Acuicultura impulsa nuevas rutas para la industria pesqueraAquaculture. Promoting new paths for the fishing industry

04 Septiembre 2014

Cuando hacia 1990 la naciente
salmonicultura chilena inició
la reproducción de salmones
Coho y se generaron las primeras
ovas locales, era difícil
imaginar la proyección que tomaría esta
industria. Con una producción anual que
bordea las 800 mil toneladas de salmón,
el país es el segundo actor del mercado
mundial y en la cartera de exportaciones
es el principal producto, tras el cobre. Una
carrera meteórica que hoy se proyecta
más allá, a partir de un sector pesquero
estancado y una demanda creciente.

Los inicios de la producción acuícola
en Chile datan de mediados del siglo XIX,
cuando comenzó la introducción de especies
foráneas. En 1921 llegaron los primeros
salmones Coho para cultivo y se inició la
internación de tecnología y conocimiento
extranjero para impulsar el cultivo en el
país, de la mano del Instituto de Fomento
Pesquero. Pero, aunque el sector acuícola
comenzó definitivamente a tomar forma
en la década del 70 y a convertirse en
una industria en el decenio siguiente,
el real impulso llegó con esas primeras
ovas de comienzos de los 90, paso que es
considerado por el sector como el punto
de partida de esta industria.

Actualmente, el país cuenta con 3.300
concesiones de acuicultura y 18 especies
hidrobiológicas en cultivo comercial. Según
el último Informe Sectorial de Pesca y
Acuicultura, elaborado por la Subsecretaría
de Pesca, a junio de este año el
rubro acuícola presentó un volumen de
exportación cercano a 321 mil toneladas,
por un valor que alcanzó los US$ 2.172
millones, cifra 35,4% mayor a la alcanzada
hace un año. Esta favorable situación ha
llevado a que el subsector acuícola represente
80,5% del valor total exportado por
esta industria. En términos de cultivos,
los principales recursos corresponden a
salmón del Atlántico, chorito y trucha
arcoiris, que aportaron con 51,2%, 26,8%
y 11,9% de las cosechas, respectivamente,
durante junio pasado.

El Subsecretario de Pesca, Raúl
Súnico, reconoce que Chile es un país con
vocación acuicultora, beneficiado por la
biodiversidad y la corriente de Humboldt,
además de una larga extensión de costa
que alcanza 6.435 kilómetros de longitud.
Esto ha llevado, explica, a que en menos
de tres décadas, Chile se haya convertido
en líder mundial en acuicultura, exportando
productos a más de 100 mercados,
principalmente salmón y trucha.

Pero este boom no es casualidad.
Coincide con un período de más de una
década en la cual la pesca tradicional ha
vivido un estancamiento. Según Héctor
Bacigalupo, gerente general de la Sociedad
Nacional de Pesca, en los últimos diez
a quince años, las cifras de extracción
mundial se han mantenido estables en
torno a los 90 millones de toneladas. En
Chile, en tanto, las cifras van a la baja:
mientras en 1999 el desembarque de
productos llegó a 5,35 millones de toneladas,
en 2013 esta cifra alcanzó sólo a
2,9 millones.

Por eso, mientras la demanda internacional
por productos marinos aumenta,
la extracción chilena se mantiene a ritmo
decreciente, situación que se está convirtiendo
en la llave de entrada para la
acuicultura, ya que genera un aumento de
precios de los productos cultivados. Eso
se suma a que mucha de la producción
de captura en Chile se destina a harina de
pescado y no a consumo humano, lo que
contribuye a que el sector no sea capaz de
responder a una demanda mundial para
consumo que sube, estimulada en buena
parte, por una tendencia a preferir alimentos
saludables, y que llegaría a 20,9 kilos per
cápita al año en 2023, según el informe
Agricultural Outlook 2014, elaborado
por la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la
Organización de las Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La clave la da Ricardo García, gerente
general de Camanchaca: la demanda por
productos del mar crece al doble que la
población mundial, es decir, se duplica
cada 22 años.
García destaca que la FAO ha pronosticado
que en cinco años más las especies
cultivadas serán 70% del consumo de
productos del mar a nivel mundial, y
que la acuicultura tiene mucho potencial,
mientras la pesca tradicional está
estructuralmente limitada por cuotas que
buscan la sustentabilidad de las biomasas
marinas. Un suministro estable y menos
volátil que el de la captura de productos
naturales es otra de las grandes ventajas
de esta industria.

