agua independientemente de su futuro uso. Esto funcionó bien cuando la necesidad clave era la inversión y el nivel de desarrollo de los recursos hídricos de la nación era relativamente bajo. Pero las nuevas circunstancias exigen repensar la normativa existente. Como se analiza en esta revista, más transparencia respecto de quién posee estos derechos y, posiblemente, el desarrollo de un mecanismo de mercado para facilitar la negociación de derechos de agua sería útil. Ciertamente, esto ayudaría a evitar posibles disputas sobre dichos derechos al tiempo que refuerza los derechos de propiedad. Una vez más, Australia ha sido líder en esta área.

La buena noticia aquí es que todas las opciones abren nuevas puertas a la inversión y la innovación. De manera más importante, las industrias clave en este sector están trabajando en conjunto a través de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) de Chile con el fin de preparar una guía para el futuro. Se espera que esta esté terminada hacia fines de este año y debería servir como base para un diálogo proactivo a nivel nacional sobre el tema.

En AmCham creemos que el agua es un recurso que Chile en general ha manejado bien. No obstante, nuevas circunstancias generadas por el éxito económico de Chile requieren nueva atención sobre este recurso. El nuevo diálogo público-privado que ha surgido recientemente es un medio constructivo para abordar este importante desafío nacional. Estamos seguros de que el resultado serán nuevas oportunidades para la inversión y la innovación: oportunidades que AmCham y sus socios esperan poder ayudar a hacer realidad.

Water is fundamental to human existence and is a key resource for Chile’s economy. It is the lifeblood of the agricultural, manufacturing and mining sectors, as well as for energy due to the importance of hydroelectricity in the country’s existing and potential energy matrix.

There is much good news to report. Most importantly, looking at the overall picture, Chile is rich in water resources – it is, in fact, one of the most well-endowed countries in the world. Chile has been successful in developing this resource, thanks in large part to its 1981 Water Code. This code promoted investment in water-related infrastructure that has supported Chile’s sustained economic growth over the past 30 years.

But there are challenges.

The most obvious is geographic – Chile’s water resources are largely in the south while its population, as well as certain key industries such as agriculture and mining, is concentrated north of Santiago. In addition, there is an ever-increasing need for water resources to ensure continued sustainable growth in industry and for Chile’s population.

As discussed in this special issue of bUSiness Chile, there are many ways to address these challenges.

First is continued investment in infrastructure – from increasing the number of reservoirs to potentially transporting water from southern Chile to the more-needy northern areas of the country. Projects are under study to do this by pipeline and/or by ship. Desalination plants may also be an interesting albeit costly component of the solution, particularly for the mining industry in the north. Australia has successfully used such plants to supply its major cities as discussed in this month’s interview with Mike Young, a professor and director of the Environment Institute at the University of Adelaide.

Secondly, there is an opportunity to develop mechanisms to capture more of the runoff from melted snow and rainfall (Chile currently wastes about 80% of its surface runoff) that flows into the Pacific Ocean, as well as to apply more efficient technologies – for example, in irrigation – to enhance efficiencies.

Finally, there is the need to fine-tune water regulations. Chile’s current legislation allows for anyone to apply for water rights independently of their future use. This worked well when the key need was investment and the level of the country’s water resource development was relatively low. But new circumstances call for rethinking existing rules. As discussed in this magazine, more transparency regarding who owns these rights and, possibly, the development of a market mechanism to facilitate trading of water rights would be useful. Certainly, this would help to avoid potential disputes over such rights while reinforcing property rights. Once again, Australia has been a leader in this area.

The good news here is that all of the options open new doors for investment and innovation. More importantly, the key industries in this sector are working together through Chile’s umbrella organization – the Confederation of Production and Commerce (CPC) – to prepare a roadmap for the future. This is expected to be finished by the end of this year and should serve as the basis for a proactive national dialogue on the subject.

We at AmCham believe water is a resource that Chile has generally managed well. But new circumstances born out of Chile’s economic success require a new focus on this resource. The new public-private dialogue that has emerged recently is a constructive means to address this important national challenge. We are certain that the result will be new opportunities for investment and innovation – opportunities that AmCham and its members look forward to assisting in making a reality.

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