Descartada una vez por marginal hace algunas décadas, la energía renovable sin incluir la hidroelectricidad de gran escala -conocida en Chile como energía renovable no convencional– ahora es un negocio global en auge.
El creciente costo de los combustibles fósiles, el aumento de la preocupación sobre las emisiones de carbono y su impacto en el calentamiento global, y los temores sobre la seguridad energética han llevado a los gobiernos alrededor del mundo a considerar la necesidad de desarrollar fuentes alternativas de energía.
El año pasado, cerca del 11% de la electricidad generada en Estados Unidos provino de energías renovables, casi tanto como la que produjo el país a partir de energía nuclear. La mayor parte de esta provino de generación hidráulica a gran escala, pero la energía eólica, solar, de biomasa y geotérmica también están ganando terreno.
La mayor granja eólica del mundo, el desarrollo Roscoe en la faja angosta de Texas, tiene más de 700 megavatios de capacidad instalada, siendo más grande que la mayoría de las centrales eléctricas de Chile.
Y la crisis financiera ha contribuido poco a desacelerar la inversión en el sector. El año pasado, la inversión global en energías renovables no convencionales, incluido el financiamiento de proyectos y gasto en investigación y desarrollo, alcanzó los US$211.000 millones, un alza del 32% respecto del 2009, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
La etiqueta de renovables cubre un rango de tecnologías que incluyen hidroelectricidad, energía eólica, solar, geotérmica y biomasa, pero lo que las une es su capacidad para usar fuentes que se reabastecen naturalmente para generar electricidad.
Chile produce cerca del 40% de su energía a partir de generación hidráulica a gran escala, pero su territorio ampliamente variado ofrece un enorme potencial para desarrollar otras fuentes de energía renovables: costas con mucho viento que podrían soportar cientos de granjas eólicas, bosques que podrían proveer biomasa, docenas de volcanes sugieren que el país tiene un significativo potencial para producir energía geotérmica y las soleadas extensiones del desierto de Atacama podrían producir suficiente electricidad para convertir a Chile en un exportador neto de energía.
Pese a este potencial, es solo en los últimos cinco años que el país ha tomado medidas claras hacia el desarrollo de estas fuentes. La ley de energías renovables, promulgada por la entonces presidenta Michelle Bachelet en el 2008, exige que las generadoras de las dos principales redes del país -el Sistema Interconectado Central (SIC) y el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING)- obtenga el 5% de sus ventas de electricidad a partir de energías renovables no convencionales (ERNC), las que incluyen centrales de generación hidráulica de menos de 40 megavatios además de energía eólica, solar y biomasa entre otras fuentes.
Esta cuota, que entró en vigencia a comienzos del 2010, comenzará a aumentar en un 0,5% anual a partir del 2014 hasta que alcance el 10% para el 2024.
No obstante, si bien representa un importante avance, el sector de energías renovables no convencionales de Chile está lejos de estar feliz con la legislación.
Generar Demanda
Para empezar, la ley no es retroactiva y solo se aplica a contratos de compras de electricidad suscritos a partir del 2008, con lo que deja a gran parte del mercado intacto. En consecuencia, la cuota real representa menos del 2% de la electricidad vendida en las dos principales redes.
La idea es que las grandes generadoras preferirían pagar más por la energía de los productores de ERNC que arriesgarse a ser multados -en cerca deUS$35 por megavatio hora (MWh) de energía limpia no entregada- por no cumplir con la legislación.
Pero el mercado está inundado de proyectos que tratan de vender sus Certificados de Energías Renovables a un puñado de grandes generadoras, de modo que para algunas tecnologías la prima que ganan los productores, parte clave de los modelos de negocios de la mayoría de los desarrolladores, es menor a la esperada.
Para algunos, sin embargo, es muy pronto para hacer una evaluación.
“Un año no es suficientemente largo para hacer un juicio”, sostiene Luis Arqueros, gerente ejecutivo de desarrollo y comercial Pacific Hydro, firma australiana de renovables que está desarrollando una serie de proyectos hidroeléctricos de pasada de pequeña y gran escala en la zona central de Chile.
A medida que pasa el tiempo, el tamaño de la cuota de renovables crecerá creando más demanda y un mercado más líquido, argumenta. No sólo se expandirá el tamaño general de la red, sino que los contratos más antiguos expirarán para ser reemplazados por nuevos que están sujetos a la ley y, a partir del 2014, la cuota misma crecerá.
Y no hay falta de proyectos de ERNC intentando satisfacer la demanda. Desde que la legislación de renovables se anunció por primera vez, proyectos por un total cercano a 2.000 megavatios de capacidad instalada -principalmente granjas eólicas con unos pocos proyectos solares y de mini generación hidráulica- han recibido la aprobación ambiental. Otros 2. 000 megavatios en proyectos están esperando la aprobación o se encuentran en las primeras etapas de desarrollo.