Salmón: la estrella

No es de extrañar, entonces, que la
acuicultura se convierta en la clave frente
a este panorama. Y Chile tiene condiciones
favorables que son indudables, como
sus aguas limpias y frías, con alto nivel
de oxigenación, en las que el salmón del
Atlántico ha tomado fuerza para satisfacer
esta nueva demanda.
Con una producción de 792 mil toneladas
de producto cultivado en Chile en
2013, Estados Unidos y Japón son los
principales destinos del salmón chileno.

Los mercados de Brasil y Rusia están
tomando también mayor protagonismo y
el sector busca abrir nuevos mercados o
profundizar su llegada hacia Latinoamérica
y países de Asia, como China y Corea
del Sur. Las proyecciones para este año
siguen siendo positivas, ayudadas por el
buen precio internacional del pescado en
el largo plazo.

Pero no todo es miel sobre hojuelas.
Según el último reporte “El estado mundial
de la pesca y la acuicultura”, elaborado
por la FAO, “en Chile, el segundo
productor y exportador en importancia, la
industria está atravesando un importante
proceso de transformación en respuesta a
la actual crisis financiera y con el fin de
hacer frente al aumento de los costos de
producción derivado del endurecimiento
de las normativas de producción. Las
granjas chilenas siguen viéndose afectadas
por problemas relacionados con
las enfermedades y un aumento de los
costos del pienso (alimento) que suponen
una desventaja general en términos de
eficacia de la producción”.

Este análisis tiene relación directa
con la última crisis del sector. En 2007,
un centro de cultivo de la Isla de Chiloé
reportó la presencia de Anemia Infecciosa
del Salmón, más conocido como virus
ISA, enfermedad que causa mortandad de
los peces y que se propagó rápidamente
entre los criaderos. El impacto fue tal,
que puso en riesgo todo el desarrollo de
la industria salmonicultora local y derivó
en un trabajo público-privado que originó
una normativa sanitaria para el control y
ataque del virus en caso que reaparezca.

Esta crisis se convirtió en un punto
de inflexión para el rubro, con una mayor
participación del Estado como regulador y
con la conciencia del sector de la necesidad
de tener un modelo que permita expandir
los niveles de cultivo. Con esos puntos
claros, el crecimiento de ahí en adelante
está basado en mejoras en tecnología y
en el modelo productivo, en un proceso
mucho más cuidadoso, ya que las concesiones
para el cultivo del salmón ubica
a los criaderos muy cerca uno del otro.

Por eso, una de las claves para continuar
proyectando la industria, según Felipe
Sandoval, presidente de SalmónChile,
pasa por reubicar el lugar de las concesiones
a zonas que sean ambientalmente
mejores, tarea que debe desarrollarse en
conjunto con la autoridad y que tendría
un efecto sanitario y ambiental positivo,
no sólo para el rubro, sino para toda la
comunidad.

Camino a la diversificación

Mientras el sector pesquero tradicional
trabaja para recuperar especies
que han sufrido problemas en el último
tiempo, como la merluza común o el jurel,
la acuicultura está buscando diversificar
sus productos más allá del salmón.

Andrés Barros, gerente de alimentos
y biotecnología de Fundación Chile, reconoce
que lograr alcanzar con otra especie
el tamaño que ha adquirido la industria
salmonera es difícil. Sin embargo, cree que
la acuicultura de nicho y la de mediana
escala ofrecen una oportunidad de negocio
para el país.
Desde el sector público se creó en
2009 el Programa para la Diversificación
de la Acuicultura Chilena, que considera
acciones complementarias de largo plazo
entre InnovaChile de Corfo y el Fondo de
Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico
(Fondef) de la Comisión Nacional
de Investigación Científica y Tecnológica
(Conicyt).

A nivel privado, las empresas también
están trabajando. Camanchaca,
por ejemplo, se ha expandido hacia otros
cultivos de mariscos como el mejillón, el
ostión y el abalón, aunque reconoce que
las fortalezas y ventajas chilenas están
en los dos primeros. Fundación Chile, en
tanto, está desarrollando investigaciones
con especies como la seriola o palometa,
corvina, navaja y congrio dorado, entre
otras.

En paralelo, las algas se perfilan como
un área a explotar, ya que su extracción
ha generado cierto nivel de depredación
y el cultivo suena como una alternativa
importante, especialmente por su uso en
las industrias alimentaria, farmacéutica
y cosmética.

Pero si Chile ha sido por años uno
de los principales países a nivel mundial
en producción pesquera, lo ha sido por
los volúmenes de las capturas más que
por su valor. Las enormes extracciones
de sardina, anchoveta y jurel han sido
utilizadas para la producción de harina
de pescado, con un valor de venta bajo. El
crecimiento de la producción de salmón y
de otras especies de la acuicultura de alto
precio, que se alimentan con esa harina,
ha finalmente valorizado este producto
y hoy el país, en vez de exportar subproductos
a bajos precios, exporta peces para
el consumo, con una mayor rentabilidad.
Un ejercicio clásico de valor agregado,
con mano de obra y tecnología chilena. El
futuro de la producción acuícola nacional
se ve con optimismo, ya que este cambio
en la producción pesquera del país trae
y traerá beneficios importantes.

When, by 1990, the emerging Chilean salmon farming industry began reproducing Coho salmon and generating the first locally-produced eggs, it was difficult to imagine the trajectory the sector would soon take. With annual production of around 800,000 tons of salmon, the country is the second biggest actor on the global market, and among national exports it represents second place, behind copper. This is a meteoric rise which is now projected to grow even farther, thanks largely to a stalling commercial fishing sector and growing demand.

Aquaculture in Chile dates back to the mid-19thcentury with the introduction of foreign species to the country. In 1921, the first Coho salmon arrived for cultivation, while both foreign technology and knowledge began to be adopted to boost cultivation, via the Fisheries Development Institute. However, although the aquaculture sector began to take shape in the 1970s, becoming a definitive industry in the 1980s, the real drive came with the arrival of the first eggs at the beginning of the 1990s. This latter step is considered by the sector itself to mark the true starting point of the industry.

Currently, the country has 3,300 aquaculture concessions and 18 hydro-biological species in commercial cultivation. According to the most recent Fisheries and Aquaculture Sector Report compiled by the Undersecretary of Fisheries, to June of this year, aquaculture accounted for exports of nearly 321,000 tons, worth US$2.172 billion. This is a 35.4% increase on the figure from last year. This favorable situation means the aquaculture sub-sector represents 80.5% of the total value of exports from the wider industry. In cultivation terms, the main resources relate to Atlantic salmon, mussels and Rainbow trout, representing 51%, 26.8% and 11.9% of the harvest, respectively, during June.

The Undersecretary of Fisheries, Raúl Súnico, recognizes that Chile is a country with a vocation for aquaculture, benefiting from its biodiversity and the Humboldt Current, as well as a large coastline some 6,435 kilometers in length. This has helped Chile become a world leader in the export of salmon, in less than three decades. It now exports its produce, mainly salmon and trout, to over 100 markets around the world.

But this boom is no accident. It coincides with a period of more than a decade in which traditional fishing practices have experienced stagnation. According to Héctor Bacigalupo, General Manager of the National Fisheries Society, over the last ten to 15 years, global catch figures have remained stable at around 90 million tons. In Chile, however, figures have been falling: while in 1999 products caught amounted to 5.35 million tons, the figure for 2013 was just 2.9 million tons.

As such, while the international demand for marine products has risen, Chilean fishing catches have been falling. This situation has opened the door to aquaculture, which is experiencing a rise in the price of the products being cultivated. This is in addition to much of the capture production in Chile being earmarked for fishmeal rather than human consumption. As a result, the sector is unable to respond to a worldwide demand in rising consumption, largely stimulated by a trend in favor of healthy foods. This rising demand could reach 20.9 kilograms per capita by 2023, according to the Agricultural Outlook 2014 report compiled by the Organization for Economic Cooperation and Development (OECD) and the FAO.

The key for Ricardo García, General Manager of Camanchaca is the following: demand for seafood products grows at twice the rate of the global population, i.e., it doubles every 22 years.