Pero hasta ahora poco se ha construido: hasta el 2010 Chile tenía 612 megavatios de capacidad de ERNC divididos casi equitativamente entre energía eólica, hidráulica de pequeña escala y biomasa, según cifras del Ministerio de Energía. No obstante, la mayor parte de los nuevos proyectos parecen estar en pausa.
A juicio de Julio Albarrán, gerente general del desarrollador de granjas eólicas Ecopower, en parte la razón de ello es que muchos proyectos son propiedad de pequeñas compañías sin la capacidad de financiarlos. Otros, respaldados por capitales europeos, se vieron afectados por la crisis financiera global.
Se Requieren Incentivos
De manera aún más crucial, el sector está esperando señales más sólidas de parte del Gobierno, señala Alex von Pescatore, gerente de desarrollo y negocios de la consultora escocesa en energías renovables Natural Power.
Hasta hace algunos meses, el Gobierno parecía estar rehuyendo la promesa de campaña del presidente Piñera de obtener el 20% de la electricidad de Chile a partir de ERNC para el 2020. En mayo, el entonces ministro de Energía, Laurence Golborne, la calificó como una “aspiración” más que como un firme objetivo.
Pero de cara a las enormes protestas en contra del proyecto hidroeléctrico HidroAysén y la creciente oposición medioambiental a grandes proyectos de generación a carbón, las autoridades han comenzado a ver las energías renovables no convencionales como más atractivas.
No obstante, lograr la meta 20/20 requerirá nuevos incentivos, afirma Alfredo Solar, presidente de la Asociación Chilena de Energías Renovables A.G. (ACERA).
No es cuestión de subsidios, sugiere. Con el carbón listo para dominar el desarrollo del sector energético en la próxima década, se estima que los precios en el mercado a la vista promedien entre US$85 y US$100 por megavatio hora (MWh), que es equivalente al costo de la generación a carbón, menos que el promedio de US$230 registrado en el primer semestre del 2011.
Sin embargo, incluso en este rango de precios los proyectos de ERNC podrían competir con incentivos adicionales. “Hay proyectos eólicos, de biomasa, mini-hidráulicos y geotérmicos todos los cuales podrían sobrevivir dentro de este rango de precios”, afirma Solar.
Los subsidios en Europa y Estados Unidos desempeñaron un rol clave en el desarrollo de las ERNC durante los últimos 20 años, lo que ha hecho caer sus precios de manera considerable, mientras los precios de los combustibles fósiles han subido.
“Somos capaces de explotar 15 o 20 años de desarrollo en estas tecnologías”, afirma Solar.
Barreras de Entrada
Pero existen significativas barreras que impiden que los proyectos de energías renovables compitan en igualdad de condiciones en los liberalizados mercados de energía que tiene Chile, destaca Solar.
Para empezar, casi toda la demanda de los clientes regulados de Chile -principalmente familias y pequeñas empresas- está cubierta por acuerdos de compra de energía entre generadoras y distribuidores hasta comienzos de la próxima década.
Una alternativa para los desarrolladores de ERNC sería vender directamente a clientes no regulados que no cuentan con acuerdos de compra de energía, principalmente usuarios industriales, tales como las empresas mineras. Pero estas compañías requieren suministros continuos y confiables de electricidad que los proyectos renovables, dependientes de las lluvias
y la fluctuante energía eólica, no pueden entregar siempre.
De todos modos, algunos clientes no regulados se están volcando hacia la electricidad generada a partir de ERNC en una apuesta por reducir su impacto ambiental y las emisiones de carbono asociadas. Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi, empresa de riesgo compartido entre las mineras Anglo American y Xstrata, lanzó hace poco una licitación para abastecer a su mina en el norte de Chile de 30.000 MWh anuales de electricidad renovable, pero tales oportunidades siguen siendo pocas.
La única opción que queda para los proyectos de ERNC es vender electricidad directamente al mercado a la vista.
No obstante, gracias a los fluctuantes precios de los combustibles y las variaciones en las lluvias, los precios en el mercado a la vista de Chile son extremadamente volátiles, oscilando entre US$40 y US$240 por MWh, a veces en cuestión de horas.
La mayoría de los bancos consideran tamaña volatilidad como demasiado riesgosa, de modo que bloquean el acceso al financiamiento normal de proyectos, enfatiza Solar.
La solución, indica, sería un mecanismo para garantizar precios a largo plazo para los proyectos de manera que puedan conseguir financiamiento sobre una base competitiva.
Los senadores Jaime Orpis y Carlos Cantero recientemente revelaron una propuesta para licitar acuerdos de compra de energía a 12 años a proyectos de ERNC según el menor precio de compra ofrecido. Cuando el costo marginal supere el arancel acordado, la diferencia iría a las generadoras convencionales que actuarían como proveedores de respaldo. Si es menor, estas generadoras recibirán la diferencia.