García notes that the FAO has predicted that in five years’ time, cultivated species will account for 70% of global seafood consumption, and that aquaculture has tremendous potential. Traditional fishing, on the other hand, is structurally limited by quotas seeking to ensure marine biomass sustainability. A stable and less volatile supply of the capture of natural products is another one of the big advantages of the aquaculture industry.

Salmon: the star

It is therefore of no great surprise that aquaculture is becoming a key part of this program. And Chile has unquestionably favorable conditions on which to draw, like clean and cold waters, with high levels of oxygen, in which the Atlantic salmon has thrived in terms of satisfying this new demand. With 792,000 tons of cultivated produce in Chile in 2013, the United States and Japan are the main destinations of Chilean salmon.

The markets of Brazil and Russia are also playing an increasing role and the sector is looking to open up new markets or entrench its position within Latin America and also Asia, in countries like China and South Korea. Projections for this year are positive, and are helped by the healthy international price of fish over the long term.

But not everything is such plain sailing. According to the latest report of “The State of World Fisheries and Aquaculture” by the FAO, “in Chile, the second major producer and exporter, the industry is undergoing an important transformation process in response to the current financial crisis and in order to address higher production costs resulting from stricter production regulations. Chilean farms continue to suffer from disease problems and high feed costs that compound an overall production efficiency disadvantage”.

This analysis is directly related to the last crisis in the sector. In 2007, a cultivation center on the island of Chiloe recorded the presence of Infectious Salmon Anemia, more commonly known as ISA virus, a disease that causes fish to die and which spreads rapidly between different fish farms. The impact was such that it put the entire development of the Chilean salmon farming industry at risk. It resulted in a public-private initiative that devised sanitary regulations for controlling and combating the virus in the case of its re-emergence.

This crisis became an inflection point for the sector, with an increased regulatory role played by the State and the realization of the industry of the need to ensure the presence of a model that allows cultivation levels to be expanded. With these issued having been clarified, the subsequent growth was based on improvements to technology and the wider production model, as well as far more careful procedures, given how close to one another Chile’s salmon farms are located.

As such, one of the key points to continued growth in the industry, according to Felipe Sandoval, President of SalmonChile, is relocating the areas in which concessions are made to more environmentally friendly locations. This task should be undertaken in conjunction with the authorities, and would bring about a positive health and environmental effect, not only for the sector but for the entire local community.

The road to diversification

While the traditional fishing industry is working to replenish recently affected species, like common hake or mackerel, aquaculture is looking to diversify its production beyond that of just salmon.

Andrés Barros, Head of Food and Biotechnology at Fundación Chile, understands that cultivating another species will be difficult, given the size of the current salmon industry. However, he believes that niche aquaculture and medium scale cultivation present Chile with a viable business opportunity.

In 2009, the public sector established the Program for the Diversification of Chilean Aquaculture, which sets out complementary long term actions between CORFO’s InnovaChile and the Scientific and Technological Development Support Fund (FONDEF), managed by the National Commission for Scientific and Technological Research Commission (CONICYT).

In the private level sector, businesses are also hard at work. Camanchaca, for example, has expanded into the cultivation of additional shellfish, including Chilean mussel (mejillon), oyster and abalone, although it realizes that Chile’s advantages and strengths lie with the first two. Fundación Chile, conversely, is developing research into species like amberjack, palometa, corvina, razor clams and the golden conger, among others.

Similarly, algae has emerged as a potential area of exploitation. The extraction of this resource has led to certain levels of depredation and its cultivation is a potentially significant alternative, especially for its use in the food, pharmaceutical and cosmetic industries.

Although Chile has been one of the major countries in global fish production for many years, this is largely because of its volume of catch rather than its value. The huge capture of sardine, anchovy and mackerel has been used for the production of fishmeal, which has a low sales price. The growth in the production of salmon and other highly priced aquaculture species, which feed on this fishmeal, has finally given value to this product. Today, rather than exporting its sub-products at low prices, Chile exports fish for human consumption, at a more profitable rate. This represents a classic exercise of added value, using Chilean labor and technology. The future of national aquaculture production is looking optimistic, especially given that this change to fish production is bringing, and will continue to bring, important benefits to the country.

Aquaculture exports totaled US$2.172 billion to June 2014.

792,000 tons of salmon were produced in 2013. The US and Japan are the main destinations of the Chilean product.

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