Problemas de Conexión
Sin embargo, aún con un mecanismo de estabilidad de precios, los proyectos de ERNC enfrentan otras barreras.
Para empezar, la mayor parte de los derechos de agua de Chile son propiedad de Endesa Chile, que los retuvo cuando fue privatizada en la década de los 80, y conseguir derecho de servidumbre o paso de los terratenientes puede ser un fastidio para los desarrolladores de proyectos hidroeléctricos de pequeña envergadura.
Pero quizás la barrera más crítica es el sistema de transmisión de Chile.
Dependiente de los recursos naturales, los proyectos renovables rara vez se localizan cerca de los centros de consumo o de líneas existentes de transmisión, las que tienden a extenderse de norte a sur. Como resultado, deben construirse costosos transformadores y líneas de transmisión especialmente para transportar electricidad hacia donde exista demanda.
Hay algo de ayuda disponible. Los proyectos renovables con una capacidad de hasta 9 MW están exentos de pagar tarifas de transmisión y este subsidio se reduce gradualmente a cero para centrales de más de 20 MW.
Sin embargo, en virtud de la legislación chilena vigente, la Comisión Nacional de Energía sólo aprobará que se construya una nueva línea si el desarrollador de la planta ha hecho pedidos de partes; por supuesto, los desarrolladores son reticentes a hacerlo a menos que se les pueda asegurar que una línea estará lista a tiempo.
“Es un problema real del huevo y la gallina”, admite Solar de ACERA.
Y una vez que la línea recibe el visto bueno, las dificultades para comprar derechos de paso y conseguir los permisos ambientales significan que construir una nueva línea puede demorar de cuatro a cinco años en lugar del año o dos contemplados originalmente.
La limitada capacidad de transmisión ya está retrasando el desarrollo de algunos proyectos. En la lejana costa de la Región de Coquimbo de Chile, que tiene mucho viento, se ubican cerca de 1.000 MW de proyectos de granjas eólicas subdesarrollados, pero es probable que pocos de ellos vean la luz del día hasta que la principal línea de transmisión entre Copiapó y Santiago se expanda de manera significativa a fines de esta década.
Y pocos proyectos pueden desarrollarse al sur de la ciudad de Temuco debido a la limitada capacidad de línea, añade Solar.
Presionado para mostrar un mayor respaldo a las energías renovables, el presidente Piñera propuso una nueva “carretera eléctrica pública” que haría más sencillo que los nuevos proyectos se conecten.
La propuesta será analizada por la Comisión Asesora para el Desarrollo Eléctrico, convocada por el presidente Piñera en mayo para considerar una reforma más amplia de la política energética. La comisión debe presentar sus conclusiones en septiembre.
Oposición Ambientalista
Además de los problemas para conectarse, sus emplazamientos a menudo remotos implican que los proyectos de ERNC están particularmente expuestos a leyes que protegen el bosque nativo y los derechos de los pueblos originarios.
Ambas legislaciones aún deben implementarse a cabalidad, lo que crea confusión entre desarrolladores y autoridades sobre los criterios para evaluar nuevos proyectos, comenta Laine Powell, gerente general de SN Power Chile, firma noruega de desarrollo de proyectos eólicos e hidráulicos incluidos dos proyectos de pasada en el la zona central de Chile en alianza con Pacific Hydro.
“Las normas no son muy claras”, concuerda Albarrán de Ecopower, cuyo proyecto de granja eólica en la isla de Chiloé ha enfrentado la oposición de los ambientalistas.
Otro tema es la definición legal de energía renovable. Dado que las plantas deben tener menos de 40 MW de capacidad para ser consideradas renovables en virtud de la legislación, hay un incentivo para los desarrolladores a subexplotar el potencial de los ríos de Chile, mientras que las centrales de pasada -que tienen poco impacto ambiental- deben comprar energía de proyectos renovables para cumplir con la ley.
Pacific Hydro está desarrollando proyectos hidráulicos de pequeña envergadura en Chile, pero también está construyendo dos grandes proyectos de pasada en la zona central del país en alianza con SN Power. “Se nos trata de igual forma que a las centrales a carbón”, se queja Arqueros de Pacific Hydro.
Los críticos contravienen que abrir la cuota a grandes proyectos de pasada inundará al mercado, dejando poco espacio para otras tecnologías. Una alternativa, por lo tanto, podría ser relevar a esas plantas de la carga que implica comprar energía renovable, asevera Powell de SN Power.
Dados los problemas energéticos más amplios del país, la energía renovable debería tener un futuro brillante en Chile siempre y cuando se apliquen las normas correctas.
Tom Azzopardi
trabaja como periodista freelance en Santiago